C uando las herramientas digitales dejan de ser simplemente un facilitador de tareas de oficina pueden llegar a convertirse en una fuente de angustia. Isabel Martínez, profesora de Psicología del Trabajo de la UJI, define el «tecnoestrés» como un estado psicológico y social negativo, relacionado con el uso de las tecnologías o con la amenaza de su uso en el futuro. Se vincula con sentimientos de ansiedad, fatiga mental, escepticismo y creencias de ineficacia, explica la académica, que pertenece a un equipo de trabajo de prevención psicosocial en el ámbito laboral (WANT). El listado de efectos negativos abruma: agotamiento, problemas de vista, dolores de espalda o cabeza, errores en la ejecución de tareas, falta de concentración... hasta llegar al absentismo o la falta de implicación en las tareas. En ocasiones, esta forma de estrés adquiere otro aspecto: la adicción, el uso excesivo y compulsivo. «La tecnología se convierte en lo más importante de tu vida, y no las utilizas porque te sientas bien sino porque, de no utilizarlas, te sientes mal. Trabajas en exceso, más de la cuenta, pero tu rendimiento no es sobresaliente», explica la experta de la Jaume I.
Esta incapacidad para ´desconectar´ a veces viene impuesta. Según un estudio que cita la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), un 65% de los españoles trabaja fuera del horario laboral; el 90% en caso de los directivos. España, a diferencia de países como Francia (o Nueva York, que está en ello) carece de normativa específica sobre el derecho a la desconexión. Y solo una gran corporación (una aseguradora) prevé en su convenio que los trabajadores no tengan que contestar a correos electrónicos o llamadas fuera del horario laboral. «Del Estatuto de los Trabajadores se desprende (artículos 34 y 35) que tienen derecho a no atender más allá de la jornada. Y si se les pide, se debería contar como horas extraordinarias y cotizarlas como tal», sostiene el profesor de Derecho Laboral de la UOC, Pere Vidal. Además de una cuestión laboral, es un tema de salud. Sobre todo para las mujeres, a causa de su rol responsable de las tareas del hogar y los hijos: «El nivel de ansiedad aumenta considerablemente».
Por último, el uso de la tecnología tiene también un aspecto emocionalmente positivo. Isabel Martínez lo llama tecnoflow: «Es una experiencia óptima que se caracteriza por la total concentración en la tarea, sentimiento de disfrute y de que el tiempo pasa volando». Y anima: «Aporta beneficios económicos para la empresa. Uno de los retos actuales en el contexto laboral es hacer del trabajo una experiencia positiva y placentera».
