Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cine

Daniel Craig contra el doctor 007

El autor del texto rememora su admiración por el último James Bond cuando recorrió la escena valenciana, aprovechando la actualidad de «Spectra», su última película

Daniel Craig contra el doctor 007

Spectra fue preestrenada, hace apenas unas semanas, el Día de Difuntos (DD), en México (DF), con asistencia de todo el reparto. Y el consiguiente anuncio de Bárbara Bruccoli de que prepara ya la 25 secuela de la serie y lo quiere a Craig como James Bond. El actor no soltó prenda. «Estoy cansado, quiero ir a casa» como solía decir Greta Grabo y Billy Wilder recogió en Fedora. Cualquiera estaría cansado, diez años encarnando un mito y cuarta encarnación y le amenazan públicamente con retenerle un poco más, lo que a su entender es un secuestro (de persona, vida e imagen). La fiesta mexicana estuvo acompañada por calaveras, que tienen su momento en el filme en esa plaza del Zócalo en la que casi todo lo pone el arquitecto valenciano Tolsá, lo que no deja de sorprender en la sala donde la veo a mis vecinos, que oyen el comentario que se me escapa en voz alta. No todo va a ser cultura de masas y banalidad.

Sam Mendes ha hecho suyo el material y sólo con esa condición ha filmado y firmado. Monica Bellucci llegó madura y en sazón pero desbordantemente bella, y la francesa Léa Seydoux también sale muy satisfecha de la aventura de ser chica Bond. Claro que ahi entra un homenaje a Ingrid Bergman y Gregory Peck, en Spellbound de Hitchcock y luego a su Encadenados, letal por necesidad para la memoria. Y no menos a North by Northwest, del mismo maestro. Se da el caso, ya enfermizo, que Mendes la usa para ir transformándola, como hacía Archibaldo de la Cruz a su maniquí, para que poco a poco sea la reencarnación de Kate Winslet, lo que nos sitúa en una «morbosa secuela secreta de Vértigo, de entre los muertos». La escena del tren, que ha salido de Tánger mon amour -y atraviesa el bled marroquí- mientras vemos a esta pareja transformarse de repente en dos amantes forzosos. «No me mires así» espeta ella. Y Bond tiene el don de la réplica o line: «No me deslumbres así». Queda para la eternidad del cine, ese instante en movimiento, aunque el erotismo está tasado para todos los públicos.

Esperábamos mucho del doblemente oscarizado Christoph Waltz -que me imita en este filme en mi actual estado, voz gangosa incluida-, y como el actor es grande, aunque no alto, como villano, le ha dado la vuelta al calcetín; él puede y hace maravillas con su capa y de su máscara un rostro, que juega constantemente al escondite, si soy quien soy, adivina. Y nos llevará por derroteros muy freudianos que no puedo revelar a no ser que quiera ser asesinado por los espectadores.

Mendes le ha servido o se ha servido de este Spectra para hacer una obra lo más suya posible o un tiramisú con muchas capas. Algunas son citas de los títulos de crédito famosos, otras vienen del teatro (como la segunda secuencia, sacada de Ricardo II, escena primera, con los York, viuda incluida) cuando Monica Belluci -que no está tan arrebatadora como la gran mexicana, María Félix, en manos de Luis Buñuel (La fiebre monta al Pao)- le dice que la van a matar por su culpa y a él también. «Tenemos 5 minutos, los podemos aprovechar». Y lo hacen. Esta Spectra en la que el actor Daniel Craig pone su nombre también como productor, y su nombre en letras de molde, también va antes que el título de la película. Al tiempo que nos desayunamos estos días con una publicidad de Omega, de un nuevo modelo, Spectra, creado para la ocasión, y el eslogan «sólo en cines». Si se pudiera verle en directo, en escena, como antes, encarnando a Leonardo o al presentador de Cabaret. A muy altas horas le quedaba energía, cómo no, a su edad, tierna edad. O al borde de la piscina del hotel Las Arenas, vestido por Tom Ford, pañuelo como orquídea en el bolsillito, en vez de arma, no menos letal. Eso fue por culpa de Quantum of solace (qué significa, ay, no me lo planteo).

Por el medio pongan otra película, 007: Operación Skyfall de la licencia. Y unas cuantas sin la marca que no han funcionado, pero ahí está la productora prepotente, Barbara Bruccoli, afirmando que «yo tengo al tigre cogido por la cola», por si intenta escapar y ser alguien más. Porque Danny quiere ser otros y no quedarse en un 007 más, que da popularidad y riqueza, pero que le limita. ¿Quién se conforma con ser solamente una secuela?

A él le importa y mucho que se sepa que puede hacer clásicos, musicales, comedia, cine de autor (La madre) o blockbusters. Y películas independientes o indies a mucha honra. No tiene límites y un día se le despertó la ambición, pero ya había demostrado el talento. No como Sean Connery, que sólo era modelo y había salido en un musical para mostrar cuerpo. Sí, más adelante y a partir de Odio en las entrañas, desplegó sus mejores cualidades. El caso de Craig es el opuesto, subió a las tablas joven, creció en ellas, triunfó, hizo en Islington, con Sam Mendes, grandes puestas en escena y debutó en New York por todo lo alto en el papel que llevó al Oscar a Joel Grey, muy justo. Y él fue best actor of the year (tengo dos amigos que lo han ganado, es difícil, sin regalar rólex).

Y ha reconocido que su objetivo era ser dirigido por este mismo, el que le llevó a Camino de perdición, haciendo de malo, malísimo, junto a Tom Hanks. Ahora podrían repetir, al revés, a los dos les convendría, ese cambio. «Le he llamado ocho veces cada día» declaraba en una interviú reciente para el lanzamiento en el que luce sinceridad y de forma desafiante señala que su 007 tiene fecha de caducidad. También lo dijo en Valencia entonces, y le puedo oír, en su inglés raro, porque tengo grabado hora y media de entrevista y la pongo por puro morbo y qué si no. Es un lujo.

Pero además flota la sombra de una idea, utópica y descabellada, de verle en Valencia otra vez, porque el que se va vuelve, sólo puede retornar Ulises si se ha ido (siete años el héroe imperecedero de Homero). ¿Podemos desear verle en un teatro, a ser posible el Principal, donde reinó, o el Rialto, donde ensayaba Macbeth? Nada impide que alberguemos un sueño y empujarlo para que sea realidad, es lo que podemos hacer a veces, a pesar de los escasos medios, para que cuaje, eso se llama montar un proyecto y es titánico, para morir en el empeño. Aprovechar el tirón es fácil y hay cierta sensibilidad y recepción positiva. O eso parece. Si a Shakespeare le parecían Trabajos de amor perdidos no nos parecen tales, que nos arrastra a una conjunción favorable de estrellas, tres al menos. ¿Hay que llamar ocho veces al día? Alguien se encargará de esa tarea, siempre quedará la posibilidad de regalarle el vídeo (en DVD) de su Blood weding, lo tenemos y es una joya, para la historia del teatro o el cine (no, la filmoteca ni lo tiene ni lo va a tener, no a ésta no). Porque no será por dinero. No lo tenemos. Para ello Daniel Craig tiene que ganarle la partida a Doctor 007.

Compartir el artículo

stats