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La verdad de las sombras

La verdad de las sombras

Nueva muestra individual de este artista suizo afincado en Valencia desde 1995 (precisamente fue en el Club Diario Levante donde expuso por primera vez de modo individual, allá por el año 2002). Con una sólida formación escultórica y una amplia experiencia en la escultura pública y monumental, su obra se ha ido desmaterializando al tiempo que ha ido adoptando una escala mucho más íntima, próxima, poética. Así, conceptos como masa y gravedad han dado pie a la línea y la ingravidez en unas piezas reducidas a mínimas varillas metálicas (en algunas ocasiones pintadas de blanco) soldadas en sus extremos y cuyas formas giran literal y metafóricamente en torno al cubo, materialización geométrica por antonomasia del hexaedro.

Ahora bien, el espectador que recorra la galería va a enfrentarse a una formas que parecen no pertenecer a ningún orden estricto. Líneas apenas visibles y entrecruzadas con las sombras arrojadas que proyectan sobre las paredes o el suelo, toda una invitación para darle vueltas con la mirada abierta y la mente interrogativa. En algún momento de este recorrido percibimos la forma nítida de las aristas de un(os) cubo(s), que será tan duradera como lo sea nuestra inmovilidad. Estatismo que choca frontalmente con nuestra profunda naturaleza cambiante e impermanente. Impermanencia que en estos últimos trabajos se ha acentuado más si cabe con la incorporación del movimiento y de la luz, ambos generados mediante una serie de elementos diseñados por el propio autor. Ulmi parece haber hecho profundamente suyo el potencial que encierran las sombras evanescentes, cuya existencia está fundacionamente ligada a la luz. Poder de la evocación capaz de activar en el espectador sensaciones y emociones que sin embargo la presencia paraliza.

Otro aspecto a tener presente está relacionado con el hecho de que, raramente, las piezas están aisladas, incluso cuando parecen un único elemento complejo, terminan por visualizarse como dobles o múltiples. Asociado al concepto de impermanencia, aparece el de multiplicidad, un juego de variaciones infinitas que solo se resuelven fugazmente en ese instante aparentemente claro en que vemos imágenes unitarias. Ilusiones que se desvanecen de nuevo en ese baile de sombras en el que no paramos de movernos. Inevitable referencia a esa caverna platónica en la que resuenan actualizados, el eco de palabras como ligereza, ensoñación, cadencia y nombres como Alexander Calder o Fausto Melotti. Referencias que asoman entre los pliegues adormecidos de nuestra memoria y se entrecruzan con un verso de Ruben Darío que considero viene como anillo al dedo para resumir esa brisa poética que se desliza suavemente entre las líneas y sombras de estas delicadas obras: bajo el ala aleve del leve abanico. En definitiva una exposición exquisita que rebosa una sensibilidad en las antípodas del mainstream establecido por una inmensa minoría que acaba fijando la tiranía imperativa de lo que se lleva y toca.

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