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El origen de la tradición operística

Desde su introducción a finales del siglo xvii, la ópera arraigó en Valencia con gran predicamento del público, y sus representaciones en el hoy desaparecido Palacio Real junto a Viveros fueron continuas durante buena parte del xviii, al igual que en el Palacio de los Borja, en la actual sede de Les Corts

El origen de la tradición operística

El compositor francés Robert Cambert (1627-1677), fundador de l´Académie d´Opéra, antecedente de la actual Ópera Nacional de París, uno de los personajes de la película La pasión del rey (Le rol danse) que pudimos ver en los cines en el año 2000, es posiblemente el autor de la primera ópera que se interpretó en Valencia en la temprana fecha de 1694 según nos cuenta Ruiz de Lihory en su libro La música en Valencia.

La ópera, con un importante trasfondo teórico elaborado por los humanistas y músicos de Florencia, nace en el siglo xvii en Italia como género artístico autónomo que fusiona artes diversas y que será disfrutado inicialmente como un divertimento por las cortes principescas.

De un espectáculo reservado inicialmente a las elites intelectuales y aristocráticas, la ópera se convertirá en un espectáculo tremendamente popular con la apertura en Venecia de teatros a los que el público podía acceder mediante el pago de una entrada para escuchar este novedoso género que se extendía por Europa como la pólvora.

Precisamente esa misma evolución tuvo la ópera en Valencia desde su introducción a finales del siglo xvii y principios del xviii, porque Valencia, tras Madrid y Cádiz, según Emilio Cotarelo en su libro Orígenes y establecimientos de la ópera en España, fue la ciudad donde más óperas se representaron durante el siglo xviii en España.

Arturo Zábala en su ensayo La ópera en la vida teatral valenciana del siglo xviii, documenta perfectamente la representación de óperas en los años veinte de dicho siglo, en el hoy desaparecido Palacio Real de Valencia, a cargo de la capilla musical del Virrey de Valencia, el Príncipe de Campoflorido, a cuyo frente se encontraba el compositor napolitano Francisco Corradini, a quien se debe la música de alguna de ellas. La capacidad de los músicos áulicos valencianos y su director residente para poner en pie obras pertenecientes a este género tan novedoso como era la ópera, ponen de manifiesto el vigor de la actividad musical civil valenciana del momento de forma paralela a la antigua y consolidada tradición musical religiosa de la ciudad de Valencia, que se desarrollaba en ámbitos como la Catedral Metropolitana o el Real Colegio Seminario de Corpus Christi. Otro de los recintos aristocráticos donde se representaron óperas en la Valencia del siglo xviii fue la residencia de los Borja, el palacio de los duques de Gandía, actual sede de Les Corts Valencianes.

Pero muy pronto la ópera saldrá del reducto aristocrático y será disfrutada por el público valenciano, que asistirá en masa a la casa de comedias o Teatre de l´Olivera que se erigía en las inmediaciones de la actual calle Comedias de la capital del Turia. En efecto, en 1729 se representa por primera vez en dicho teatro, en función abierta al público, la ópera El amor más fino y constante con música del mismo Francisco Corradini. La obra se estrenó el 27 de enero de dicho año y se repitió los días 3, 6, 20 y 24 de febrero, 22 y 30 de marzo y 7 de junio (ocho representaciones en total).

Partiendo de ese gran número de representaciones de una misma ópera y teniendo en cuenta que, según publicaciones de la Universitat de València (Comedias y comediantes. Estudios sobre el teatro clásico español), el teatro de l´Olivera tenía una cabida global de unos 1.800 espectadores como mínimo, podemos afirmar que el género operístico era ya apreciado por una gran cantidad de público en Valencia que pagaba su entrada para asistir a estos espectáculos. Baste compararlo con la sala principal del actual Palau de les Arts Reina Sofía que puede acoger únicamente a 1.412 espectadores y que programa una media de cinco funciones por ópera representada en una ciudad mucho más desarrollada desde el punto de vista demográfico.

Para ganarse el favor del público, el teatro lírico tenía que competir con la temporada teatral de comedias que tras la villa y corte de Madrid tenía en Valencia y Sevilla sus plazas más importantes en todo el territorio español. No obstante, y a pesar del vigor del género dramático durante el siglo xviii en Valencia, las recaudaciones de las representaciones de ópera superaron casi siempre a las de las comedias.

Muchas fueron las obras representadas en Valencia durante el siglo xviii de los principales compositores de la época como Baldassare Galuppi (L´amante di tutte), Gian Francesco de Majo (Almeria, Montezuma), Domenico Fischietti (Il mercado di Malmantile) o Antonio Sacchini (Artaserse) que llegaban a Valencia tras ser estrenadas en ciudades italianas como Roma, Venecia o Nápoles. Algunas tendrán en Valencia su estreno en España como L´amore artigiano con texto de Carlo Goldoni y música de Florian Gassman en 1767, el mismo año de su estreno absoluto en Viena; o La schiava riconosciuta y Le donne vendicate ambas con música de Niccolò Piccinni que también recalaron en Valencia para su estreno español.

Tal era la afición del público valenciano que, ya en 1769, se plantea la construcción en la ciudad de una casa teatro de óperas «tan particular y exquisita que llevase ventaja a las más célebres de Europa», y el 23 de marzo de 1771 se firma por el Ayuntamiento de Valencia la escritura notarial de compra del modelo, plano y perfiles de la casa-teatro diseñada por el arquitecto Felipe Fontana que presumía ser discípulo del famoso arquitecto de teatros y escenógrafo Antonio Galli da Bibbiena y cuyas trazas serían la base del que acabaría construyéndose bajo la denominación de Teatro Principal.

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