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Arte

(Un apocalíptico) Mickey Mouse les dice adiós

Mickey es para Juan Cuéllar un modelo de ciudadano «universal, democrátrico, industrializado e imperialista»

«El estrecho», parte del universo Mickey Mouse generado por la pintura de Juan Cuéllar.

Hace una década, el estudio del ceramista y pintor Xavier Monsalvatje en Moncada era un lugar plácido en el que el visitante podía entablar conversación con el artista mientras tomaba una taza de té y pegaba un vistazo a las últimas piezas cocidas, o el cuadro o dibujo o boceto en marcha. Los domingos, por si fuera poco, había paella, ping pong y amigos, como el también artista Juan Domingo, de visita.

Nunca vimos torcer el gesto a Xavier Monsalvatje, sobrino-nieto del célebre compositor y hombre culto y educado, por lo demás. Tan sólo en una ocasión lo encontramos contrariado. Y no poco: no sabía cómo sacar adelante una serie de cerámicas basadas en la figura de Mickey Mouse que el pintor Juan Cuéllar le había encargado. Algo que resolvió en parte luego de no poco esfuerzo; tal era la complejidad que planteaba su realización. Con el tiempo, otro ceramista, Juan Carlos Iñiesta, lo relevó en la tarea.

Juan Cuéllar (Valencia, 1967) estaba en Italia cuando introdujo por primera vez a Mickey Mouse en uno de sus dibujos. Corría el año 2002.

Acababa de llegar a Venecia procedente de Roma, donde había transcurrido su periplo como becado de la Academia de Bellas Artes de España. En la ciudad de los canales se instalaba gracias a otra beca, la Fortuny. Allí apareció por primera vez Mickey Mouse, un Mickey que, como no podía ser de otro modo, llegaba enmascarado.

En todo este tiempo, Juan Cuéllar no ha dejado de desarrollar la figura del popular personaje. Y ello, a través de cambios que podemos rastrear en su iconografía: si en un comienzo encontramos al mencionado Mickey Mouse enmascarado, más tarde el artista lo sintetizará para, finalmente, reducirlo a una cabeza que aparece siempre desafiante en sus composiciones; epítome de un tiempo que es el nuestro: el de un capitalismo desbocado que, en sus múltiples embestidas, parece querer acabar con el estado del bienestar. O, dicho de otro modo, de cómo Mickey Mouse pasa a convertirse en imagen emblemática («modelo de ciudadano universal, democrático, industrializado e imperialista», en palabras de su autor) de este mundo estandarizado, fruto de la globalización.

Standard, la muestra que recoge algunos de sus hitos -llevada a buen puerto por su comisario, Álex Villar-, pone punto final al desarrollo de esta figura de su repertorio iconográfico. Es hora, pues, de hacer balance frente a un buen número de obras creadas en poco más de una década.

Entre ellas, algunas tan emblemáticas como Birds, un óleo de grandes dimensiones pintado en 2010 que se alzaría con el galardón que otorgaba precisamente el Premio de Pintura Ciutat de Algemesí un par de años más tarde. La referencia al film homónimo de Alfred Hitchcock hace de ésta -como poco- una pintura inquietante (un rasgo compartido con el resto de las obras expuestas). Anticipa, del mismo modo que una escena medieval del Apocalipsis, lo que habrá de llegar.

Otras obras rebosan sentido del humor. Corrosivo, ciertamente. Gold (2005), sin ir más lejos, pone en escena a Mickey Mouse mientras contempla en penumbra una de las latas de la Merda d´artista de Piero Manzoni enmarcada lujosamente. La constatación de que el mercado, en su sed insaciable, lo fagocita todo. Incluso el antiarte de Marcel Duchamp y sus muchos epígonos.

Hay más: la serie de collages Cut, grafitos sobre papel como Fredo and me. The essence of capitalism, óleos como Citizen o 2009 (en torno a la última de las crisis económicas) y otras obras llegadas de muy diversas procedencias. Una oportunidad para constatar el largo alcance de una serie de obras en torno a los excesos de la época contemporánea. Una tarea ímproba. Que le pregunten, si no, a Xavier Monsalvatje

[NOTA: Monsalvatje, aquí, se escribe con "j", no con "g", como el tío-abuelo; tiene una larga explicación]

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