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Cosas veredes

Cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras dicen que dijo don Quijote en la obra homónima. No es cierto, se lo atribuyeron, como tantas otras frases, porque en su época tuvo una gran acogida popular. Según se afirma en el capítulo III de la 2ª parte de la historia, «los niños la manosean, los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran». A la chita callando, como quien no quiere la cosa, Cervantes iba deslizando en su obra un sinnúmero de reflexiones que no parecen haber escandalizado a los lectores y oyentes coetáneos, sino todo lo contrario. Curiosamente, en aquella sociedad de la censura, la Inquisición no se atrevió con el corrosivo mensaje del Quijote. Hoy día es diferente. En la actualidad esta sociedad de tontos adocenados que padecemos no podría soportar muchos de sus consejos porque los enfrentaría a la vacuidad de un pensamiento débil con el que nos tienen entretenidos y gracias al cual hemos ido perdiendo niveles de bienestar y de libertad difícilmente recuperables en beneficio de los de siempre. Por eso, no me extraña que el gobierno en funciones y sus instituciones en precario -incluido, increíblemente, el mal llamado Instituto Cervantes- no estén haciendo nada para conmemorar el cuatrocientos aniversario de la muerte del escritor. Resulta que en 1616 también moría Shakespeare y los ingleses, of course, están tirando la casa por la ventana. Pero Spain is different. ¡Sería terrible que las frases cervantinas empezasen a proliferar en las redes sociales, esa incómoda plataforma que no consiguen domar y que los pone en evidencia una y otra vez! ¿Qué pasaría si los votantes se obstinasen en recordarle a quien les pide cada vez más sacrificios que la honra puédela tener el pobre, pero no el vicioso, como se sostiene en el prólogo a la 2ª parte? ¿O si ante el enésimo caso de corrupción rechazasen las manidas excusas del político que «no sabía nada» con un consejo de Sancho en el episodio de las bodas de Camacho: bien predica quien bien vive? Y si a las frases verdaderas añadimos las atribuidas, como cambiar el mundo, amigo Sancho, no es locura ni utopía, sino justicia, ya parecería que han vuelto los indignados con el Quijote como manual de cabecera.

Cervantes es un autor peligroso, ciertamente. Por eso nuestro declinante, crepuscular e increíble gobierno en funciones ha hecho lo mejor que sabía hacer para conmemorar el aniversario: nada. Supongo que por la misma razón que Francia va a representar a los latinos en las relaciones de la UE con la Cuba post bloqueo, tendrán que ser otros países quienes se encarguen de conmemorar a Cervantes. Al fin y al cabo, Sigmund Freud y Ben Gurion aprendieron español para poder leer el Quijote y Thomas Mann se lo llevó como libro de cabecera para cruzar el Atlántico (por cierto: la reimpresión de la primera parte del Quijote se editó en Valencia, en casa de Patricio Mey en 1605, así que somos del club de los admiradores). Yo no creo que el PP sea un partido de extrema derecha, pero desde luego es de extrema incultura. Nunca se había visto en España una formación tan insensible a los temas culturales. Y es extraño porque la cultura no representa ningún peligro para sus negocietes. ¿Qué sacan hundiendo el cine, las editoriales y el teatro con un IVA del 21%? ¿Qué les importa que un escritor jubilado siga cobrando sus derechos de autor cuando los rentistas jubilados, por supuesto, siguen cobrando sus alquileres? Pues ahí los tienen, persiguiendo a los artistas como si fuesen delincuentes. Ni siquiera les frena ese patriotismo chabacano del que tanto alardean y por eso, mientras permiten que España concurra en Eurovisión con una canción en inglés (a pesar de que sus ancestros franquistas rechazaron el catalán), miran para otro lado en el centenario de Cervantes, un mito nacional. Carthago delenda est. Ya me entienden.

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