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Aprendiendo en sociedad

Aprendiendo en sociedad

Imagine el interior de un automóvil en el que una familia viaja hacia el lugar de recreo dominical, provista de todos los bártulos necesarios. Al tedio de la conducción rutinaria se suma la insistente voz de la progenie exclamando en intervalos variables un lastimero «¿hemos llegado ya?». Un lamento que podría ser interpretado como «¿ha llegado el momento de deshacernos de las cadenas de vuestra tutela y salir a jugar?»; «¿podemos, al fin, pensar, actuar por nosotros mismos?».

A menudo se dice aquello de que «la española es una democracia muy joven» para justificar cierto empeño paternalista en tutelarla, en dirigirla y en definirla. Sin embargo, han existido desde su nacimiento iniciativas destinadas a dotar a los ciudadanos de las herramientas necesarias para que cada cual forme su opinión, su concepción del entorno y para que pueda decidir libremente el camino a seguir.

En los albores de la transición democrática, una activista metida a editora llamada Rosa Regàs publicó una colección de ensayos aglutinados en la colección Biblioteca de Divulgación Política de la editorial La Gaya Ciencia. Se cumplía un año de la muerte del dictador y, ante el horizonte de las primeras elecciones democráticas, urgía aclarar la confusión generalizada entre las distintas tendencias, partidos y conceptos políticos de los que la mayoría de la población apenas había oído hablar desde la Segunda República. Aquella colección albergó más de cuarenta títulos entre 1976 y 1978, y tuvo un éxito de ventas arrollador en el seno de una sociedad que reclamaba su papel protagonista en el cambio político. Sus autores eran destacadas personalidades del momento -algunas de ellas, aún en la clandestinidad- como Felipe González, Federica Montseny o Eduardo Haro Tecglen, y abarcaban la totalidad del espectro ideológico.

En 1977, un trío de amigos formado por los periodistas Miguel García Sánchez y Adriana d´Atri, junto a la economista Curra Orozco, se propuso adaptar ese espíritu de divulgación política a los lectores más pequeños. A la manera de los colectivos artísticos de la época, decidieron anular sus individualidades como autores conformando el Equipo Plantel, nombre que jugaba con la polisemia de la palabra plantel, entendida como un conjunto de personas con características comunes pero también como el lugar en el que se planta la semilla para que germine. Contactaron con el ilustrador Luis Felipe Santamaría y, de la unión de todos ellos y de Rosa Regàs, nació Libros para Mañana: una colección de cuatro libros que hablaban de conceptos como la dictadura, la democracia, las clases sociales y la igualdad entre géneros, de un modo ameno y accesible y que nacía de la intención de educar a las futuras generaciones en los valores de la democracia, la igualdad y la justicia social.

Sin embargo, pese a que llegaron a venderse cerca de 4.000 ejemplares, parecía que ese «mañana» no llegaba todavía: «En algunas escuelas, los libros tuvieron muy buena acogida, pero en la mayoría no los vieron, ni los miraron siquiera. La crítica apenas habló de ellos», cuenta Rosa Regàs, y añade que, a diferencia de lo ocurrido con la Biblioteca de Divulgación Política, modelo reproducido por otros proyectos editoriales de aquel tiempo, Libros para Mañana no halló réplica ni continuación alguna.

Tuvieron que pasar casi cuarenta años para que aquel empeño editorial volviera a las librerías, las escuelas y las bibliotecas, esta vez de la mano de Vicente Ferrer y Begoña Lobo, de la editorial valenciana Media Vaca. En 2012, preparando una charla sobre el libro ilustrado, encontraron en su biblioteca un ejemplar antiguo de Hay clases sociales. Después de releerlo y quedar estupefactos por su actualidad, consiguieron los títulos restantes en distintas librerías de viejo y decidieron volver a publicarlos manteniendo intactos los textos originales y el nombre de la colección.

Así, tras más de dos años y medio de trabajo, los libros Cómo puede ser la democracia, Así es la dictadura, Hay clases sociales y Las mujeres y los hombres, fueron editados en 2015 por Media Vaca, poniendo un gran esmero en la edición y las ilustraciones de Marta Pina, Mikel Casal, Joan Negrescolor y Luci Gutiérrez, gracias a las cuales consiguieron revitalizar los textos, acercándolos al contexto actual y abriendo nuevas vías de interpretación. Un excelente trabajo que ha hecho que el conjunto resulte, en palabras de Vicente Ferrer, «más alegre y humorístico que en la versión original, sin renunciar, por supuesto, al espíritu crítico, premisa fundamental desde el principio».

Cuatro títulos a medio camino entre el libro informativo y el álbum ilustrado, que se esfuerzan en enseñar a comprender el mundo de una manera lúdica, al tiempo que potencian la curiosidad por el autoaprendizaje y que, a diferencia de lo que ocurre con los libros de texto, pueden ser leídos cuando y como cada uno quiera, sin tener que rendir cuentas a ningún adulto. Una colección ideada para el día de mañana que, en su segunda vida, vuelve a poner a disposición de los más pequeños las herramientas necesarias para la convivencia en un momento en el que la ciudadanía demanda de nuevo su papel protagonista en la vida política. Un deseo al que responde el aforismo mediavaquense: «hay que inventarse los libros que no existen para que la gente que no existe exista». ¿Habremos llegado ya?

*Gestor cultural, crítico de arte e ilustrador

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