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Vuelve la ópera tras los festivales de verano

La temporada en Les Arts ha empezado con La Bohème, pero antes el buen aficionado ha podido recorrer los grandes festivales europeos, desde el pucciniano de Torre del Lago a los británicos de Aldeburgh y Glyndebourne o los de Salzburgo, Pesaro o el legendario Bayreuth.

Vuelve la ópera tras los festivales de verano

Hace ya más de quince años que el Palau de la Música de Valencia celebró el ambicioso Festival Puccini con la programación de nueve de sus óperas. Y con una obra del compositor de Lucca, La Bohème, se ha inaugurado también este año la temporada de Les Arts, nuestro teatro de la ópera. Muchas veces hemos oído decir a nuestros gestores culturales que al público valenciano le gusta Puccini y muchos son, efectivamente, los valencianos que, a falta de nuestro Festival del Mediterrani, acuden al festival dedicado a este compositor que se celebra durante los meses de julio y agosto en la localidad italiana de Torre del Lago, muy cerca de Forte dei Marmi, uno de los puntos de cita de la jet set internacional. Este verano se han podido escuchar en el Gran Teatro all´Aperto Giacomo Puccini las popularísimas Tosca, Turandot, Madama Butterfly y las más raramente programadas que integran Il Trittico.

Pero no solo de Puccini vive el aficionado valenciano, cuyo espectro de interés es mucho más amplio y le lleva a acercarse también al más recóndito Festival de Aldeburgh que tiene lugar durante el mes de junio en dicha localidad situada en la costa este de Inglaterra al norte de Londres. Este festival, fundado en 1948 por el compositor británico Benjamin Britten, el tenor Peter Pears y el director de escena y libretista Eric Crozier, ha arrancado este año con dos interesantísimas óperas del contemporáneo compositor inglés Harrison Birtwistle: The Corridor y The Cure. De Britten, justamente, se ha programado una opera en el Palau de les Arts de Valencia para junio de 2016, A Midsummer Night´s Dream, con libreto basado en la obra de Shakespeare. La primera incursión de este coliseo en el particular mundo sonoro del compositor británico, respondiendo a una demanda de gran parte del público valenciano que disfrutó el año pasado de la meritoria representación de su ópera The Rape of Lucretia en el teatro Capitolio de Godella.

Y precisamente la misma ópera de Britten, La violación de Lucrecia, ha sido representada este verano en el Festival de Glyndebourne, guardián de las esencias del british country life, que abrió su temporada con un inusual Poliuto de Donizetti. En ésta última ópera el papel de Paolina fue interpretado por la soprano americana Ana-María Martínez que, curiosamente, tiene grabada para Decca, con la Orquesta de la Comunitat Valenciana dirigida por Plácido Domingo, la ópera de Puccini Manon Lescaut.

Pero sin duda uno de los triunfadores de este verano ha sido el tenor alemán Jonas Kaufmann. Su Florestán en el Fidelio del Festival de Salzburgo de este verano ha sido un completo éxito. Recordemos que dicho papel ya lo cantó en Valencia en 2011, en Les Arts, siendo ésta la única ocasión en que el tenor muniqués ha cantado una ópera entera en territorio español. Su Des Grieux en Manon Lescaut de Puccini en Munich y su don José de Carmen en Les Chorégies d´Orange, junto con los recitales de Munich, la Scala de Milán o los Proms de Londres han sido las oportunidades que los viajeros han tenido este verano para escuchar a esta estrella de la lírica actual.

También muchos otros han asistido este verano al exitoso retorno del tenor peruano Juan-Diego Flórez al Festival Rossini de Pésaro, en la costa adriática de Italia, con una obra en este caso no operística, la Misa de Gloria. Flórez es una de las asignaturas pendientes de la escena lírica valenciana pues no ha cantado nunca una ópera entera en nuestra ciudad, tan solo un recital en Les Arts en 2011.

La afición wagneriana valenciana, ya notable en el siglo pasado, no hizo sino consolidarse y aumentarse con las representaciones estos últimos años en Les Arts del Anillo del Nibelungo y Tristán e Isolda, dirigidas por el añorado Zubin Mehta, y el extraordinario Parsifal dirigido por el siempre recordado Lorin Maazel, al frente de la magnífica Orquesta de la Comunitat Valenciana. Lamentablemente, este impulso wagneriano no ha tenido continuidad en nuestra ciudad en tiempos recientes, salvo algunas incursiones aisladas programadas por el Palau de la Música. Por lo que un buen contingente de devotos aficionados ha dirigido su GPS este verano hacia la pequeña ciudad alemana donde Richard Wagner estableció su postrera residencia y, con la ayuda del rey Luis II de Baviera, fundó un festival dedicado a interpretar sus diez últimas óperas.

El Festival de Bayreuth es siempre una fuente de noticias para el mundo musical veraniego y las luchas intestinas de la familia Wagner, todavía al frente del certamen, podrían inspirar las tramas más jugosas para los más embrollados libretos. Las tensiones entre las dos co-directoras biznietas de Wagner y medio hermanas; la rivalidad entre el recién nombrado director musical de la Filarmónica de Berlín, Kiril Petrenko, que dirigía brillantemente por última vez el Anillo y el flamante nuevo director musical de Bayreuth, Christian Thielemann, que ha conducido magistralmente la nueva producción de Tristán e Isolda; o los desmayos o caídas de la butaca de la poderosa canciller alemana Angela Merkel en la sesión inaugural, eran algunas de las anécdotas que circulaban de boca en boca durante los largos descansos de las funciones del teatro del festival o las visitas a la villa Wahnfried donde se halla instalado un museo dedicado al compositor, reabierto este año tras años cerrado por obras.

Ha sido el de 2015 un verano musicalmente intenso que al aficionado valenciano, sin duda, le gustaría comenzar en años sucesivos por nuestro temporalmente desaparecido Festival del Mediterrani en Les Arts.

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