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Entre el mito y el espanto

Hasta el 12 de junio, el IVAM exhibe una amplia exposición interpretativa que pretende mostrar las imágenes más reveladoras de las diferencias que acontecen entre las diversas culturas del Mediterráneo, unas brechas que circulan entre el mito neoclásico u orientalista y el espanto contemporáneo.

Entre el mito y el espanto

A finales de abril de 2009, Walid Raad (The Atlas Group) visitó Valencia para impartir un taller en el IVAM y una conferencia en la Facultad de Bellas Artes. Después, con Gloria Moure, calculamos aquella noche la envergadura del Mediterráneo: sentados en una terraza de la Malvarrosa, Raad -que venía de Nueva York- estudió el cielo, fijó su mirada en el horizonte oscuro y señaló feliz el punto indefinido, por lejano, donde se encontraba el Líbano, su país, justo al otro extremo del Mediterráneo. Que fueran las mismas aguas las que bañaban nuestras costas, tan parecidas, nos acercaba mágicamente a Beirut, nos hermanaba, pero la distancia curva de más de tres mil kilómetros se revelaba insondable a través del crisol de culturas de nuestro mar.

Sobre esos extremos y otros se arma la exposición Entre el mito y el espanto. El Mediterráneo como conflicto que, con un pie en la poesía de Cavafis (Viaje a Ítaca) y otro en el libro Orientalismo de Edward Said, ensaya la posibilidad de unos rasgos culturales compartidos más allá de un mar y transita la realidad desde la invención de un Oriente idílico por parte del pensamiento colonial occidental hasta la actualidad compleja de su herencia dramática, en las obras de artistas españoles, alemanes, franceses, marroquíes, argelinos, albaneses, palestinos o libaneses.

La parte del mito. El primer ámbito de la muestra despliega una serie de imágenes que recuperan el mito del Mediterráneo en una sola pieza reinventada por los europeos, a través de una visión encantada y romántica que renueva la extensión del ideal clásico grecorromano en sus ruinas, la fascinación por la luz, el paisaje y la mirada amable a sus gentes. Se trata de fotografías y pinturas fechadas entre mediados del siglo xix y principios del xx, entre las que encontramos paisajes de Sorolla, Pinazo, Muñoz Degraín, Sunyer, Mir, bañistas de Julio González o luchadores de Picasso, y un estupendo cuadro en azules de Nicholas de Staël que no debería pasar desapercibido entre tanta naturaleza idílica. Pero destacan los trabajos fotográficos de los alemanes Herbert List, sobre las ruinas de Delfos, y Wilhelm von Gloeden, con sus apolíneos retratos de adolescentes, además de una foto de Nadar retratando a la actriz Sarah Bernhardt.

El contrapunto lo ponen dos vídeos de Rogelio López Cuenca, Haram y Voyage en Orient, donde se cuestiona aquella geografía de la imaginación que extendió el Grand Tour hasta el Norte de África y los países árabes buscando el exotismo y la magia, la sensualidad de sus placeres míticos.

La parte del espanto. Por la otra parte, la del espanto, la exposición se extiende a través de más fotografías y vídeos que muestran la situación actual: los conflictos vinculados con las guerras, la violencia, las migraciones, el choque cultural y el trauma de la experiencia.

Así, las propuestas de The Atlas Group, con su catálogo documental de coches bomba libaneses, y Taysir Batniji, con las imágenes de casas bombardeadas convertidas en anuncios inmobiliarios o las fotografías de torres de vigilancia israelís emulando a los Becher, esgrimen ese carácter de archivo que se complementa con el mapa conceptual de Xavier Arenós (Schengen: El castillo, 2007). El enfrentamiento de los vídeos de Sergio Belinchón (Avalancha, 2008) y Adrian Paci (Centro di Permanenza Temporanea, 2007) plantea una interpretación directa de los hechos que desenmascara la realidad.

Las imágenes de Mohamed Bourouissa sobre los inmigrantes en la periferia parisina o las de Mathieu Pernot cuando retrata los cuerpos de inmigrantes afganos envueltos en plástico en las calles de París, se contraponen a las fotografías de Montserrat Soto de invernaderos. Del mismo modo, más poético, el tránsito o la espera son los temas en las fotos de Yto Barrada y Zineb Sedira pero también en los mapas estelares del exilio de Bouchra Khalili (The Constellations, 2011).

Y al final del recorrido impactan los vídeos de Akram Zaatari (Nature morte, 2008), donde descubrimos un bodegón barroco sobre la paciencia previa del artefacto, y los testimonios directos que recoge Ursula Biemann ayudándonos a entender una contrageografía del Magreb dibujada a partir de las relaciones entre frontera y movilidad, entre relaciones humanas y territoriales.

Contra un imaginario épico, la muestra pasa de valorar la construcción del ideal que fue el mito a constatar el espanto en la realidad quizás como única forma y compromiso para soportar el futuro. Como explicaba Néstor García Canclini, el arte es la forma de la metáfora y el significado griego del término es transporte, subrayando la importancia de la labor del artista que borra fronteras para, con sus obras, gestionar la incertidumbre contemporánea a través de las experiencias de la sensibilidad y la imaginación y traducirnos la verdad de nuestra realidad mediática.

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