El libro Missions and World civilizations ha sido editado por sus autores, los fotógrafos valencianos Lorna Arroyo y Miguel Márquez, en colaboración con Unesco Club Heritage; y se ocupa de la tarea humana, social y sanitaria que diversos misioneros realizan en algunos de los lugares más conflictivos de la tierra.
Más allá de ofrecer un testimonio del dolor y abusos humanos, este libro subraya la tarea y los logros que están obteniendo aquellas personas plenamente implicadas en demostrar que estos problemas pueden resolverse sin la necesidad de esperar a que la solución llegue de quienes, en buena medida, son los responsables.
Los cuatro capítulos de este libro condensan un trabajo fotográfico amplio, realizado a lo largo de unos cinco años en países como Malí, India, Tailandia y Haití. En ellos se da cuenta de los avances logrados y los retos superados durante algunas de las etapas más difíciles y convulsas de estos lugares, como las consecuencias del terremoto de Haití de 2010, el incremento de la prostitución infantil en Tailandia o los meses previos al golpe de Estado en Malí de 2012.
Señalan los autores del prólogo „Javier Marzal y Hugo Doménech, profesores de la Universidad Jaime I de Castellón, y prestigiosos expertos en cuestiones fotográficas„ que «uno de los aspectos más llamativos de la serie de fotografías de Lorna y Miguel es que han logrado ´mantener a raya´ la tentación de espectacularizar el dolor y la muerte».
Quizá sería más preciso decir que «han tratado de mantener a raya» esa tentación. Y sólo ese difícil y honorable propósito „incluso aunque no lo haya logrado del todo„ convierte en objeto meritorio a este libro.
Tomemos, por ejemplo, la magnífica imagen de la página 161, en la que vemos a un muchacho negro. Se trata de una fotografía no sólo técnicamente irreprochable, sino además realmente hermosa. La acompaña un texto que dice: «Estos niños son fácilmente identificables en Bamako por la gran lata de conservas que usan para mendigar. Este elemento convertido en símbolo del niño de la calle, hace a estos menores muy vulnerables al robo, la violencia y los abusos sexuales». Textos dolorosos, imágenes bellas.
Las imágenes fotográficas son por naturaleza silvestres y por tanto (y si se nos permite la expresión coloquial) siempre «van a su bola», al margen de requerimientos morales o de las sólidas convicciones éticas de quien las construye.
De ahí resulta una de las „quizá inevitables„ paradojas de un foto-libro piadoso y solidario: convertir en bellos, admirables, „incluso sensuales„ objetos de contemplación, el dolor, la miseria, las vejaciones
En su texto introductorio, los fotógrafos Arroyo y Marquez son autoconscientes de la trampa en la que pueden meterse, cuando de modo sagaz y honesto observan:
«Se para a mirar (la fotografía) el horror de frente bajo la bandera del cambio, a través de la denuncia. Pero del otro lado casi siempre hay gente expuesta, a menudo involuntariamente, al descubierto de un ojo público que solo mira, y a distancia, un dolor extremo y ajeno. Comprendan, pues, la responsabilidad del fotógrafo cada vez que dispara su cámara en determinados escenarios».
Buena parte de las fotografías llevan textos explicativos. Algunos con algún matiz mítico-poético: «Según la creencia hindú, los niños, las mujeres embarazadas, los leprosos y los fallecidos por mordedura de serpiente son considerados almas puras, por lo que sus restos no se incineran (la práctica habitual en India) y son arrojados al rio atados a una gran piedra» (página 49).
Este libro está dedicado a dos misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, a un misionero de los Padres Blancos y a cinco misioneros de Haiti.