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El verano de los niños de la guerra de Bosnia

La última guerra europea que provocaron los fantasmas del nacionalismo y la religión, desencadenando la desintegración de Yugoslavia, es el objeto de la novela de Goran Vojnovic, un ejercicio de introspección sobre los efectos destructivos del odio en la memoria y la vida de las generaciones futuras.

Mientras Europa se prepara para nuevas tormentas, hay rincones del continente que apenas han tenido tiempo para acostumbrarse a la extraña paz de los cementerios que queda tras las guerras. El último conflicto bélico, la guerra de Bosnia que causó, entre 1992 y 1995, más de 100.000 muertos y cerca de dos millones de desplazados sigue supurando memoria entre las nuevas generaciones de narradores.

La desintegración de Yugoslavia, el resurgimiento de antiguas reivindicaciones y aspiraciones nacionalistas como la de Croacia, Serbia, Kosovo, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina, mezclada con la idea de unión yugoslava o de dominación serbia, mezclado con el conflicto religioso, lingüístico y racial... todos estos factores hicieron que los Balcanes en los noventa fueran un territorio parecido al infierno. Militantes de extrema derecha como los Tigres de Arkán, genocidas a los que el tribunal de La Haya juzgaría posteriormente por crímenes de lesa humanidad (Radovan Karad?i?, Ratko Mladi?, Slobodan Milo-evi?), militares y paramilitares cometieron y televisaron atrocidades extremas contra la población civil. La matanza de Srebrenica en 1995, una población en la frontera entre Serbia y Bosnia, puede ser el mejor ejemplo del horror del genocidio y la limpieza étnica perpetrados por el ejército serbio.

El cineasta Dalibor Matani? (Zagreb, Croacia, 1975) exploró las vidas rotas tras la guerra en su película Bajo el sol (2015). En ella, distintos personajes intentaban recomponer una vida, un amor o una familia, pero los fantasmas (la culpa, el crimen) impedían hasta el más mínimo gesto de reconciliación. En países anclados en crisis institucionales y económicas, el recuerdo de la guerra, el rencor hacia los responsables, la «yugonostalgia» que en muchas ocasiones hace añorar la ortodoxia del pasado, así como la disipación de la responsabilidad de los criminales de guerra obstaculizaban la construcción de una nueva etapa más allá del trauma.

Goran Vojnovi? (Lubliana, Eslovenia, 1980) publicó en 2012 Yugoslavia, mi tierra (Libros del Asteroide) que en este 2017 llega a España gracias a la traducción de Simona -krabec. Vojnovi? compone una ficción sobre un presente en proceso de superación de los traumas de la guerra. El primer paso de esa superación es precisamente el conocimiento de los hechos: la Verdad. La Justicia y la Reparación, si acaso, habrán de llegar poco a poco. En Yugoslavia, mi tierra (eslogan publicitario que se utilizó para promover el turismo en Eslovenia) el protagonista Vladan Borojevi? descubre por casualidad que su padre, a quien creía muerto en la guerra, aún vive y es un criminal de guerra buscado por los organismos internacionales. La guerra se lo llevó, porque era un oficial del Ejército Popular Yugoslavo, al igual que se llevó a su madre, sumida en una profunda depresión por deber abandonar su hogar en Pula, en la costa croata, vagar por casas de amigos en busca de refugio, regresar a la vivienda familiar y, al mismo tiempo, hacerse cargo de un niño, Vladan, que convoca en sí mismo todas las pérdidas que, para la mujer, ha comportado la guerra: la juventud, el marido, la familia, el hogar y la vida entera. Para intentar superar de golpe las mezquindades de la Historia, la madre se inventará la muerte del padre, así Vladan crecerá convaleciente de un mundo que le robó la infancia.

Pero el padre, Nedeljko Borojevi?, vive. Y en efecto, es responsable de la matanza en Vi-nji?i, una aldea bosnia, en la que saquearon, mataron y quemaron a una treintena de campesinos. Y desde entonces ha vivido escondido, bajo un nombre falso y sin poder retomar el contacto con su hijo. Vladan emprenderá un viaje para conocer los lugares de la guerra y los protagonistas que le lleven hasta su padre para comprender si lo hizo y por qué lo hizo.

El viaje de Vladan Borojevi? es literariamente fascinante, en la medida que es fascinante abismarse al horror de la Historia y enfrentarse al gran problema moral que plantea Goran Vojnovi? en su novela: absolver a nuestro padre o no, sabiendo que es un criminal de guerra. Y sabemos que absolver es la etapa final del escuchar, conocer y comprender. Así pues, el viaje hacia el conocimiento de los hechos le ayudará a comprender por qué su madre lo rechazó, por qué la infancia se acabó para toda una generación de niños felices y por qué todavía hoy en aquel rincón de Europa conviven entremezclados el silencio, la complicidad, la resignación, el odio y el secreto orgullo de las atrocidades de la guerra de Bosnia. La tensión narrativa es magistral, así como la contraposición de planos temporales que nos ayudan a entender de qué manera el pasado incide en el presente, y de qué modo hay pasados que no pasan sino que se enquistan en la conciencia colectiva y que, fatalmente, generaciones sucesivas intentarán vengar, creando nuevos monstruos. Yugoslavia, mi tierra nos ofrece esa verdad: que muchas veces no hay superación del dolor, sino dolor mismo, transformado o remozado. Que el pasado no es excusa. Que la patria no es excusa. Que el destino tampoco lo es. Y que el futuro, en muchas ocasiones, es una proeza que suponemos que vale la pena. Trabajo inteligente y prodigioso sobre el trauma de la guerra de Bosnia que alcanza a explicar un tiempo, una historia y el horror presente de la última guerra europea.

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