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Más que una exposición

Artistas, creativos publicitarios y personas con discapacidades intelectuales interactúan para dar forma a una insólita muestra.

Más que una exposición

El arte -y los artistas- se suelen situar en el límite, de lo conocido, de lo convencional, de lo establecido. A finales del siglo xix y principios del xx, los diferentes modernismos primero, y las vanguardias históricas después -agitadas por las absurdas convulsiones bélicas de todos conocidas- abrieron las compuertas de la renovación alentadas por revoluciones sociales y buscaron, más allá de la lógica y de la razón, las fuentes de inspiración que confiriesen un nuevo sentido, una nueva verdad a su trabajo creativo. Integrar lo ajeno, lo distante, incluso lo opuesto, abrió las puertas del escándalo y de la provocación y no ha dejado de ser una estrategia puntualmente recurrente desde entonces. En paralelo, se debatía, y mucho, sobre la función social del arte y su capacidad de transformación de la realidad cotidiana.

Saltando a un plano laboral y a unos tiempos bastante más recientes, ese planteamiento de integración, de inclusión social ha ido calando entre empresas y singulares iniciativas a pequeña escala, mediante la contratación de personas con diversidad funcional, o dedicando parte de sus recursos y esfuerzos a realizar actividades dirigidas a personas en riesgo de exclusión social. En algunos casos, incluso, han encontrado en el arte un terreno abonado para dar a conocer bien sus loables intenciones, bien el modo de dotar de personalidad propia y distintiva a sus trabajos.

La Fundación Bancaixa acoge en la cuarta planta de su sede la muestra A lo caos, singular proyecto no sólo expositivo alentado por DKV Seguros (Fundacion Integralia y Programa Arteria) y el equipo barcelonés de diseño La Casa de Carlota. El título alude a las posibilidades de belleza (generalmente asociada al orden y la simetría) que encierra el caos como paradigma fundacional de todo, desde el Big Bang primordial, hasta

las acumulaciones cotidianas de la más diversa índole. Bajo la atenta batuta de Alicia Ventura y José María Batalla -comisarios de la exposición-, el cuidado montaje, tras una breve presentación, se articula en torno a tres partes claramente diferenciadas. Trabajos artísticos realizados en el estudio de diseño, algunos de sus mejores productos y campañas publicitarias (siempre impregnadas de un compromiso ético en las antípodas del beneficio comercial) y finalmente los proyectos realizados in situ por artistas de la colección DKV: Moisés Mahiques, Juan Olivares, Juan Sánchez y los equipos Señor Cifrián y Arquilecturas que estuvieron trabajando al alimón con grupos reducidos de personas con distintas capacidades provenientes de diversos colectivos de la Comunitat Valenciana.

Desde una perspectiva estética, la selección de obras encierra un indudable atractivo, dentro de un lenguaje de marcado carácter expresivo en el que el color, el gesto, la superposición y el principio collage suponen un sólido entramado que articula el conjunto. Los títulos de las obras, algunos textos que las acompañan, y palabras que conviven entre trazos y manchas ofrecen un feliz contrapunto que señala la profundidad, la agudeza, la chispa, la genialidad incluso, que hierven a borbotones en las marmitas repletas de creatividad de personas que no se rigen por las limitaciones asociadas a un pensamiento que, afortunadamente cada vez más, se cuestiona como único, pero que sigue sumido en un mar de generalizaciones que expulsa con recelo aquello que considera extraño, o sencillamente diferente.

En definitiva, una muestra que es mucho más que una exposición . En todo caso, un botón de muestra del fecundo filón de integración social que genera la aceptación y la inclusión laboral... y de los hermosos frutos que se logran tras tan extraordinaria cosecha.

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