Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Juan Luis Vives

Alumnas ilustres

El filósofo Juan Luis Vives, conocido como preceptor de príncipes, también fue maestro de mujeres, algunas de ellas ilustres

Alumnas ilustres

A principios del siglo XVI se desarrolló una literatura moralista y pedagógica que reflexionaba sobre las formas y contenidos de la educación de las mujeres, su comportamiento y su papel en la sociedad. Uno de estos textos nació de la pluma del humanista valenciano Juan Luis Vives. En mayo de 1528 se publicaba en Valencia la primera traducción de una obra suya al castellano. Era precisamente la Instrucción de la mujer cristiana, cuyo original latino había aparecido en 1523, dedicado a la reina de Inglaterra, Catalina de Aragón. Aunque para Vives era tan sólo una obra menor, poco más que un divertimento, el texto gozó de un éxito considerable de público y de ventas ya en la época, además de haber atraído recientemente el interés de la historiografía por ser uno de los primeros tratados consagrados de forma exclusiva a la educación femenina.

Su destinatario no era, como pudiera parecer, el público femenino, sino aquellos varones a los que se encomendaba la educación de las féminas. A pesar de testimoniar el inquebrantable optimismo pedagógico del autor, ofrecía una visión muy reduccionista del papel de la mujer. Dócil, obediente y amorosa, se le permitía tan sólo el rol de doncella, esposa o viuda y le ofrecía un saber tasado: formación moral y religiosa, el aprendizaje de los rudimentos de la lectura y de la escritura y algunos conocimientos de latín.

Vives era uno de esos «formadores de mujeres» a los que él dirigía la obra. A lo largo de su vida tuvo que desempeñar la ingrata tarea de preceptor y contó entre sus discípulos con algunas mujeres. Una de ellas fue precisamente María Tudor (1516-1558), para quien compuso la obra y de la que era tutor cuando la futura princesa de Gales contaba tan sólo con ocho años. Otra de sus alumnas, ésta más tardía, fue Mencía de Mendoza (1508-1554), marquesa de Zenete y condesa de Nassau, de la que Vives fue preceptor al menos desde 1537. También Margarita de Valldaura, su futura esposa. Su familia, de origen también converso, estaba emparentada con la madre del humanista y lo había acogido en Brujas cuando ella era sólo una niña de siete años. Con el tiempo, cuando su marido enfermara, Margarita sería quien escribiera al dictado sus obras, preparara los materiales para sus clases, enviara los textos a las prensas o corrigiera sus pruebas de imprenta.

Ellas no fueron, sin embargo, las únicas mujeres en su vida: Blanquina, Dolcina, Beatriz, Leonor o Isabel son otros de los muchos nombres que poblaron el universo femenino de Juan Luis Vives. El filósofo testimonió a lo largo de su vida preocupación por la salud y el bienestar de sus hermanas, amor por su esposa y afecto ante el recuerdo de su madre. Esta última, Blanca March, aparece tanto en los Diálogos como en la primera versión de la Instrucción de la mujer cristiana, descrita como una madre amante aunque exigente. Había fallecido en la epidemia de peste de 1508, no sin antes haber tenido que comparecer ante el Santo Oficio acusada de cripto-judaísmo. Su padre, Luis Vives Valeriola, había sido detenido por primera vez cuando su hijo contaba con tan sólo 7 años. En 1522 volvería a ser procesado por la Inquisición, siendo condenado y quemado vivo en 1524.

La noticia de la muerte de su padre y la preocupación por sus tres hermanas, Beatriz, Leonor e Isabel, repercutieron desde entonces sobre la salud del humanista. Las noticias que llegaban desde Valencia se agravaron cuando en 1528 la Inquisición abrió un proceso contra la memoria de su madre. El objetivo era evitar que los 10.000 sueldos de su dote pudieran pasar a manos de sus hijas. Quizá por esta razón todas las alusiones a la madre de Vives que aparecen en el original latino de la Instrucción de la mujer cristiana desaparecen de la edición valenciana. Cuando en 1538 el propio Vives reedite corregida su obra en latín, también eliminará cualquier mención a sus padres. Los restos de Blanca March serían desenterrados y trasladados en 1530 desde la iglesia de santa Catalina en Alzira a Valencia para ser quemados en público. Su hijo fallecería precozmente en Brujas sólo diez años más tarde, el 6 de mayo de 1540.

Compartir el artículo

stats