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Udine Londres Eindhoven

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«Llegué a Udine en el año 2003. Una ciudad pequeña pero bien situada. Cerca de todo y en medio de la nada». Hace trece años el diseñador Vicente García Jiménez (Valencia, 1978), con su título de ingeniero técnico en Diseño Industrial desembarcaba en la ciudad italiana de Udine, esta encrucijada geográfica disputada en el pasado por venecianos, franceses y austriacos. «Aquí he encontrado muchas cosas, personas y experiencias, pero sobretodo Cinzia, mi socia y mujer». Una relación afectiva y profesional proyectada en el estudio Garcia Cumini Associati, espacio multidisciplinar, diseño de producto e instalaciones, dirección de arte y diseño gráfico para proyectos de imagen corporativa y comunicación. Y en el centro la figura del diseñador como gran chef estilístico. «El diseñador es aquella figura que representa, filtra, materializa el estado cultural estético, tecnológico e industrial de una sociedad en determinado periodo histórico».

Proyectos para empresas como Foscarini, Fambuena o Future Concept Lab, el centro de investigación promovido por ese gurú de los hábitos de consumo llamado Francesco Morace, señalan esa búsqueda creativa entre función y emoción. «Para nosotros este binomio, trátese del diseño de una silla o una de lámpara, está definida por dos ejes, la funcional y la animal. Si la primera nos permite realizar una acción, la segunda, la animal, es la que nos habla, comunica con nuestra alma, y a través de su belleza nos hace sentir bien». «Obviamente -precisa- Vicente García Jiménez- no solo es la visión de un diseñador, también la de un productor. Esos locos maravillosos que aman la creatividad, con coraje y muchas veces sin recursos, pero con un amor y pasión por lo que hacen como el que tienen a sus familias. El objeto no lo diseña el diseñador ni el productor, es su unión, sus visiones lo que lo convierte en especial».

Sobre el momento del diseño en Valencia se lamenta «de la desaparición de una generación de artesanos que con un know how local de generaciones podían colaborar con estos jóvenes supertecnológicos salidos de los centros formativos». «En las últimas décadas ha ido desapareciendo todo un tejido artesanal, pero espero que no sea demasiado tarde y tanto por parte de las instituciones como de los jóvenes diseñadores sepan afrontar este desafío, retomando estas tradiciones y proyectándolas en un futuro».

Londres

Héctor Serrano (Valencia, 1974) hace ya años que buscó otros horizontes más allá de Valencia recalando en Londres, donde fijó su estudio. «Cada una de las etapas de mi vida profesional ha sido importante, si los primeros años fueron de descubrimiento, luego de entendimiento, de muchas horas sin dormir, de aprender a equivocarse, cuando fui a Londres al Royal College of Art supuso finalmente el tiempo de cuestionarse y encontrarse». Entre sus primeros proyectos internacionales destaca la lámpara acuática Waterproof para Metalarte que le da a conocer internacionalmente. Trabajos para Moooi, FontanaArte, Muji, Madlab o los valencianos Gandía Blasco o La Mediterránea. «Me gustan los objetos que se explican por sí solos, que cuentan historias, que dicen mucho con muy poco, que gustan y no sabes porqué, los que dices: ¿cómo no se me había ocurrido antes?». «Objetos -continúa- que te seducen sin intentarlo, que cuando los ves te atraen pero cuando los tocas te alucinan, esos objetos un poco déjà vu pero a la vez sorprendentemente originales».

«Cada proyecto es un mundo -señala Héctor Serrano- no hay un proceso predeterminado. Hay proyectos que tardan meses y otros años. El proceso empieza con una intención, una curiosidad, un material, algo encontrado, una conversación, luego se materializa muy rápidamente en bocetos, renders, maquetas, prototipos? No es un proceso lineal, se vuelve muchas veces atrás y suele haber momentos críticos donde el proyecto puede caer». Entre sus últimas realizaciones figura un reloj despertador para la marca Lexon. «Estoy especialmente contento porque es muy difícil innovar en producto tan sencillo y trabajado como este y creo que hemos aportado algo nuevo e interesante. Me gustan esos diseños sencillos y a su vez auténticos, como dice Antonio Serrano de Madlab, esos que tienen alma».

Eindhoven

«La emoción en mis objetos es un eje imprescindible. Es un elemento de unión entre el objeto y el usuario» señala Nacho Carbonell (Valencia, 1980). «Es la fórmula para que ese objeto se convierta en algo más que una mera herramienta que cumple su función. El hallar ese equilibrio entre su funcionalidad y su vínculo emocional son claves para entender la importancia de los objetos que nos rodean y el porqué de su existencia». En el año 2004 llegaba a la Design Academy Eindhoven para ampliar sus estudios de diseño. Tres años después creaba su estudio en la ciudad holandesa. «Uno es lo que recuerda, las experiencias que uno vive y se nutre? de haberme quedado en Valencia seria otro, me hubiera mimetizado con el entorno de forma diversa a como lo he realizado estando en el extranjero. Esta última etapa en Eindhoven ha sido clave para mí, me ayudó a poner en orden una serie de conceptos que tenía a la cabeza y comenzar a transformarlos en objetos creados en mi propio estudio».

Estas últimas semanas se encuentra inmerso en la preparación de una exposición para el Museo NS de Denbosch (Holanda) mientras ultima nuevas piezas de la colección presentada recientemente en la galería londinense Carpenters Workshop Gallery. «Nos podemos enamorar de los objetos por circunstancias diversas, pero poner las bases para poder crear esos vínculos son argumentos que me interesan mucho». «Un objeto que no está pegado a ti, es un objeto sin alma, por tanto un objeto que no posee ese valor emocional y que se convierte al poco tiempo en un objeto sin valor». «Intento -explica Carbonell- que mis objetos tengan un poder de narrativa que los haga merecedores de su existencia en la sociedad en la que vivimos». Y añade a modo de deseo: «Desconozco bastante lo que se está realizando por mi tierra natal, aunque siempre pienso que me gustaría poder formar más parte de lo que está sucediendo y poder aportar más a ese entorno; la idea de volver a los orígenes, a la esencia a la que uno pertenece siempre está ahí». Y lanza a modo de pregunta: «Claro que hay que encontrar la manera de como hacerlo, ¿Alguna idea?».

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