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La destrucción creadora

Espai Visor muestra la trayectoria de la multifacética creadora argentina Liliana Maresca, una de las principales agitadoras artísticas de su país, fallecida prematuramente de Sida

La destrucción creadora

Somos lo que hacemos. Con esta cantinela en los oídos salí de la exposición de Liliana Maresca (Avellaneda, Buenos Aires, 1951-1994), brillante artista prematuramente fallecida de SIDA. Una muestra inusual para este espacio centrado en la imagen fotográfica... Pero toda regla tiene su excepción, y en este caso era obligado transgredir los límites para ofrecer una visión cabal del excepcional trabajo de un personaje que de modo análogo excedió el papel del artista como productor y fue también curadora, gestora cultural, profesora de diseño... Y una activadora/catalizadora del panorama artístico bonaerense en una época marcada por el liberalismo avant la lettre del entonces presidente Carlos Menem.

A destacar el cuidado montaje expositivo, sólidamente articulado en base a compaginar un breve pero exhaustivo recorrido de la trayectoria expositiva de Liliana Maresca, con la inclusión de algunas obras sin duda relevantes y reveladoras de la personalidad excesiva y arrebatadora -anticipatoria en varios aspectos- que incluyen esculturas, fotografías, objetos, montajes gráficos..., estableciéndose un fértil diálogo entre historia no sólo autobiográfica y propuestas conceptuales y procesuales. Con un sentido crítico de enorme agudeza que recorre como telón de fondo su trabajo siempre comprometido con el tiempo que le tocó vivir, Maresca aborda cada proyecto expositivo con una libertad de soluciones, un rigor y una coherencia francamente notables. Lo que el viento se llevó, No todo lo que brilla es oro, Recolecta, Espacio disponible, son titulares que dan buena pista de la incisiva visión que toma forma en los materiales de desecho y metales nobles, en acciones cada vez más políticas y en el uso de la fotografía como registro documental en la que su cuerpo desnudo es coprotagonista recurrente. A destacar las propuestas Para todo destino e Imagen pública -Altas esferas en las que conjuga esa dimensión publicitaria de la exhibición de su propio desnudo -paradigma de la mujer objeto- bien en diferentes posturas y actitudes, bien sobre una serie de gigantografías de imágenes que reflejaban el panorama sociopolítico de una década no precisamente prodigiosa que desembocó en un desastre económico de enormes proporciones.

La dialéctica de fondo que alienta toda su trayectoria se podría resumir en el binomio creación/destrucción. La feliz e inquietante integración de estos opuestos remarca el juego apasionado y apasionante en el que fundió su vida con su arte. El proyecto Ouroboros, la figura/serpiente infinita del conocimiento que se devora a sí misma, compuesta con las escamas/hojas arrancadas de libros de su propia biblioteca, expuesta en el vestíbulo de la facultad de Filosofía y consumida por el fuego (en acto privado, ajeno a toda deriva espectacular) es harto elocuente de su proceso creativo y vital.

Al final, como las estrellas del firmamento, su luz brilla años después de que se hayan apagado.

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