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Ser y no ser del arte

En los últimos 25 años, mucho ha cambiado el panorama de las artes plásticas, de las bellas artes, en esta ciudad, en este país, en nuestro mundo europeo y occidental.

Ser y no ser del arte

Ya decía Pitágoras que el número es el conocimiento mismo. A pesar de que mucho han cambiado las posibles lecturas e interpretaciones de esa profunda verdad, no ha perdido un ápice su vigencia. Aquí estamos, dándole vueltas al número 1001 de este singular Suplemento Cultural. Número varias veces redondo e importante que tiene un equivalente mucho más modesto: 25. Veinticinco años que inevitablemente suenan a tiempo vivido y celebración por venir.

Aunque suene tan exagerado como tópico, pocas disciplinas se resisten tanto a los encasillamientos de todo tipo, a las etiquetas que no dejan de ponerse, a las contradicciones constantes y sucesivas, ya que las manifestaciones artísticas son a la vez individuales y colectivas, locales y globales€ Ese ser y no ser que es tan propio de la condición humana y que se hace especialmente visible en las obras de arte. Muy profundas han sido las transformaciones, los movimientos, las apariciones fulgurantes y los olvidos oscuros.

Veinticinco años atrás nos lleva al mítico 92 con la Exposición Universal de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona. Como bien sentenció José Luis Brea, los años precedentes lo fueron de mucho entusiasmo sacudidos después por la crisis, hoy olvidada, de 1993 a la que fueron sucediendo diversos enfriamientos que como lenguas glaciares se han visto engullidas por ese mar helado que ardió en 2008 y que todavía persiste (mucho más que el recuerdo). Volver la vista atrás y sacudir la memoria entumecida, nos enfrenta a su fragilidad que lejos de ser selectiva, parece directamente amnésica.

Desde 1986, el IVAM abrió sus puertas internacionales, especialmente incisivas en el Centre del Carme, presentando por primera vez artistas hoy ampliamente reconocidos, como McCollum, Prince, Lee Byars, Gary Hill, Guillermo Kuitca, Matt Mullican, Cildo Meireles y tantos otros. Pero también artistas nacionales como Ferran García Sevilla, Juan Muñoz, Miralda, Francesc Torres así como Miquel Barceló, Navarro Baldeweg€ Mientras, algunas galerías valencianas no dejaban de incluir en sus respectivas programaciones artistas que forman parte de la historia del arte español de estas últimas décadas: Luis Gordillo, Jordi Teixidor, José Mª Yturralde, Soledad Sevilla (La Nave, antes Theo); Susana Solano, Adolfo Schlosser, Eva Lootz, Victoria Civera, Darío Villalba (Luis Adelantado). Gerardo Rueda, Guinovart, Úrculo (Rosalía Sender); Joan Cardells, Miquel Navarro, Carmen Calvo, Ángeles Marco, Maribel Doménech, José Morea, Pepe Sanleón, Juan Barberá son artistas que no han dejado de estar presentes entonces y ahora, dentro y fuera de esta ciudad pródiga en creatividad€ Centenares han sido las exposiciones individuales y las muestras colectivas visitadas, recorridas a lo largo de este cuarto de siglo, sin embargo, son muchos menos los nombres de artistas y exposiciones que soy capaz de recordar. A pesar de ello, tengo la sensación de que en este tiempo se ha producido, con todos los matices y las imprecisiones, un doble proceso simétricamente inverso. Se ha reducido notablemente la presencia expositiva de artistas internacionales, incluso nacionales, y ha aumentado ostensiblemente la movilidad de sucesivas generaciones de artistas de media carrera que, sin perder el contacto con la ciudad donde nacieron o dieron sus primeros pasos profesionales, viven o trabajan en otras ciudades españolas o europeas.

Ser y no ser, bien parece ser la naturaleza de las obras de arte y los artistas que las producen. Durante años pudimos disfrutar de la obra de artistas andaluces como Curro González, Pedro G. Romero, Antonio Sosa (Tomás March). Otros artistas valencianos han estado exponiendo con mayor frecuencia fuera que aquí, tal es el caso de Jorge Peris o Javier Garcerá. Otros han permanecido fieles a su estudio, como Francisco Sebastián Nicolau, Javier Chapa, Xisco Mensua, Manuel Sáez, Joan Sebastián, Amparo Tormo, Mavi Escamilla, Ana Teresa Ortega, Pamen Pereira, Joel Mestre, Carlos Domingo, Chema López, Álex Francés, Bleda y Rosa, Moisés Mahiques, Juan Olivares, Nico Munuera, Oliver Johnson, Carolina Ferrer y Encarna Sepúlveda, Cristina Ghetti, Inma Femenía, Victoria Iranzo€, muchas de sus obras estuvieron el tiempo justo de producción y ahora andan viajeras o disfrutando de un merecido descanso en la casa de algún coleccionista. Otras reposan esperando que llegue su momento. Nada más lejos de mi intención que caer en la nostalgia, no suscribo aquello de cualquiera tiempo pasado fue mejor. Ni tampoco aquello de que antes eran gigantes y ahora somos enanos€ Como bien contestó Guillermo de Baskerville en El nombre de la rosa, quizás sean enanos, pero están subidos a los hombros de aquellos gigantes€ Antes que añorar el pasado, me queda claro que el presente es lo único que tenemos y cada instante es irrepetible y hay que sacarle todo el jugo posible. A la evidente pérdida de cantidad, al menos en lo que a número de galerías presentes en ARCO se refiere (a lo visto, esa es la verdadera medida del mercado del arte en este país) hay una notable ganancia de calidad, de actualización del conocimiento, de compromiso con el presente, de apuesta por el futuro.

No puedo terminar por señalar algunos nombres de artistas que son y no son valencianos, que viven y no viven en Valencia, pero que son ya prometedoras realidades a las que sólo el tiempo terminará por consolidar en ese espacio del arte que poco sabe (y lo sabe todo) de territorios indefinidos y geografías no necesariamente terrestres: Regina de Miguel, Rosana Antolí, Manuel Blázquez, Nelo Vinuesa, Greta Alfaro, Álex Marco, Núria Fuster, David Ferrando, Juanli Carrión, Irene Grau.

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