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Narrativa

Cocinando un superventas

¿Hay fórmulas secretas para escribir un «best-seller» o es pura intuición? Dolores Redondo, la autora de la «Trilogía del Baztán», y César Pérez Gellida, escritor de «Versos, canciones y trocitos de carne», hablan de novelas que son pura adicción

César Pérez Geliida y Dolores Redondo durante el festival Valencia Negra. vlc negra

Hace una década, un documental de HBO sentó ante una cámara a productores, directores y actores de Holllywood para hacerles una sencilla pregunta: cómo saber si una película va a tener éxito. Por allí desfilaron Francis Ford Coppola, Sidney Pollack, George Clooney o Steven Spielberg tratando de arrojar algo de luz a una cuestión que a menudo se trata de contestar (fallidamente) desde la coletilla de Groucho Marx: «Más madera», o sea, más pasta. Al final, el grupo entrevistado teje una conclusión desalentadora: es imposible saber qué conecta con el público. La demoledora sentencia «nadie sabe nada» dio título al documental.

La misma pregunta se impone en el mundo editorial ante la presencia en Valencia de dos escritores con predicamento entre las masas. Uno es César Pérez Gellida, cuya trilogía Versos, canciones y trocitos de carne captó la atención de un buen número de fieles a la novela negra. Ahora ha abandonado en parte ese universo con Khimera. La otra es, probablemente, la autora de best-seller con el mayor crecimiento exponencial en los últimos años: Dolores Redondo, que cierra su Trilogía del Baztán con Ofrenda a la tormenta. Ambos tienen algún esbozo de idea para explicar por qué una novela consigue despertar el fervor de la masa, más allá del aparato de marketing. Ambos protagonizaron un acto multitudinario en el festival Valencia Negra y antes trataron de resolver el dilema del éxito para este periódico.

El prólogo lo pone Pérez Gellida, que rebaja las cifras del éxito: «Hace diez años un best-seller vendía 300.000 ejemplares; hoy en día si vendes más de 20.000 eres una máquina». Vayamos a la fórmula. Dolores Redondo asegura que en su novela no hay elementos que a priori apuntaran a que estábamos ante un superventas: «Norman Mailer explicaba que para ser un best-seller la historia tiene que transcurrir en el pasado, contener algunos acontecimientos de referencia como una gran guerra y moverse dentro de tres generaciones de un mismo grupo; mi novela es tan local, encaja tan poco en eso, que era imposible prever el éxito». Y entonces, ¿cómo se explica? «Debe de ser el miedo», resume, señalando los ritos satánicos y la despiadada mitología que impregnan su obra. Pérez Gellida apunta hacia otro lado, desmenuzando los ingredientes que convierten una novela en material adictivo: «hay reglas que son secretas. Una que se puede contar es la dosificación de información. Para que sea un thriller hay que sostener la intriga. Lo que pasa es que hay que hacerlo siendo honesto, no puedes ocultar toda la información y desvelarla al final, como Agatha Christie. Tienes que contarlo y al mismo tiempo engañar al lector».

El éxito de un libro, por otro lado, también establece nuevas fórmulas. En ese sentido, Redondo reconoce que desde el estallido de su trilogía le han salido imitadores. «Me consta que los hay, incluso que se promocionan desde mi editorial, pero me parece bien que se vuelva el foco hacia este tipo de novelas que no se ubican en grandes escenarios urbanos», recalca la escritora. Hay algo más que considerar y es qué supone ser un autor de best-seller. Pérez Gellida sale al paso: «En nuestro país se asociaba a un producto de baja calidad con mucho empuje de marketing, que llamaba estúpido al lector. Es verdad que hay un gran esfuerzo de marketing pero eso no tiene por qué suponer baja calidad literaria que, por cierto, es un concepto subjetivo. Al final, lo que más cuesta conseguir es una literatura limpia».

Tanto él como Redondo se han desenganchado de su fuente de éxito en la siguiente novela. En el caso de la escritora, admite que los lectores le piden que no abandone la saga. Ante el riesgo de que el fracaso le espere al salir del Baztán, Redondo admite que no ha dado con la receta del éxito, a no ser que esa receta sea ella misma: «Ojalá a lo que sean adictos los lectores sea a mi voz, no solo a la trilogía».

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