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Tomates que aguantan el cambio climático

Estos tomates desafiarán al cambio climático en 2020. el Investigador valenciano carlos baixauli coordina un equipo que cultiva hasta 1.000 plantas diferentes sometidas a condiciones extremas.

Los tomates son el cultivo agrícola de mayor valor en el mundo. La cosecha global representa más de 170 millones de toneladas anuales, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, negocio cuyo valor se estima en 70.000 millones de euros. Y su demanda resulta cada vez mayor en el mercado. Sin embargo, cada vez es más difícil obtener tomates sostenibles, que consuman menos agua y fertilizantes y reduciendo el impacto ambiental de la actividad agrícola. Ese es el objetivo del ambicioso proyecto en el que participan empresas privadas e instituciones públicas de ocho países de Europa, Asia y Sudamérica preocupadas por las elevadas temperaturas y el estrés hídrico que sufre esta hortaliza básica en la cesta de la compra de medio mundo.

El investigador valenciano Carlos Baixauli, responsable de Agrosostenibilidad de la Fundación Cajamar, entidad que participa en el denominado programa TomGEM, indica que ya se han producido los primeros avances desde la puesta en marcha del citado programa y que comienzan a detectarse qué especies y variedades de tomates resisten temperaturas extremas. Para ello analizan, en invernaderos, con calefacción hasta en verano, unas 1.000 plantas diferentes sometidas a esas pruebas de calor (superiores a los 40 grados centígrados) en campos de experimentación de Paiporta. «El principal objetivo del proyecto es mantener rendimientos y calidades de tomates frente a condiciones extremas medioambientales. Queremos obtener variedades resistentes a altas temperaturas, en concreto mediante la búsqueda de material vegetal (como semillas) con capacidad de cuajar los tomates en esas condiciones de calor. Y se consigue», explica Baixauli.

Según el investigador valenciano, ya están dando avances porque casi un 20 % de las pruebas realizadas en el centro de cultivos de la Fundación Cajamar han soportado esas pruebas de altas temperaturas. TomGEM es un proyecto incluido en el programa Horizonte 2020, que financia proyectos de investigación e innovación en el contexto europeo. La iniciativa cuenta con la colaboración de 17 universidades y centros de investigación de Francia, Reino Unido, Alemania, España, Italia, Bulgaria, Argentina y Taiwán.

El otro gran campo de experimentación de este centro de I+D+i se sitúa en el ámbito de los cítricos. En este terreno avanza en los fenotipos o características agronómicas y estructura genómica de nuevas variedades, una información que tanto interesa al sector naranjero para explotar y comercializar los cultivos más rentables y con mayores volumen de producción. Solo estos tienen futuro en un mercado cada vez más global y que se expande en territorios de Sudáfrica, Africa o Sudamérica. Eso bien lo saben los profesionales del campo, cada vez con más competidores en el exterior. El consorcio Citruseq-Citrusgenn (Centro de Genómica del IVIA, Anecoop, Eurosemillas, Source Citrus Genesis, GCM Variedades Vegetales, Cajamar Caja Rural e ICC) está impulsado por grandes empresas exportadoras, cooperativas e instituciones públicas para obtener la secuencia genómica de 220 cítricos. Quieren caracterizar las variedades actuales, generar otras mejor adaptadas a las condiciones climáticas y desarrollar herramientas y protocolos que permitan acelerar la calidad de los cultivos. En ello están.

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