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Max Aub con los mambises

Max Aub (París, 1903 - Ciudad de México 1972), vivió muy de cerca el estado de la Revolución cubana gracias a su participación en el Congreso Cultural de La Habana en 1968, un acontecimiento legendario que reunió en la isla a la flor y nata de la intelectualidad progresista internacional como Alejo Carpentier, Cortázar, Leiris, Lezama Lima o Hans M. Enzensberger. La agudeza del escritor criado en Valencia le hace ver los primeros síntomas de un régimen sin salida al futuro mientras el resto de la izquierda vivía con entusiasmo el fenómeno político castrista.

Max Aub con los mambises

«Una vez más no hay más remedio que rendirse a la evidencia: Fidel es un genio: les ha convencido de que el trabajo es su redención, de que el dinero carece de importancia. Por el momento es así. Pero el día de mañana, cuando empiecen a tener bienes de consumo, ¿sucederá igual? Nadie es adivino, ojalá se salga con la suya», escribió el republicano y perspicaz Max Aub, tras visitar Cuba, evidenciando una capacidad de adivinación notable sobre el futuro de la Revolución.

Entre el 4 y el 11 de enero de 1968 tuvo lugar en La Habana el Congreso Mundial de la Cultura, al que fue invitado el escritor español. Medio millar de intelectuales de setenta naciones acudieron a la llamada de la revolución en aquel año en que la izquierda mundial crepitaba de entusiasmo y de futuro.

Cuando Aub llegó a La Habana se hospedó en el Hotel Nacional, con la prensa extranjera, y fue testigo de primera mano de un evento político cultural que ya es historia y que es harto difícil que se repita.

En territorio mambise, bajo los cocoteros y con el son, se reunieron, juntos y bien revueltos por el entusiasmo socialista, Julio Cortázar, Roberto Matta, Antonio Saura, Blas de Otero, Michel Leiris, Hans Magnus Enzesberger, Rossana Rossanda, Alejo Carpentier, Lezama Lima y Nicolás Guillén, entre otros muchos. Kilos de talento por metro cuadrado en la isla. Y Max Aub estaba allí. Un intelectual comprometido con su tiempo que también escribió: «No se puede ser escritor comunista, a lo sumo comunista escritor, lo que es muy distinto» .

El investigador habanero Rafael Acosta de Arriba cuenta, en este pequeño libro de Ediciones Vuelta del Ruiseñor, el periplo cubano del gran escritor cosmopolita, nacido en Francia y muerto en México, pero más ibérico que el jamón, y estos días muy en boca de todos por el escándalo que ha producido el suprimir su nombre en un aula del Centro Cultural El Matadero de Madrid.

El crítico de arte e historiador del exilio republicano, Manolo García, da otra vuelta de tuerca cultural a su discreta pero matona editorial, tras cuatro títulos en la calle y de haber editado pequeñas joyas, como el viaje africano del pintor Genaro Lahuerta, en su colección de literatura de viajes, que lleva precisamente el nombre de Max Aub.

Max Aub en Cuba, 1968, combina los legendarios acontecimientos del Congreso antillano, con la visión que tuvo de ellos el intelectual republicano, utilizando fragmentos significativos de su libro Enero en Cuba, texto que es «el testimonio impar de una mirada que registró para el futuro aquel momento singular de la historia», escribe el profesor Acosta, quien, de paso, realiza una autocrítica y reflexión, propias de un hombre comprometido en su momento con la Revolución «hasta los huesos». Pero aquella revolución queda lejos y el tiempo enfrentó ideológicamente a los ilusionados intelectuales de 1968.

El libro de Acosta cuenta con jugosas anécdotas. Como la patada en el culo al estalinista Siqueiros por parte de la poetisa franco-egipcia Joyce Mansour, contada por Lisandro Otero, presidente de una de las comisiones: «La Mansour se situó detrás de Siqueiros y tomando impulso le propinó una fuerte patada mientras gritaba. ¡Esto es por Trotski!, aludiendo al atentado frustrado en el que participara (lideró más bien) el pintor mexicano».

El editor Manolo García, experto investigador del exilio americano, autor del interesante libro Memoria de posguerra. Diálogos con la cultura del exilio (PUV, 2014) recupera con esta edición, que incluye fotos inéditas, trozos de una memoria que se va haciendo jirones con el tiempo.

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