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El incendio y la palabra

Pensar políticamente desde la pintura

Pensar políticamente desde la pintura

En El incendio y la palabra la pintora Mery Sales desvela algunas de las claves del pensamiento de la filósofa de origen judío-alemán y teórica política Hannah Arendt (Hannover, 1906-New York, 1975), quien con seguridad compartió «el sentimiento de culpa» expresado por su compatriota Walter Benjamin. Ese «oscuro sentir», y sentir lo oscuro social, al que Hannah Arendt se enfrenta con claridad de percepción y raciocinio al afirmar que «comprender no significa (€) negar lo terrible (€). Significa, más bien, analizar y soportar conscientemente la carga que los acontecimientos nos han legado sin, por otra parte, negar su existencia o inclinarse humildemente ante su peso».

Fue el incendio perpetrado contra el edificio del Reichstag en Berlín el 27 de febrero de 1933 el hecho que activó la conciencia de Hannah Arendt respecto a la realidad circundante y apeló a su libertad en demanda de acción. La propia Arendt, en una entrevista con Günter Gaus, declaraba: «En 1933 ya no era posible la indiferencia. Ni siquiera antes lo era (€). Pero, desde 1931 estaba plenamente convencida de que los nazis se harían con el timón del país. No me impliqué sistemáticamente hasta emigrar». De hecho, tal y como afirma la autora, y como cualquiera de nosotros, como testigos del incierto destino que espera a los refugiados en el momento presente, podría suscribir, «la política general se volvía un asunto personal cuando se emigraba». Exiliada en París, Arendt colaboró con la resistencia judía en su condición de paria, término con el que prefería autodenominarse como ciudadana desposeída del derecho a tener derechos, y en 1941 se refugió en Estados Unidos, donde vivió hasta su muerte, y donde llevó a cabo su extraordinaria, comprometida y polémica obra teórico-política.

Es sobre las cenizas de aquel incendio y sus dramáticas consecuencias que Arendt construye su pensamiento. «Lo esencial para mi es comprender -declaraba-, y escribir forma parte de ello, es parte del proceso de comprensión (€) Para mi de lo que se trata es del proceso de pensamiento en sí mismo. Cuando consigo desarrollarlo me doy personalmente por satisfecha del todo. Si además logro expresarlo adecuadamente en la escritura mi satisfacción es doble». «Narrar lo que sucedió» para superar lo acontecido, según expresaba Isak Dinesen, a quien cita la autora en el capítulo dedicado a la Acción en su obra La condición humana, y comprender a partir de los hechos los totalitarismos, las revoluciones, las fracturas en democracia, la naturaleza de la condición humana, la «banalidad del mal», y también, la vida del espíritu, obra cuya escritura no terminó Hannah, subrayando siempre, mediante un discurso sin concesiones, la exigencia de la ética política.

El encuentro vital de Mery Sales con Hannah Arendt tuvo lugar hace años, cuando elaboraba su tesis doctoral, La vitrina de la memoria. Testimonio poético de la segunda mitad del siglo XX en la pintura de Gerhard Richter. Figuras claves, respectivamente, del pensamiento y el arte del siglo XX, nacidos ambos en Alemania, Richter y Arendt comparten la experiencia vital del nacionalsocialismo y sus terribles efectos, aunque desde una perspectiva muy diferente: Arendt hubo de exiliarse por su condición de judía, y Richter, un adolescente entonces, permaneció en el país subsumido por el régimen nazi, pasando a ser ciudadano «del otro lado» durante la Guerra fría. El valor testimonial de la obra artística de Richter y su relevancia en la plástica contemporánea se muestra en relación con la validez y vigencia del pensamiento de Hannah Arendt, con el que el artista se identifica en el distanciamiento respecto a las ideologías y la proximidad a la tesis de la «banalidad del mal». Cada uno a su modo, desde el lenguaje que les es propio, escritura o plástica, expresan la misma necesidad de dejar memoria de los hechos, para superarlos, si ello es posible, desde la práctica de un pensamiento crítico y la conciencia de los valores éticos que posibilitan otra vía.

¿Cómo pensar políticamente desde la pintura?, interpela Mery Sales. Sus propias palabras, al escribir sobre la razón pictórica en relación a la razón poética de María Zambrano, dan respuesta: «Mucho antes de cualquier razón posible, existe una necesidad básica de encontrar el valor oculto de lo que intuyo, descubro y voy aprendiendo con el paso del tiempo. Pintar puede verse, en este sentido, como una forma alternativa de pensar que me empuja a visualizar y hacerlo de otra manera». Y ¿cómo dar visibilidad a la teoría política y el juicio moral desarrollado por Hannah Arendt? ¿Cómo presentar pictóricamente el tema y mostrarse en sintonía?

