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Material sensible

Pantanos

En la juventud, en los actos culturales de mi pueblo, me pirraba siempre por decir unas palabras, sobre todo cuando no se me invitaba a hacerlo. Disparaba hacia todos lados sin tener un objetivo porque supongo que era un rebelde sin causa que en realidad no tenía mucho que decir.

Ahora que, pasados los años, tal vez podría decir alguna cosa, no me gusta mucho hacer discursos salvo entre amigos o colegas (colegas artistas) y para hacer unas risas, pero cuando me piden el speach en la apertura de alguna exposición (mía) ya no me hace tanta gracia.

Así que hace dos meses en mi inauguración en la Fundación Antonio Pérez se me requirieron unas palabras y me limité a agradecer a Antonio y a su fundación el haber acogido mi obra y a los asistentes su presencia. Al día siguiente, en la otra inauguración en San Clemente, pensaba que ya estaba todo dicho, pero no. Vicente Jarque, el sheriff de las dos muestras, llevaba otro papel que leer, porque como también es profesor la cosa académica tira mucho. Tuve también mi turno y me limité a hacer un chiste sobre el calor (agobiante) que nos envolvía y ya está. Creo que al menos no hice el ridículo como solía de joven.

A mí, la verdad, como que me gustan estas cosas es como siempre las han hecho en el IVAM. Por la mañana rueda de prensa, donde se dice lo que haya que decir y por la tarde se abre la sala y ya está. Como en las salas del Ayuntamiento de Valencia. Aquí, en la rueda, se ve que estaba yo dicharachero y la concejal del ramo, M. José Alcón, estaba entusiasmada y simpatizamos bastante, después la han pillao con el carrito del helao, lo que demuestra que el arte, contra lo que digan algunos, también está integrado en la normalidad social. Pero si que hubo un acto en la del Instituto Francés, y aunque no tuve que hablar, si estuve allí arriba de plantón, así que comencé a cambiar de pie, a hacer visajes y a hacer el indio en general. Casi mejor decir algo.

Pero lo malo, lo peor, son los bolos de los pueblos. En Alzira ya saben que en una exposición mía (que tardarán mucho en ver otra) no hay discursos. Porque es que hay políticos de pueblo (aún más que de los otros) que les va un montón inaugurar cosas, y a mí no me va nada que inauguren pantanos a costa de mi trabajo. Ni un duro.

Aún hay quien llega más lejos, porque hay gente que no tiene temor de Dios: en Algemesí, bonito pueblo, editaban un triptiquito para las exposiciones en el Casino Liberal, y dos páginas del mismo estaban ocupadas por sendos textos firmados al menos por el alcalde y el concejal de Cultura y con la correspondiente fotografía de cada uno, inversión que me parecería más adecuada y justificada de serlo en una foto del artista, y más aún en las fotos de dos obras, que es de lo que se trata.

Y aún hay quien va muchísimo más allá, el papismo más allá del Papa. Un pintor cuya inauguración coincidió con un pleno municipal e hizo convocar otra por la mañana para que pudieran acudir los ediles y así hacerse las fotos. Pintores funcionarios no solo los hubo en la Unión Soviética.

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