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Crónicas de la incultura

Suplementos literarios

En estas festividades tan entrañables una de las cosas que más nos tocan las entrañas es la necesidad de culminar con éxito una larga lista de regalos. Pero como le regales a tu cuñado cualquier cosa que lo ponga en evidencia -y es tan fácil retratarlo como lo que es: un cenutrio sin solución-, tu hermana no te lo perdonaría nunca. Su marido se cree un genio de la informática, de manera que si le regalas una tableta de última generación puede que te perdone la vida explicándote que eso ya no se lleva, pero, si para no complicarte la existencia, recurres a un juego de corbatas, seguro que se ofende y te lo agradece con el tradicional comentario hiriente de «ya está aquí la corbata del 2016».

No es fácil entender de todo -salvo para mi cuñado, claro-, así que este año he optado por tirar de catálogo. En estas fechas las revistas y los prospectos de los grandes centros comerciales están llenos de sugerencias novedosas: uno no sabe casi nunca lo que está comprando, tiene claro que es una clavada, pero también sabe que estará de moda y que el agraciado apreciará el regalo. Así he procedido con casi toda la familia, hasta que me he tropezado con un escollo inesperado. Resulta que una prima hermana tiene un hijo adolescente y cuando le pedí sugerencias para regalarle un pequeño detalle me dijo que lo que más le gustaba era leer. ¿Leer?: casi me da un soponcio. ¡O sea que ese chico de mirada torva, extraños tatuajes y un piercing que le cuelga de la nariz, al que yo tenía catalogado mentalmente como medio delincuente, resulta que es un intelectual! ¡Para que te fíes de las apariencias! Lamentablemente, con esto aún no está todo dicho. Vale, le gusta leer, pero qué clase de libros y, sobre todo, cuáles le faltan. Por fortuna también en el campo de la cultura existen los catálogos. Se llaman suplementos literarios y suelen acompañar a los diarios el sábado.

Mi quiosquero me miró con incredulidad cuando me vio cargar con cinco periódicos a la vez. ¿Qué pasa, que sale Vd. hoy en los periódicos? „No sería la primera vez, le dije con frialdad. Entonces va y lo arregla: „Perdone, es que los de la falla de la esquina también me compran todos los periódicos cuando salen sus hijas en la presentación. Ni le contesté. Me llevé los periódicos, extraje los suplementos y me puse a hojearlos repantingado en el sillón. Estaban el A€, el B€, el C€, el C´s€ (nada que ver con un conocido partido político, aunque ambos sean de la misma ciudad) y el P€ Ahora sí que iba a quedar bien. Sin embargo, luego resultó que no era tan fácil como parecía. Por ejemplo, el A parece más un manual de literatura que un repertorio de novedades: cuando ofrece panoramas retrospectivos suele estar muy bien, pero a la hora de aconsejar lo último que ha salido, siempre se le va la mano (derecha) en la ideología; es como si el tiempo no hubiera pasado. Tampoco el B es más fiable: aunque se proclama progresista y antiimperialista, solo le interesa lo que se publica en EE UU y sus críticos parecen levitar cuando se acuerdan de los meses que pasaron en Nueva York; además, las casas editoriales que reseña siempre son las mismas, casualmente las que pertenecen al grupo que posee la cabecera en la que sale el suplemento. En cuanto al C, ¿qué quieren que les diga?: sus críticas están bien, pero no te haces una idea de las novedades (que confunde con la lista de ventas), aparte de que la literatura solo ocupa un espacio menor. Algo parecido cabe decir del C´s, que es un excelente suplemento que podría haber servido de contrapunto al paletismo centralista de los otros tres y que, sin embargo, acaba cayendo en el centralismo alternativo. Así que, al final, me decidí por los consejos del P€, que es un suplemento de provincias, pobre, pero honrado. Y si el libro no le gusta al chaval, siempre puedes regalarle una entrada para algún espectáculo de los que recomiendan en La Cartelera del día anterior.

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