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Julio 1950: "Tal vez nunca sea feliz, pero esta noche estoy satisfecha"

La obra poética -y también prosística- de Sylvia Plath está considerada hoy como una de las más catalizadoras y emocionantes de la literatura anglosajona de la segunda mitad del siglo xx.

Julio 1950: "Tal vez nunca sea feliz, pero esta noche estoy satisfecha"

Con la frase que hemos elegido para titular esta reseña, comienzan los Diarios Completos de la poeta estadounidense Sylvia Plath (1932-1963), publicados recientemente por la editorial Alba en su colección Trayectos, y que incluyen por primera vez los cuadernos (escritos entre los años 1957-1959) que su marido, el poeta Ted Huges censuró en la primera publicación de los mismos, The Journals of Sylvia Plath, The Dyal Press, en 1982 y que fueron publicados en 1992 por Alianza Tres en España.

En 1998 Hughes levantó el veto de los cuadernos censurados y en 2007 por fin se publicaron en su totalidad por la editorial Anchor. Después de casi 50 años podemos leer en esta edición traducidos al español la totalidad de sus diarios excepto un último cuaderno, escrito meses antes de su muerte, y que Hughes se encargo de quemar para no herir la sensibilidad de sus hijos.

En esa primera frase lapidaria y madura, se vislumbran los derroteros emocionales por donde iba a encaminar su vida y su trágica muerte.

El 11 de febrero de 1963, Sylvia Plath después de dejar el desayuno en la habitación de sus hijos de 1 y 3 años de edad, mete la cabeza en el horno de gas de la cocina de su apartamento de Londres, quitándose la vida.

No era la primera vez que lo intentaba, en 1953 con 21 años se tomó una ingente cantidad de píldoras para dormir, pero aquella vez lograron salvarla.

Las más de 800 páginas de estos diarios dejan al descubierto toda una vida de autoanálisis, minucioso y constante, que descubre a una mujer de muchos rostros, de una personalidad autoexigente, perfeccionista, hipersensible, de una inteligencia asombrosa y una luchadora infatigable. Páginas que en ocasiones pueden llegar a abrumar por la infinita exposición de propósitos y retos que dispara en todas direcciones y ámbitos de su vida.

En la pagina 415 de los diarios, en el año 1957 se puede sentir cómo intenta calmar su inagotable desasosiego : «tengo una personalidad que está bien, me gustan el cielo, las montañas, las ideas, la comida rica, los colores vivos. Mi demonio querría aniquilar esta personalidad exigiéndome que sea modélica y amenazando con huir si no satisfago sus elevadas expectativas . Tengo que esforzarme tenazmente por hacer las cosas lo mejor que pueda, y no preocuparme por lo que los demás digan»

[...] pág. 417: «es doloroso€ no ser perfecta es doloroso».

La disección continua de sus estados de ánimo, de las circunstancias que le rodean, de la relación con su madre, con su marido, de las casas que habita, de los paisajes que recorre, son de una calidad literaria asombrosa donde casi se puede respirar el ambiente del Smith College de Boston donde estudió y mas tarde trabajó como docente, los duros inviernos ingleses, o el Mediterráneo de esos días en Benidorm. En la pag 322, describe el verano de 1956 que pasó junto a su marido en la costa española: «En vez de puertas, las casas tienen cortinas hechas con unos largos cordeles llenos de cuentas que se mecen y repiquetean cada vez que entra un cliente, y dejan pasar el aire, pero no el sol€

€ «Los turismos grandes y relucientes se mezclan con las carretas tiradas por burros, cargadas de paja o botijas de vino. Los campesinos llevan sombreros y hacen las siesta de dos a cuatro de la tarde a la sombra de alguna pared, en sus carros o bajo un árbol».

Una de las grandes luchas en su vida fue la de ser, y negarse a ser, el modelo de mujer típica de los años 50 estadounidense, convencional, perfecta y práctica al servicio del hogar y de un marido e hijos, y además la escritora brillante que ella sabía que llevaba dentro, y para lo que luchó encarnizadamente hasta su muerte.

A veces, incluso, ironiza sobre este tema, en la pág 365 escribe: «Estaba empezando a preocuparme la posibilidad de convertirme alegremente en una mujer práctica y aburrida: en vez de leer a Locke por ejemplo, o de escribir€ me pongo a hacer una tarta de manzana, a estudiar El placer de cocinar y leerlo como si fuera una novela interesantísima€». Y más adelante, en las pág. 560 dice en un tono más grave: «Me horroriza plegarme al sueño de un hogar y una familia€ Irónicamente tengo mi propio sueño, que es solo mío y no es el sueño estadounidense»

La gran ansiedad por llegar a ser una escritora de fama, le paraliza en múltiples ocasiones y hace que se sienta seca, sin palabras. Los diarios son un torrente de miedos, de graves autoreproches por no ser la escritora que ella espera ser , de una angustia extrema ante la impotencia en ocasiones de ponerse a escribir.

Le aterroriza profundamente el silencio literario.

En la página 420, escribe explícitamente sobre esto: «Sueño demasiado en la fama, en las poses, en tener una novela publicada, en vez de soñar en la manera de actuar, de hablar y de crecer de los personajes, y en cómo ponerlos en blanco y negro» [€] «algo profundo, sumergido, permanece paralizado. La voz congelada.»

Pero a pesar de sus exigencias y sus miedos o quizá debido a ellos, Sylvia Plath se convierte en una de las poetas americanas más importantes de la segunda mitad del siglo xx. Su libro de poemas Ariel, publicado después de su muerte y escrito entre 1962 y 1963, constituye la obra maestra de la escritora.

Es imprescindible subrayar algunos de los versos de ese poemario, en concreto la primera estrofa de uno de sus poemas más citados y titulado Tulipanes (Poesía Hyperion 1985):

Los tulipanes son demasiado emotivos; aquí es invierno.

Mira qué blanco está todo, qué tranquilo, qué nevado.

Estoy aprendiendo paz, yaciendo sola, tranquilamente,

Como yace la luz en esas paredes blancas, esta cama, estas manos,

No soy nadie; nada tengo que ver con los estallidos.

He entregado mi nombre y mi ropa de diario a las enfermeras

Y mi historial al anestesista, y mi cuerpo a los cirujanos€

En estos Diarios completos además de pasajes inéditos podemos encontrar algunas reproducciones muy interesantes de las páginas manuscritas de sus diarios, así como algunos de sus dibujos. Sylvia Plath dibujaba extraordinariamente bien, siempre le interesó el arte.

En una reciente recopilación de sus dibujos editada por su hija Frieda, podemos deleitarnos con una considerable selección de los mismos.

En una carta que Plath le escribe a su madre y que aparece en el prólogo de la publicación de los dibujos dice: «He descubierto mi fuente de inspiración más honda, que es el arte: el arte de los primitivos como Henri Rousseau, Gauguin, Paul Klee, y De Chirico€ y desbordo ideas e inspiraciones, como si hubiera estado conteniendo un géiser durante un año».

Siempre que nos visita de nuevo alguno de los «grandes», con una nueva edición como en este caso, se abre alguna puerta nueva en nuestras miradas, en nuestro entendimiento. Sylvia Plath fue un titán humano y poético.

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