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Francotiradores de la edición

La creciente aparición de editoras pequeñas está cambiando el dibujo de la industria

Francotiradores de la edición

La industria editorial tiende a concentrarse. Unas pocas firmas se reparten el pastel. Se publica a mogollón y, en demasiadas ocasiones, malo. Los autores sudan tinta para ver impresos sus manuscritos, aunque sea con tapa blanda. Si no hay premios no hay libro. O recomendaciones. Algunos autores se auto editan. Pero la creciente aparición de editoras pequeñas está cambiando el dibujo de la industria. Las editoriales independientes valencianas cada vez son menos periféricas.

Los grandes consorcios copan el mercado global con tiradas millonarias basadas en el marketing. Parece que no queda sitio para los pequeños editores, y menos para los autores inéditos. Es una visión engañosa porque los editores artesanos de vocación, se multiplican. Y defienden, frente a los inaccesibles gigantes editoriales, con nuevas estrategias. Pequeñas tiradas, crowfunding, contacto directo y, sobre todo, su personalidad y toque exclusivos. La marca del editor.

En el último lustro Valencia ha vivido un auténtico boom en cuestión de emprendedores literarios. En 2014 apareció Les Llibres de Drassana, una editorial impulsada por los escritores de la revista Lletraferit. En su página web se lee: «un grupo de profesionales de la escritura con la firme determinación de aportar nuevas sinergias al panorama literario valenciano». Y con la divisa. «Llegir. Paper. Plaer».

En 2015 aparecieron Edicions del Buc, en Pobla de Farnals, con el poeta Pau Sif a la cabeza, y Balandra Edicions, que ha publicado Stribord, la última novela del periodista Adolf Beltrán. A estas hay que añadir editoriales como L´Eixam, Contrabando, Alreves.com, El petit editor, (su colección Ciutat Oculta ha publicado L´any del devorador, la última novela de Emili Piera) o la recién salida, Leteradura. Son todos proyectos independientes, que editan autores cercanos, y sin pretensiones millonarias.

Nacido de un rechazo

David Vidal (Carcaixent, 1977) es uno de esos editores jóvenes que representan la nueva generación. No editan grandes tiradas pero se manejan bien en el mercado. Descubrió su vocación con un rechazo. «A los 18 años le llevé un manuscrito a un editor y este luego me lo tiró a la cara y me dijo que era una mierda. Entonces decidí dominar ese oficio».

Ahora, Vidal, con su pequeña firma El Petit Editor, creada en febrero de 2013, con sede en Carcaixent, lleva publicados 27 títulos y 5 coediciones. Sus libros están en las librerías de todo el país. «La cuestión es la pasión que le pones a lo que haces. Una editorial que nace para hacer butifarras es muy fácil. Pero esta profesión tiene que ser bonica. Estamos en un camino entre el escritor y el libro. Un círculo del que forma parte mucha gente implicada: maquetadores, dibujantes, diseñadores, correctores; y el secreto está en que te muevas. El editor propone y el autor se implica».

Víctor Segrelles (Valencia, 1964) es otro de los que se ha lanzado al ruedo sin pensárselo mucho. Este antiguo galerista, aliado con el poeta Juan Pablo Zapater y Francisco Benedito, acaba de sacar la revista de poesía contemporánea 21Veintiúnversos. El primer número es una visión panorámica de la producción actual valenciana. 21 poetas de ambos sexos. Entre ellos, veteranos como César Simón, Jaime Siles y Marc Granell, y nuevos valores como Cecilia Quiles, Claudia Luna y Pilar Verdú.

Portada exclusiva de Jordi Teixidor, impresión en offset, encuadernación con hilo, una tirada de 500 ejemplares, y un nutrido grupo de mecenas que lo han hecho posible. De la portada se hace una edición especial para los mecenas. Entre estos, escritores, profesores, artistas, políticos, pequeñas empresas, una larga lista de gente que, gracias al sistema de micromecenazgo, hacen posible la independencia editorial: Ana Noguera, Jenaro Talens, Ricardo Bellveser, Salvador Albiñana, Librería Ramón Llul, Editorial Pre-Textos?

La idea es crear una colección de cubiertas exclusivas de artistas reconocidos. «Hay gran movimiento en la ciudad, pero es mucho ruido y poca sutileza. Demasiada oferta y no muy bien programada», afirma Segrelles, discípulo de una primera generación de francotiradores de la edición, que en los ochenta abrieron la veda de publicaciones bonitas. Toni Moll (València, 1950) fue uno de ellos. En su legendario local del Café Malvarrosa, en la calle Ruiz de Lihory, Moll impulsó la edición de numerosas publicaciones de ámbito restringido.

