Cuando la mirada del otro se posa sobre nosotros suele producirse una intuitiva primera impresión acompañada tal vez de un rápido e involuntario juicio. Ese acontecimiento tejía la trama argumental de la obra de teatro existencialista escrita por el filósofo Jean-Paul Sartre en 1944 y publicada en francés bajo el título Huis Clos, que significa A puerta cerrada aludiendo a lo que sucede en secreto, sin público. La obra, adaptada al cine en varias ocasiones, representaba una especie de infierno simbolizado por una habitación de la que es imposible salir y en la que ser juzgado por extraños es la eterna tortura, explotando así el concepto de la influencia de las miradas ajenas en la psique personal.

Algunos pensadores contemporáneos consideran que los conceptos desarrollados en la filosofía existencialista han sido fuertemente influidos por el arte y viceversa. En el caso de Joan Verdú (Alzira, 1959) el surrealismo, la fotocomposición, el dibujo, el collage y la obra gráfica filtran sus inquietudes con un lenguaje provocador y un fondo crítico. Con referentes como Heartfield, Grosz, Max Ernst y Andy Warhol su trayectoria simpatiza con un aire pop y el mundo del cartelismo entre la pintura, el cómic, la ilustración y el diseño. En su más reciente serie de dibujos retoma a la vez el grafito y un interés por el subconsciente colectivo e individual promoviendo abrir nuestras puertas, en una hipotética respuesta a la historia sartriana que desde el humor ácido tan característico de Verdú nos libera.

Ouvrez Vôtre Porte es el título de la exposición de diez dibujos de Verdú que puede visitarse hasta hoy mismo de 10:30 a 14h y de 17 a 20h por último día en Tapinearte, tienda especializada en artículos de Bellas Artes que incorpora un espacio expositivo orientado hacia la plaza multitasking del Mercado de Tapinería en la calle Zurradores 13.

Una pareja heterosexual con estilo conservador en su vestir emerge de una cómoda, en concreto el hombre surge de un cajón, el cajón abierto y el beso que se dan en la escena retratada es como revelar un secreto, tal que salir del armario. Un torso masculino a pecho descubierto acercando una llave en llamas a su corazón. Una rata comiendo chocolatinas delante de un cepo con queso al que ignora. Una billetera con teleñecos escondidos detrás de las tarjetas de crédito. Un ladrón que halla una caja fuerte vacía de dinero o joyas, en la que han anidado gusanos de seda. El gesto de desembalar un regalo y que la caja contenga únicamente un lazo; el lazo es el regalo. Estas y otras imágenes inundan la muestra de guiños y reflexiones muy actuales.

Según explica Ana Mompó, arquitecta valenciana que nos recibe al frente en Tapinearte, la dinámica del establecimiento consiste en una programación expositiva muy ágil que muestra trabajos distintos cada quince días aproximadamente. El tiempo de exhibición es breve sin desmerecer un montaje fresco y cuidado en una zona acristalada que deja ver todo lo expuesto desde su exterior a la par que intuir, por la aparición de muestras de marcos en madera y otros materiales, la permanencia de la tienda en el extremo opuesto de un pasillo que conecta estas dos facetas tan bien combinadas desembocando en la conocida calle En Bou del barrio del Carmen.

Tras la muestra de Verdú, el próximo miércoles 13 de julio Tapinerarte inaugurará una exposición del artista italiano Enrico della Torre (Tradate, 1988) titulada Amateur, selección de trabajos recientes del joven pintor afincado en Valencia que conjuga su formación en Arquitectura y en Bellas Artes experimentando diversas técnicas. Esperemos que con el tiempo se consolide como espacio de arte y enriquezca la oferta cultural de nuestra ciudad.