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A mano alzada

Monika Buch, la única mujer española que estudió con Max Bill en la HfG de Ulm (escuela que reincorpora tras la guerra el legado de la Bauhaus), nace en Valencia en 1936. De padres alemanes, su infancia transcurre entre Alemania y España. Su exposición en Punto descubre a una minuciosa pintora y dibujante de la geometría.

A mano alzada

Antes de que Stalin llegara al poder y estableciera su modelo conservador de arte estatal y, por ende, más controlable; antes de que ejecutara o desterrara a Siberia a todos aquellos que no eran de su cuerda, o por instinto de conservación éstos emigraran a los Estados Unidos, un grupo de creadores concibieron lo que se ha denominado el constructivismo. También era un arte al servicio del poder, si bien, como dice el historiador Josep Fontana «todos los movimientos revolucionarios son en una primera fase acciones de minorías inteligentes y cualificadas». De entre aquellos eminentes creadores, El Lissitzky llegó a declarar sobre aquel arte que se iniciaba en los primeros -para muchos- esperanzadores años de la revolución rusa que «la punta deshilachada del pincel está en desacuerdo con nuestro concepto de claridad». Había, pues, que crear un arte limpio, visual, claro. Se recurría a la actividad gráfica, a los signos y la línea, el diseño textil, a la fusión de la arquitectura, la escultura, y la pintura, aquello que -de nuevo- Lissitzky denominaba «estaciones de tránsito».

Viene a cuento mencionar esta frase del creador ruso a propósito de una deliciosa exposición de Monika Buch, Tras la búsqueda del movimiento, inaugurada en la galería Punto. Su autora parece haber asumido la necesidad de, efectivamente, «sacar punta» a los lápices, gouaches, aguadas y acrílicos para organizar las imágenes alrededor de una dinámica en la que predomina las líneas verticales y las horizontales, y cuyo fin no es otro que construir unas estructuras perfectas que parecen flotar en el espacio. Diseños en los que destaca el equilibrio entre el plano y la línea, la serenidad y delicadeza, la claridad con la que han sido realizados y la frescura. La maestría de la técnica es tal que muchos espectadores se preguntaban si las obras no estarían realizadas con algún programa de ordenador. Y es que sorprende el detallado trabajo a mano alzada con la edad de su autora, nacida en 1936.

Si bien Buch lleva toda su vida pintando, para la mayor parte del público ha sido hasta hace no mucho tiempo una completa desconocida, destacando en la exposición Vanitats-Intel·lecte-Espiritualitat, de la colección de Javier Martín, exhibida el pasado año en el Centre del Carmen. Para el argot artístico a Monika Buch la podríamos incluso calificar de emergente.

En una reciente mesa redonda a propósito de la muestra Discursos premeditados, Tomás Llorens, partícipe directo en la creación de esta magnífica colección de la Fundación Caja Mediterráneo junto con, entre otros, Romà de la Calle y Juan Peiró, también ponentes en la mesa, dejaba entrever las tensiones que generó la elección de los artistas que debían configurar la colección. Por una parte estaban los que apostaban por adquirir obras de artistas consagrados, y por otra los que se decantaban por eso que se ha llegado a llamar artista «emergente» algo con lo que el historiador discrepaba por, sobre todo, su connotación económica. Lo emergente, decía Llorens, se contempla en función del valor económico del artista y menos con el valor artístico de la pieza.

Sin embargo, sin querer entrar en controversias, consideramos que emergente se entiende, también, como aquel artista que empieza a destacar en relación a otros, bien sea por la originalidad de sus propuestas, su habilidad técnica, por romper moldes, su compromiso, por querer contribuir a transformar la sociedad o por una creatividad que le diferencia del resto. Emergente podría ser tanto un artista recién salido de la facultad como alguien que lleve muchos años pintando en la sombra, creando pacientemente, dibujando con minuciosidad y disfrutando con lo que hace hasta que finalmente «emerge». Podríamos estar hablando de Monika Buch.

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