Contemporáneos (Treinta fotógrafos de hoy) es una selección de la nueva hornada de fotógrafos actuales. Entre esos 30, los hay de nacionalidades distintas aunque la mayoría de los seleccionados son españoles. Y dentro de este grupo, hay una curiosa presencia mayoritaria de valencianos. Cuatro, exactamente: Cesar Blay, Pedro Galisteo, Emilio Roselló, Oscar Vázquez Chambó.
Los géneros y estilos de estos autores son muy diversos. E incluye un total de 200 fotografías. Cada autor lleva su currículum así como un texto redactado por un especialista, que permite conocer mejor la técnica y propósito de cada uno de estos autores, cuya edad media anda en torno de los 30 años.
Como asegura María Isabel Fernández. «Este libro quiere ser el primer paso de un proyecto más amplio titulado Nueva Fotografía internacional en el siglo XXI (que será también una exposición itinerante por España) ideado y comisariado por el fotógrafo Rubén García que busca dar una visibilidad conjunto (no individual) al trabajo de los treinta fotógrafos». De hecho esa exposición itinerante ya ha estado en Valencia, en la librería Railovsky, como en su momento informó este periódico.
El proyecto de Contemporáneos tuvo su origen cuando varios autores coincidieron en PhotoEspaña 2013, donde el fotógrafo Rubén García propuso la idea, para la que asumió el papel de editor y comisario.
Los están presentados conforme a un criterio, irreprochablemente arbitrario, del orden alfabético. Este libro trata de descubrir y consolidar una nueva generación de creadores visuales que aporten innovadores planteamientos estético-comunicativos.
Entre estos autores nos llama la atención el sugerente trabajo de Emilio Roselló. Trabaja a partir de las imágenes que consigue en el programa Street View de Google donde una cámara con nueve ojos registra mecánicamente porciones esferizadas de las calles de numerosos países. De este volumen abrumador de imágenes, Roselló se apropia de aquellas en las que el error de un algoritmo ha desposeído al individuo anónimo de su identidad, al engullir en parte la imagen de su rostro.
El resultado son unos «desretratos» de personas cuya imagen ha sido decapitada.
