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Fábrica de artistas

Andaba brujuleando por el espacio digital (que me parece que ni es un espacio ni es nada) cuando di en tomar tierra en una página de la revista Makma, en la que se entrevistaba a Miriam Lozano y Mira Bernabeu, directores de Espai Visor. Aunque solo fuera por la claridad con la que hablaban, y solo por eso no era, la entrevista hubiera valido la pena.

Lo que me pareció más atrevido, y en este negocio del arte el atrevimiento es cuestión capital, fue cuando expresaron que lo que más convendría hacer con la Facultad de Bellas Artes sería despedir a un 80% de los profesores y sustituirlos por artistas. Qué pasa, tampoco es tan raro ni difícil: a los trabajadores de Canal 9 los largaron a todos, y estos por lo menos de vez en cuando le darían a algún interruptor. Darle al interruptor correcto puede ser algo útil, pero no veo la utilidad de tener profesores que formen profesores, que formen profesores, que formen profesores (lo que no es ninguna frase de Gertrude Stein) y no se a dónde se va a parar con todo esto.

«Jo no crec en l´ensenyament del art», me dijo en una ocasión Antoni Tàpies y no me gusta repetirme, pero veas a ver qué haces. Tampoco creo que el arte se pueda enseñar y si alguien dice que puede hacerlo te está estafando. Esa expresión que tan a menudo, erróneamente, empleamos los valencianoparlantes: m´estic ensenyant a€ (por: estic deprenent a€) sería correcta en este caso, y lo mismo en castellano. El arte, si se aprende de alguien es de sí mismo (y del sí mismo). El arte te lo enseñas a ti mismo y de los que te precedieron, que no son precisamente doctores por ninguna universidad. El camino del arte es un camino en solitario, amigo.

Si, a ver, querido catedrático, está el caso de Joseph Beuys. Pero no creo que Beuys convirtiera a nadie en artista, más bien creo que les facilitaría herramientas adecuadas, y esto aprovechando los momentos libres que le dejarían el hostigamiento por parte de las autoridades académicas y el hostigamiento por parte de otros estamentos políticos y sociales. Existe ese tópico de que bastantes de los actuales autoconsiderados católicos (Papa Francisco y otros al margen) en su tiempo, sin dudarlo, hubieran apedreado y puede que algo más, a Jesucristo. Pues la mayoría de profesores de BBAA a un Beuys actual lo sacan a gorrazos. Pero, ¿y lo que mola?, decírselo a los chavales, Beuys tú, como mola.

Y ahora hay otro aspecto de la cuestión, que es que dedicarse al hipotético arte no es cualquier cosa. Siendo un chaval (y vuelvo a repetirme), a principios de los 80, Miguel Agrait me dijo que quien quisiera ser artista tenía que renunciar a muchas cosas. «Tampoco serán tantas» pensé yo. ¿No serán tantas? Pues muchas veces no teníamos dinero para ir ni al cine. Menos mal que en los Albatros ofrecían la quinta entrada gratis y yo con un cutter tallaba en una patata el sello de los cines, cuñaba el papelito y teníamos cine (gracias Albatros), pero el alquiler ni te cuento.

Venía con esto a decir, que claro, si en Bellas Artes fueran sobre todo artistas (con lo cual serían artistas pluriempleados, que corren el peligro de que uno de los dos trabajos derive en hobby) entonces, digo, se despertarían más vocaciones, lo que es un arma de doble filo, ya que tampoco creo que todo el mundo valga para artista (a la vista está), con lo cual creo que no habría que meter pájaros en la cabeza a los chicos. Mira Chayo Mohedano, alguien le dijo que era una gran cantante y por ahí va, por los pueblos, donde hasta los viejos se echan al botellón (para olvidar).

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