Bocetos, esculturas y cuadros con paisajes imposibles y referencias a la niñez, al juego, a manipular objetos con las manos inventando formas y figuras, se distribuyen en variedad de formatos por las salas de la galería Área 72 de Valencia con motivo de la exposición de Victoria Iranzo (Valencia, 1989) Bubble World, que puede visitarse hasta el 1 de diciembre en el semisótano de Barón de Cárcer, 37.
Iranzo, que lleva un año viviendo en Amberes y trabaja desde hace tiempo experimentando con texturas, sorprende ahora mostrando maquetas que engañan al ojo con sus proporciones, inspiran pinturas de corte flamenco y coquetean con los límites del caos y el orden, siguiendo la máxima del filósofo Antonio Escohotado de que toda suerte de sistemas físicos exhiben relaciones de incertidumbre porque se van inventando a cada instante.
«Me gusta ver cómo reacciona el público al encontrar un cuadro basado en una maqueta que han observado antes sin saber que guardaría relación», declara la artista. Ávida lectora y persona muy despierta, se sirve de su propia experiencia para crear y maneja materiales como lana, cera, papel, metal? «Empecé a pensar mucho en cómo las figuras transforman el espacio y fue surgiendo esta exposición», añade. El espacio doméstico, más allá de su taller, cobra especial importancia en esta etapa de su producción, realizada casi íntegramente en el corazón de Europa.
La experiencia del espacio siempre es la experiencia primaria del existir, según afirma Peter Sloterdijk en su trilogía Esferas. Siempre vivimos en espacios, en esferas, en atmósferas respecto de las cuales a menudo no reparamos o no las cuestionamos. La artista valenciana sí lo hace y además con un peculiar sentido del humor y de la estética que convierte su trabajo en un inventario de curiosos enseres recopilados, multiplicados o deformados. No busca la belleza y sin embargo la encuentra, belleza expandida en burbujas que representan el fluir de la sociedad líquida en que vivimos, que necesariamente nos empuja a ser nómadas a ratos, a recluirnos para concentrarnos, a fluir y adaptarse a los nuevos medios a cada paso.
Esculturas esféricas que representan esos mundos de Iranzo, interiores y exteriores, pintadas a partir de estampados que se han cruzado en su camino, integrando ríos en paisajes que también plasma con habilidad sobre lienzos de gran formato con burlones encuadres que nos hablan de realidad y ficción a la vez. Pequeñas piezas cuyo detonante ha sido vislumbrar un barco militar en la costa o la fachada de una casa paseando por la ciudad se erigen cual monumento sobre una estructura metálica con cubierta de madera lacada en negro a modo de peana: ¿reminiscencias de una de las celdas de Louise Bourgeois?
Las esferas remiten a la idea de pecera y, metafóricamente, a volverse agua. Una de las esculturas es, de hecho, un vestido de agua. Iranzo se caracterizaba hasta ahora por pintar tejidos, representar ropa en sus cuadros, de manera que ha habido un desarrollo en su capacidad de representación hacia una complejidad que enriquece la experiencia de contemplar su obra.
Un primer boceto a la entrada de la exposición muestra la ventana del altillo de su estudio pintada en tonos azulados y desde una perspectiva llena de misterio, que parece generar un trampantojo. La artista nos está enseñando su propia burbuja o una de ellas, tal vez para animarnos a mirar a nuestro alrededor y descubrir cuáles son nuestras burbujas, si nos movemos en ellas como pez en una pecera, las usamos de refugio o las tenemos desaprovechadas.
¿Cómo contar en un recorrido de diecisiete piezas el mundo que rodea a Iranzo? Su libro de cabecera, presente en varias de sus obras, pintado e incluso en forma de maqueta, que impregna conceptualmente la muestra, no es otro que La invención del mundo de Olivier Rolin. Considerada en Francia, desde su publicación en 1992, como un clásico de la novela contemporánea, La invención del mundo resume un día de la Tierra: su prodigiosa diversidad, la unidad gracias a la cual constituye un mundo, su extravagancia y su trivialidad incesantes, tal y como describe el autor, del mismo modo en que Victoria Iranzo elabora la narrativa del Mundo Burbuja.