Aquella pequeña industria era un reflejo del ambiente intelectual de su bar, centro de reunión de poetas, políticos y artistas y donde se celebraban tertulias literarias y recitado de poesías. Ma d´obra, Septimomiau, Edicions de la guerra, son algunas de aquellas publicaciones de los ochenta. Con varios intelectuales asociados, amigos del bar -José Luis Falcó, Santiago Muñoz y Tomás March-, Moll editó cosas de Joan Brossa y Max Aub; textos de cuidado diseño, ilustrados con obras inéditas de jóvenes artistas como Miguel Ángel Campano, Guillermo Peyró Roggen y Manolo Sáez. Y poetas emergentes, como José Luis Parra.

«He ido editando a lo largo de mi vida las cosas que no publicaba nadie -cuenta Moll. A Carles Santos le edité en los 90 su primer libro, ´El caso Santos´. Pero los editores que yo admiro no se limitan a publicar textos de cualquier manera. Ponen los cinco sentido en ello. Buscan una marca, lo que dice un amigo impresor de Milán, la llamada ´marca del editor´. Si eres aficionado a no sólo leer, sino a tocar los libros, identificas éstos con la marca del editor».

Moll quiere resucitar su marca con la recién creada Leteradura. Asociado con Víctor Segrelles, el otro fetichista de la edición, lleva publicados tres volúmenes. La reedición del premiado poemario La coleccionista de Juan Pablo Zapater, Premio Loewe; Casa de los estudiantes de Asia, de Wences Ventura, y 30 niñas, de Francisco Ferrer, ambos de narrativa.

Colores pastel, papel suave y atractivo al tacto. Ediciones muy cortas y contadas, no más de tres libros al año; con una distribución local. Moll se dispone a editar un libro de aforismos del desparecido periodista y escritor, Oswaldo Muñoz (Valencia 1957- París 2011).

«Somos un grupo de editores que desea realizar libros buenos. Las fórmulas como suscripción no funcionan bien. Hacer grandes papeles de cultura desde el ámbito privado es difícil. Pero la propia dinámica de la comunicación da pie a muchos proyectos viables», explica Segrelles sobre el proyecto Leteradura. La escuela de Segrelles fue el galerismo. Abrió la Galería Paral·lel 39, en la calle de la Paz, en los 80; y la de Moll las librerías, como la que abrió en 1972, Dau al Set, junto a Waldo Guitart y Pere Borrás, en la calle del Mar. Un sótano legendario donde se podían adquirir productos culturales, como discos, gadgets, revistas y libros, vedados por entonces en el país.

Moll había trabajado en estrecha colaboración con Eliseu Climent y la editorial Tres i Quatre. Fue de los primeros que se dedicó a recorrer el País en una furgoneta repleta de libros. Se plantaban, a finales de los sesenta, en las plazas del pueblo a promocionar los libros escritos en lengua vernácula. «Los libros son mi vocación tardía. Les cogí gusto en Tres i Quatre. Vi nacer los primeros libros editados aquí. Luego, me iba a Barcelona a buscar obras clandestinas. Era amigo de los de Leteradura, la famosa librería del Paseo de Gracia. Unos tipos importadores y muy marginales que nutrieron de luz a la vanguardia de los setenta».

Libros con mimo

«Ediciones cuidadas, sean modestas o lujosas. Un trabajo hecho con mimo y celo. Creativo. Que el libro sea un objeto grato para coleccionar. Me gusta verlos, tocarlos y olerlos», proclama Víctor Segrelles como su línea de acción; y remata con una pulla: «lo digital tiene una obsolescencia programada». La nueva generación de editores independientes ha recogido la vieja tradición de cuidar bien la presentación de los libros.

David Vidal, defiende al editor activo. Buscar el talento. En Beniarbeig vio un recital de poesía de Samantha Gilabert y no dudó en editar su obra. El petit editor es también una plataforma socio cultural, que incluye producción de espectáculos y de libros-disco para niños, ha creado un espectáculo teatral y musical que escenifica textos de las novelas.

«¿Qué si es viable esta línea para los autores inéditos? Publicar es complicado en un mercado en donde manejan los hilos las grandes agencias que se juntan para hacerse más grandes. El editor que piensa solo publicar lo que le gusta comete un error. El camino del libro está en la calle. Hay que salir a defenderlo». Es lo que hace Rafael Arnal (Tavernes Blanques, 1948), cerebro de L´Eixam Edicions, una valiente y excéntrica editorial ubicada en su pueblo y especializada en los libros de historia, ensayos y diversos textos para lectores de izquierda y amantes de la memoria histórica. Arnal es, como Vidal, el editor activo por excelencia, y al que se puede ver colocando sus paraetas de venta en cualquier acto o evento público de la ciudad.

Si el lector no va a la editorial, la editorial irá al lector, sin menoscabo de las librerías, ya de por sí maltrechas, (en la ciudad de Valencia quedan unas quince, sin contar las de lance). Se lee poco y se edita mucho. Pero no hay que desanimarse. La próxima vez que usted, amable lector, visite una de esas boticas del conocimiento llamadas librerías, busque sin dudar la marca del editor.

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