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Terror en el museo

Oigo en Radio 3 que van a emitir desde el Museo del Prado El viaje de los sentidos (mira, oigo algo de los sentidos y me pongo a temblar). Habría que pensar que se tratará de la música que ponía Velázquez en el radiocasette mientras pintaba. O Goya (aunque Goya ya tendría CD). Pero no. Es la música de Radio 3 que no pega nada.

Estas iniciativas deben de ser (creo) por aquello de la interacción de las artes. A casi todos los que tenemos por costumbre pintar, más pronto o más tarde se nos ha aparecido un aprendiz de músico fumado o con algún trastorno que nos ha pedido que le pintemos un cuadro (gratis) para él traducir sus ritmos, colores y tonos al pentagrama, porque como es sabido el color verde es mismamente clavado a la nota «si», y si andas fijándote un poco te sale una sinfonía de corrido (o como poco un minué).

A parte de lo que fume el músico transponedor a mí todo esto de las artes y los vasos comunicantes nunca ha dejado de parecerme más que otra tomadura de pelo basada en la torpe idea de la desacralización del arte, y digo torpe porque el arte más profano y profanado ya no puede estar. En el IVAM, durante la etapa Ciscar, que a algunos más que una etapa nos pareció el eón Ciscar, puses hubo exposiciones de moda (pero de moda, a ver si me entiendes), de delirante peluquería, catas de vino, exposiciones de azulejos y estilismos y demás mariconadas variadas.

Pero en la actualidad sin ir más lejos, hubo el otro día una acampada de jipis en el interior del IVAM. Parece ser que la idea inicial que movió a estos precursores de la acampada sin pinos fue el inducir a la reflexión sobre la pregunta: «¿Qué pasa cuando no pasa nada?». Es obvio que la pregunta no es la misma si estás entre arte que si no lo estás (para nada), pero como no iba a irme al museo, porque como en tu cama en ningún sitio, rodeé esta con cuadros míos (que espero que valgan) y me puse a meditar un buen rato la pregunta, que, joder, es que es una pregunta muy fuerte, es por lo menos un koan, tú. Pues lo resolví: cuando no pasa nada, lo que debe de incluir, supongo, que a vuestro cerebro tampoco le pasa nada, es que este está en su estado vegetativo habitual.

Lo que también me pregunto es si aparte de pensar bobadas los acampados hicieron fuego de campamento y cantaron el Cumbayá, o como se escriba, y si se dedicaron, como cuando yo era un niño infantil, que era de la OJE y Joan Llinares era mi jefe de centuria, a pintar la cara con el dentrífico a los que durmieran, aunque en este caso hubieran sido más propios y debido estar permitidos los tubos de óleo (mayor diversión también).

Y otra cosa de la que no me acordaba de cuando era un niño infantil es que las Historias para no dormir de Ibáñez Serrador no hacían eco en mí, pero Belphegor el fantasma del Louvre si que me aterrorizaba de verdad, y oye, si lo piensas, un museo que se precie debe tener su fantasma, y de fantasmas en Valencia vamos sobrados. Podrían poner alguno.

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