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Del andar como poética

Del andar como poética

Francesco Careri es un teórico del urbanismo, perteneciente a Stalker -un grupo de jóvenes arquitectos italianos-, que tomaron su nombre del film de Andrei Tarkovski.

«La idea que cruza todo el libro que comentamos (?) es que, en todas las épocas, el andar ha producido arquitectura y paisaje, y que esta práctica olvidada por los propios arquitectos, se ha visto reactivada por poetas, filósofos y artistas, capaces de ver aquello que no existe y hacer que surja algo de ello», escribe Gilles Tiberghien en el prólogo del libro.

Careri señala tres momentos de transición de la historia del arte del siglo xx, cuyo punto de inflexión ha sido una experiencia relacionada con el andar. La historia de la urbe contemporánea va desde la ciudad banal de Dadá hasta la ciudad entrópica de Robert Smithson, pasando por la ciudad inconsciente y onírica de los surrealistas y por la lúdica y nómada de los situacionistas.

El acto de andar ha sido experimentado durante las primeras décadas del siglo xx como una forma de anti-arte. En 1921, Dadá organiza en París una serie de «visitas excursiones» a los lugares más banales de la ciudad. Es la primera vez que el arte rechaza los lugares reputados con el fin de reconquistar el espacio urbano.

En 1924 los surrealistas parisinos organizan un vagabundeo a campo abierto. Descubren en el andar un componente onírico y surreal y definen dicha experiencia como una especie de escritura automática en el espacio real, capaz de revelar las zonas inconscientes del territorio y las partes ocultas de la ciudad.

En los años 50, la Internacional Letrista, en respuesta al deambular surrealista, elabora una Teoría de la Deriva. Los situacionistas Asger Jorn y Guy Debord presentan las primeras imágenes de una ciudad basada en la deriva. (Esta noción, tan fresca y sugerente hace 40 años, se ha convertido, por un uso indiscriminado y estomagante, en una encantadora estupidez).

Constant Nieuwenhuys reelabora la teoría situacionista con el fin de desarrollar la idea de ciudad nómada -«La Nueva Babilonia»- trasladando el concepto de nomadismo a la arquitectura y sentando las bases de las vanguardias radicales de años posteriores.

En 1967, Robert Smithson realiza su obra Una excursión por los Monumentos de Passaic. Trata de mostrar que la relación arte/naturaleza ha cambiado sustancialmente.

Careri introduce el concepto de transurbancia. Al igual que el recorrido errático, la transurbancia es una especie de prearquitectura del paisaje contemporáneo. «El primer objetivo de este libro es desmentir cualquier concepción antiarquitectónica del nomadismo, y por ende del andar: el menhir -el primer objeto del paisaje a partir del cual se desarrolla la arquitectura- procede de los cazadores del paleolítico y de los pastores nómadas. El paisaje entendido como una arquitectura del vacío es una invención de la cultura del errabundeo», dice Careri.

Depende de que zonas de la ciudad paseemos, con qué grado de receptividad, a qué velocidad y con qué atención? nos encontraremos con una ciudad distinta. Careri propone como instrumento metódico el concepto de andare a zonzo que en italiano significa «perder el tiempo vagando sin objetivo».

El libro adopta un punto de vista arquitectónico y urbanístico, aunque ciertamente nada convencional. La concepción del andar como práctica estética, es extensible a campos como literatura, cine y fotografía. El deambular literario, por ejemplo, tiene en Ensoñaciones de un paseante solitario de Rousseau, en el flâneur bodeleriano o en las caminatas nietzscheanas, una insigne tradición. Para estas ejercitaciones, conviene recordar la sugerencia de Paul Valéry: Estar atentos al azar benéfico.

El equivalente cinematográfico del andar sería el travelling, que como asegura J.L. Godard «es una cuestión moral».

En el andar hay también una estructura poética: el paseante produce ritmos largos o cortos, lentos o rápidos. En un paseo se generan comas, paréntesis, puntos suspensivos, puntos y aparte...

En fin, la importancia de la fotografía para la configuración del concepto contemporáneo de la ciudad no es asunto de opinión, sino de evidencias. Las imágenes generadas por el andare de zonzo de gentes como Cartier-Bresson, Robert Frank, Lorca di Corcia y, entre nosotros, Masats y Paco Gómez, han determinado el modo de mirar y entender paisajes y ciudades. Han convertido la realidad en un gigantesco ready made.

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