Al objeto de confrontar las ideas, Mery Sales se sumerge en el «horizonte cultural definidor» de la obra de Hannah Arendt, cuya formación filosófica le hace transitar desde la teoría de las ideas de Platón al racionalismo moderno de Kant, del pensamiento existencialista de sus maestros Heiddeger, y Jaspers, a la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt y el concepto de la Historia como construcción de Walter Benjamín. Desde la propia experiencia política, y con la finalidad de comprender el tema inherente desde el horizonte de la contemporaneidad, Mery Sales entabla un diálogo en el que «el arte se dirige a nosotros», como expresa Gadamer, propiciando el intercambio estético. Su reflexión pictórica sobre la realidad se apoya en esa verdad manifiesta por Arendt que parece referir nuestro horizonte actual: «La razón política del bien común ha quedado relegada a otros intereses que contravienen su objetivo. Es necesario tomar partido, manifestar los pensamientos, la reflexión en torno a ellos, para comprender hechos y razones».

Hechos y razones, acción y discurso, trazan la estructura narrativa de la exposición de Mery Sales El Incendio y la palabra, donde «el arte nos ´habla´ de la misma manera que nos ´habla´ el lenguaje», posibilitando el entendimiento que revela la realidad. Óleo tras óleo, la serie compone un todo coherente en el que la artista, partiendo del análisis crítico realizado por Arendt, y, a través de su propia experiencia vital, transita de lo concreto de los acontecimientos a lo abstracto del pensamiento para comprender la historia común contemporánea. El discurso pictórico se articula en torno a la idea del Incendio, hecho detonante del nazismo y razón del principio del comienzo en la obra de Hannah Arendt, que actúa como unidad de significado, y cuya imagen de fuego está en estrecha relación interpretativa con el concepto de Infierno, considerado símbolo de la catástrofe. Como escribió August Strindberg: «el Infierno no es algo que pueda erigirse frente a nosotros, el infierno no es otra cosa que esta vida» .

La exposición comienza por el principio, el Incendio en el espacio dedicado a Hannah Arendt y al origen de su pensamiento. En Arde el Reichtag, la artista pinta la potente deflagración, la intensidad lumínica del fuego, el fragor de las llamas, ese «fuego grande que abrasa lo que no está destinado a arder»€, el infierno desencadenado en Europa.

El espacio central orienta la reflexión en torno a la violencia y la libertad. Una pluralidad de óleos en tamaño y formato componen el amplio panel, a modo testimonial, en el que confrontando imágenes diversas transforma nuestra percepción sobre la violencia y la fractura que representa cualquiera que sea el contexto: la dictadura del franquismo, la segregación racial, el desastre ecológico del Prestige, la deriva de los emigrantes, la somnolencia colectiva€ En el horizonte de la mirada, entre el montaje descrito y los óleos referidos a la libertad, Mery Sales presenta un díptico del mar en tempestad que reclama contemplación y titula Limbos, esos inciertos lugares de espera y tránsito, ámbito de meditación e imagen simbólica del abismo. Al otro lado, las pinturas nos hablan de la colectividad, del valor de la pluralidad, de la libertad inherente a la condición humana, de la capacidad de actuar, y de la responsabilidad ante el objetivo común del bien público.

La exposición se cierra con la idea de compromiso. Ante un nuevo retrato de Arendt, la artista reivindica la «justa postura en no admitir la teoría de la culpa colectiva», defendida por la filósofa, y reclama pictóricamente el pensamiento para eludir «el movimiento predeterminado de una masa». Su compromiso contra la deriva de los acontecimientos, tomando partido, supone exponerse públicamente, «sin barandillas», como escribió Hannah Arendt y titula uno de sus cuadros. Arendt en persona entrevistada en un vídeo; cincuenta fragmentos de su boca al hablar en el políptico Trazos de una voz, y una Vitrina de la memoria, dejan huella del proceso creativo de esta meditada serie pictórica que concluye con otro óleo de un mar tenebroso, El Mal, pieza con la que nos alerta de su permanencia y, también, de su banalidad, para actuar en consecuencia.

Pensar políticamente desde la pintura, como hace Mery Sales, se revela como medio tan veraz como legítimo para interpretar el mundo -entendido a la manera de Arendt como espacio político-, planteando que otra realidad es posible desde el compromiso.

*Historiadora del Arte

*Historiadora del Arte

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