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Tres generaciones de mujeres artistas

La espléndida colección particular de Ana Serratosa ha dado lugar a una pequeña pero deliciosa muestra en el espacio-ático de su galería, centrada en el trabajo de ocho mujeres, tanto consagradas como escasamente conocidas en el ámbito artístico valenciano y que dan cuenta del variado pero intenso repertorio de intereses estéticos de su coleccionista.

Tres generaciones de mujeres artistas

La galería Ana Serratosa acoge hasta finales de octubre una exposición colectiva que rinde homenaje a las mujeres que dedican su vida al arte contemporáneo desde la creación, mujeres artistas que han consolidado sus carreras y que se encuentran en distintos puntos de las mismas, siendo ésta una muestra en la que dialogan diferentes generaciones. Ocho artistas se dan cita en el ático de la galerista que ha decidido seleccionar una pieza por artista entre las obras que componen su excelente colección y mostrarlas en un montaje elegante y ecléctico que reúne técnicas variadas desde la instalación, el videoarte, la pintura, el collage a la fotografía.

El recorrido cronológico comienza con una delicada intervención mural de Françoise Vanneraud, la más joven de las ocho, en el cual enfoca la memoria como un sistema de imágenes conformada por experiencias asumidas a partir de mecanismos propios de los medios de comunicación. De este modo, incorpora fotografías de postales antiguas en blanco y negro, las solapa formando un horizonte común tejiendo paisajes de ciudades que aparentemente nada tienen que ver y pega plastilina verde en los huecos que deja la tierra de cada paisaje hacia abajo, como cera derramada que es mar y es montaña imaginaria al mismo tiempo. Todo un descubrimiento al que la galería dedica una pared entera, la más extensa de la sala, en el lado derecho de la entrada, colindando al fondo con una figura humana femenina en vertical de la neoyorquina Ida Applebroog titulada Las éticas del deseo y en frente de La miseria de mi condición no estorba, collage fotográfico de Carmen Calvo cargado de contenido retórico que anticipa la que será la próxima exposición que acogerá Serratosa: una individual de la artista valenciana en el mes de noviembre.

Louise Bourgeois preside la zona izquierda de la sala, acogedor espacio en el que hallamos la biblioteca, allí vemos una pieza sin título de 2006 con la que la parisina invita a reflexionar a cerca del psicoanálisis, de encontrar en el arte una vía de acceso al subconsciente, una forma de autoconocimiento quizás provocada por la experiencia estética. Recuerdos volcados en mallas metálicas y tela de vestido rosa trazan geometrías delicadas, inspiradas en flores y rodeadas de líneas azules rotundas en un estampado que confronta los roles de género. Phyllida Barlow, por su parte, a escasos metros, interroga la relación entre artista y materiales esculpiendo con arena, cemento, espuma expandida y una peana que alza sobre las cabezas del público una estructura compleja de reminiscencia orgánica que deja ver a través de ella retazos de Bourgeois según el ángulo del observador pero siempre provocando un choque de lenguajes.

En contraste cultural la norteamericana Kara Walker nos traslada a África para incomodarnos al representar la esencia de la violencia y del racismo tan nocivo y sin sentido. Con siluetas negras en metal pintado y cortado a láser narra la historia de una aldea africana en la que sucede un incendio, un rapto, un asesinato machista, maltrato infantil y toda clase de terribles situaciones que le han inspirado experiencia reales vividas de cerca y con las que convierte lo escultórico en político para llevar a cabo una reivindicación social. Se trata de una obra comprometida, valiente y necesaria que pide atención sobre hechos injustos y atroces que no podemos negar ni olvidar. Compensando los horrores del mundo con la armonía pictórica tenemos a su lado a Farideh Lashai, artista iraní que proyecta sobre un cuadro de naturaleza verdosa unos pequeños conejos saltando felices y ajenos a la barbarie humana envueltos de pura luz.

Por último, Pipilotti Rist despliega una capacidad abrumadora por captar la belleza de lo cotidiano entre objetos del hogar tan banales como unas simples botellas que forman parte de la instalación en la que se proyecta uno de sus vídeos titulado Purple Granadilla de 2015. La brillante videoartista suiza sorprende con sus tan solo 23 cm de tamaño, proyecta entre las botellas un vídeo a doble pantalla, tan pequeño como conmovedor y nos lleva a pensar en la esencia del arte contemporáneo, nos pone delante dos rectángulos azulados que parecen dentro de unas botellas y que se mueven intrigándonos, hipnotizándonos, ¿qué busca transmitir? La interpretación es libre.

@MarisolSalanova

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