Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Salud digital

pedir una cita previa con el médico a través de Internet, medir tu ritmo cardíaco y la calidad de tu sueño con una pulsera, acceder al prospecto de cualquier medicamento, recibir mensajes personalizados para mejorar tu entrenamiento mientras pedaleas siendo monitorizado en una bici, o ver un video sobre la enfermedad que te acaban de diagnosticar ... todas ellas son actividades que para gran parte de la población son ya habituales pero que no lo eran hace 20 años, menos de una generación.

Hace 20 años, la telemedicina estaba centrada en la imagen, en eliminar el factor distancia usando la televisión o dispositivos similares para las personas más necesitadas bien por la intensidad de su enfermedad (crónicos), bien por la distancia al punto de cuidado (zonas remotas o rurales). Las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) han supuesto una revolución en el ámbito sanitario no sólo por su uso sino porque su introducción ha generado cambios en el modelo de prestación de servicios sanitarios que permiten llegar a más gente de una forma más rápida y sin importar el lugar donde se encuentren. Una revolución que hemos vivido en primera persona desde el grupo de investigación SABIEN del Instituto ITACA de la Universitat Politècnica de València, que celebra estos días su vigésimo aniversario. Y no sólo lo hemos vivido sino también provocado, con iniciativas que en su día parecían ciencia-ficción y que ahora son una realidad como la teleconsulta, la monitorización desde el móvil, los wearables, los entrenadores virtuales, o sistemas que diseñan una dieta optimizada para ti en base a tus necesidades y preferencias.

Durante este período de 20 años -la misma edad que tiene Google para que seamos conscientes de los tiempos- el concepto de salud ha extendido su marco de referencia, saliendo del marco asistencial y regulado para llegar a una salud doméstica en un entorno no tan regulado donde nuevos agentes tan diversos como supermercados, gimnasios, restaurantes o centros de trabajo están participando en la salud personalizada y lo que ello supone en cuanto a mejora para la calidad de vida de la persona.

Ya sabemos el carácter de meninfots de los valencianos y la poca valía que damos a los logros de nuestros paisanos que, sin dejar su entorno más próximo, sacrifican dinero, familia, salud y progresión personal para cambiar el mundo desde Valencia. Pero, analizándolo con frialdad y desde fuera, cuando se interactúa con expertos internacionales, en todos los foros se reconocen las capacidades y los conocimientos producidos por los diferentes agentes del ecosistema valenciano en el sector de la salud y el bienestar: hospitales, universidades, pequeñas y no tan pequeñas empresas, y centros de investigación.

¿Somos conscientes de que fuimos la primera región de Europa preparada para intercambiar la historia clínica electrónica de cualquier paciente atendido en nuestra región? ¿Sabemos que tenemos investigadores valencianos liderando equipos para mejorar la salud desde centros de investigación o empresas en Asia, ¿Estados Unidos, Europa...? ¿Y que la Comunitat Valenciana ha sido reconocida por la Unión Europea como región de referencia 3 estrellas por sus actuaciones en el ámbito del envejecimiento activo y saludable?

Y por otra parte, aunque hayan sido validadas y reconocidos a nivel europeo, a la hora de la adopción de estas innovaciones en nuestra región, encontramos una resistencia enconada, una reticencias a los cambios, independientemente de las mejoras que supongan para ciudadanos y personal asistencial por un conjunto de barreras legales, organizativas, técnicas, formativas que cada vez son más confusas y complejas. Esto frena la aplicación de muchas iniciativas y provoca que para muchos lo mejor sea vender licencias, regalar o aspirar a ser comprado por quien sí tiene los mecanismos legales, pero no generó el conocimiento. En Europa se conoce y reconoce el ecosistema de innovación y emprendimiento en salud digital valenciano, se siguen nuestras recomendaciones, se usan nuestros productos y cuando surge la pregunta de por qué no somos profetas en nuestra tierra, nos encogemos de brazos. Desde la Universitat Politècnica de València, continuaremos promoviendo la investigación e innovación responsables. Sociedad civil, asociaciones, centros de investigación, entidades proveedoras de servicios, empresas y administración pública ... Aprovechemos la oportunidad aún no perdida para un gran pacto.

Compartir el artículo

stats