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Polvo de la vida

Polvo de la vida

Si el olvido se pudiera medir ¿qué unidad mínima de cálculo deberíamos usar? Resulta bien difícil dar respuesta a tan insidiosa pregunta, pero en poesía sí existen medidas para calcularlo e incluso, para valorarlo: se llama canon y se supone que viene marcado por un consenso social unido a un reconocimiento de los académicos, quienes, a veces por pura ignorancia y otras por sus lógicas limitaciones, van determinando quién es digno de conservarse en el formol de la memoria y quién, en cambio, ha de pasar al bando de los apóstatas. El peso de las menciones al uso en manuales, en antologías, estudios, homenajes y demás actos celebratorios solo pone en la balanza de la justicia su inoperante ceguera a pesar de la mirada.

Y es que, quien queda al margen de todo ello, cumple con una porción importante de olvido. Pero no toda: también en poesía hay autores que superan heroicamente ese vivir en los decimales, esos que en los cálculos generales todo el mundo obvia y borra, como si no existieran. Lo bueno es que su presencia llena el vacío que deja la falta de perfección de la memoria histórica y es entonces cuando las cifras que se nos quieren imponer ya no cuadran exactamente. Por tanto, la propia memoria es la variable de error que a veces tiene el implacable olvido: todo es cuestión de poderse aferrar al detalle con mayor precisión. Y aunque no crean, en verdad estamos hablando de uno de los poetas valencianos más importantes del siglo xx: César Simón que, por fin, tiene una edición de su obra completa, que es también un modo de medir el olvido de un poeta. No parece, en cambio, que estemos ante una versión definitiva de esta obra poética no excesivamente vasta en número, pero sí con bastantes retales aún por zurcir y documentar. Pero de momento lo mejor será disfrutar de esta edición que ha querido dejar de lado el aparato más crítico-filológico y asentar sus bases en el mundo poético de César Simón, con la desnudez de quien sabe leer poesía con especial sensibilidad, de ahí que la edición propiamente haya sido llevada a cabo por un excepcional poeta (y muy conocedor del propio César Simón) como es Vicente Gallego.

Cierto es que este libro busca medir también nuestra propia capacidad de observación de la realidad a través de la palabra poética: no hay poema que deje de indagar en la textura de lo efímero que nos rodea o en la quietud de lo que nosotros mismos rodeamos con nuestra existencia efímera. Todo es un juego de espejos siempre alterados por el lenguaje en su reflejo. He aquí una de las claves de este excepcional poeta, que supo navegar entre las aguas del río Leteo y llegar hasta la orilla misma de la memoria sin la traición de quien busca rápido salvarse de tan largo viaje entre las manos de exclusivos lectores. César Simón, por fin, llega potencialmente a las librerías para demostrar que el buen poeta está siempre tras unos buenos versos y no bajo la alfombra de un buen márquetin. Los más jóvenes lectores podrán ver, de primera mano, cómo se forja un claroscuro existencial, desde Pedregal (1964), que no fue exactamente su primer libro publicado, hasta su póstumo El pretexto y el fervor (2006). El recorrido por la vida y obra del autor valenciano se impregna ?brillantemente? de unas acertadas palabras críticas sobre la hondura de sus versos en un prólogo que viene a defender exactamente la inexactitud, a veces, del gusto lector, que mide sus conocimientos en base al sonsonete de lo popular o famoso. Completa esta defensa una aportación bibliográfica, con la suma de materiales inéditos, realizada por la profesora Begoña Pozo, que es posiblemente una de las más notables estudiosas de la obra de César Simón.

Todo, en definitiva, podría medirse bajo el auspicio del éxito, pero ¿cómo calcular la necesidad de tener una edición completa de un poeta tan necesario como César Simón? Piensen solo en el hecho de que sin él la poesía española sería infinitamente más pobre, así que ya pueden ir sumando razones por las que debemos celebrar la publicación de este libro y la lúcida respuesta de la editorial Pre-Textos a tan necesaria medida tomada. El resultado es, sin duda, uno de los mejores libros de poesía que uno puede encontrar en las librerías, ahora y siempre: no lo olvide nunca el lector.

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