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Escena

Aquellos pioneros del Teatre Escalante

«Nada interesante pasa después de los 12 años». La frase del creador de «Peter Pan» ilustra la importancia del teatro para niños, olvidado históricamente y que los pioneros del Teatre Escalante pusieron en primera fila. Aquella aventura cumple 30 años. Y ha creado escuela.

Aquellos pioneros del Teatre Escalante

Era 1985. Hacía cuatro años que la Diputación de Valencia había recuperado el teatro del Patronato de la Juventud Obrera, una coqueta bombonera modernista construida a principios del siglo XX en un palacete renacentista del barrio del Carmen de la capital. Pero aquella sala, reabierta como complemento del Teatro Principal, no funcionaba. Los espectadores a cada función se podían contar casi con los dedos de las manos, el teatro estaba obsoleto „por ser generosos„ y el futuro era más que incierto. Planeaba la desaparición. Incluso se habló de utilizar el espacio para ampliar la vecina sala Parpalló, el primer espacio público de arte contemporáneo en la ciudad. La salvación llegó a través de los niños y de la mano de tres personas, dos de Teatres de la Diputació, José Gandía Casimiro y Alfredo Mayordomo, y una externa, el director de escena sevillano José Luis Castro, que entonces se movía por Valencia.

«Había oferta de teatro para adultos en el Principal, había proyectos de rock y jazz en la diputación, empezaban las Movidas de la Dipu para jóvenes en la plaza de toros y teníamos también espectáculos de cantantes y humoristas para personas mayores», explica Gandía Casimiro. Si algo quedaba por atender era el público infantil y familiar.

«Alfredo [Mayordomo] quedó encargado de los números, la producción; yo conocía a Castro del Valencia Cinema y le llamé. La condición que puso fue que traía a su equipo, que se unió al nuestro», recuerda.

Y así empezó la nueva vida del Escalante, un auténtico „ahora sí„ Teatre dels Somnis.

«Lo más difícil fue explicarlo a los políticos, que apostaran por la transformación, que suponía invertir más, claro», señala Mayordomo. Gandía pone en valor el apoyo de Antoni Asunción y Jesús Ros como presidente de la corporación y titular de Cultura, respectivamente. La filosofía del modelo, añade Mayordomo, la tenía muy clara Castro: construir espectadores del futuro solo se podía conseguir transformando a los niños mediante un teatro de calidad, no de segunda, limitado «o simplemente horroroso», como dominaba.

El proyecto comenzó con Fantasia per a un jove trencat, del propio Castro, demostró sus posibilidades poco después con Tarzán y atrajo a niños, padres y profesores. Treinta años después de aquella aventura, «el Escalante es de las pocas cosas que han ido bien en el teatro en Valencia», sentencia Gandía.

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