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Material sensible

Una bisagra

Enumera Antonio Muñoz Molina en su artículo de Babelia los objetos que una mujer va nombrando a la vez que los extrae de su bolso, acción que sucede en una película de Buñuel. No cita de que película se trata y es extraño que yo no consiga ubicar esa escena porque si hay un director que me apasione, de quien haya visto multitud de veces sus films y que crea conocer a fondo, ese es Luis Buñuel (escribir conocer «a fondo» tratándose de Buñuel no deja de ser una broma bastante estupenda. O estúpida).

Entre esos objetos, corrientes todos dentro de un bolso femenino, hay una pequeña llave, o yo la imagino así, a la que la mujer identifica como la llave de los sueños y eso es todo por lo que respecta a ese objeto; no hay ninguna otra referencia en la película al mismo, sea esencial para la comprensión (¿comprensión?) de la obra, o sea anecdótico, como prefieran.Ni se trata aquí de contradecir a Buñuel ni tampoco a Muñoz Molina, pero prefiero creer que a los sueños no se accede con una llave sino mediante una bisagra. Las bisagras se componen, sin contar su eje, de dos partes: una fija y atornillada al marco de la puerta o de lo que se trate, y la otra móvil, que es la que gira sobre la primera y nos permite pasar, mientras pasa ella misma, al otro lado.

He podido observar a veces como un objeto, o mejor su imagen, pensado en estado vígil, se transforma sin transición en otro coincidiendo con el momento en que se ingresa en el sueño. Y he podido constatar el hecho, difícil de determinar, del paso al mundo onírico, precisamente por la rápida metamorfosis del objeto que me ha sobresaltado y hecho despertar al instante. ¿Es este segundo objeto la traducción al lenguaje onírico del primero? ¿Es su símbolo? ¿Es su significado desde allí? ¿O es el mismo objeto?Los llamo objetos-bisagra. Y también he sido autotestigo del giro y la conversión de palabras-bisagra, de las cuales he ido haciendo una pequeña lista, y de las que si cuya existencia estuviera fundada, podríamos hablar no ya como pertenecientes al lenguaje onírico sino a una lengua onírica. Tenemos en la mente una palabra, la bisagra gira, y en la otra cara de la parte móvil aparecería la palabra correspondiente del otro lado. Sería como si en esta cara de aquí tuviésemos un rostro de Jano y en la de detrás, en vez del otro rostro del dios, tuviéramos el de Hipnos, al que curiosamente se representa parecido pero alado. Aún no he encontrado el modo de representar visual y satisfactoriamente esa bisagra que se mueve del pensamiento vígil al onírico, lo que no significa que no pueda hacerse, es solo que aún no he llegado ahí. Lo acabo de hacer con palabras, creo que sin estar del todo mal, ¿Por qué no con imágenes?

Pero no solo Buñuel habla de una llave de los sueños. Dentro del ciclo Randolph Carter, H.P. Lovecraft tiene dos relatos: La llave de plata y A través de las puertas de la llave de plata.

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