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Intramurs

La cuarta edición del festival artístico Intramurs a lo largo de la Ciutat Vella, se ha desarrollado entre el 19 y el 29 de octubre, reeditanto un acontecimiento cultural que el año pasado fue calificado como el tercero más importante de València.

Intramurs

Escribo estas líneas a modo de balance personal del Festival Intramurs, que se celebró entre el 19 y el 29 de octubre en el centro histórico de la ciudad. Diseñamos esta cuarta edición pensando en la consolidación del festival, tras la excelente valoración del modelo, que lo situaba como el tercer acontecimiento cultural más importante de la Comunitat en 2016, tan solo por detrás del IVAM y Las Naves. Por eso hemos sido muy cuidadosos en la selección de las obras presentadas a nuestra convocatoria, que corrió a cargo de un prestigioso comité que incluía a artistas como Abel Azcona, comisarios como Javier Duero, o académicos como Ricardo Forriols, actual responsable de cultura de la UPV. En cuanto a los artistas invitados, también hemos hecho una importante apuesta por la calidad, cuidando al máximo la producción de proyectos tan complejos como la provocadora Misa Patólica de Leo Bassi, en la que contrajo artístico matrimonio el artista valenciano Víctor Bonet, o el Tracapelló de Marcel·lí Antúnez, una suerte de falla en movimiento que ha llevado más de cuatro meses de producción y que incluyó la participación de la Escuela de Fallas y más de 50 voluntarios. También me gustó mucho la brillante performance Apneus, de Germans Rumbetti, en el Hotel Caro; el happening privado La Manada duerme, de Isbel Messeguer; el trabajo de Eva Máñez sobre la playa de Nazaret; la doble presentación, a cargo de Massimo Mazone, del proyecto P.I.G.S. en La Beneficencia y, sobre todo, la intervención de Pol Coronado, que ha colocado 51 lonetas, numeradas y firmadas, en otros tantas ventanas y balcones con un rojo corazón bajo el que puede leerse Mi mundo es otro. Afirmación que suscribo, en cuanto invitación a construir y habitar nuevos mundos, a ser posible más hermosos, más justos y más habitables que el actual.

En cuanto a mi trabajo como artista, desde el colectivo Serpiente de dos cabezas hemos hecho una bicéfala propuesta con la que hemos intervenido las dos sedes principales del festival lanzando un doble mensaje de amor. En el espacio Ideo construimos un Jardín Solar, compuesto por una colección de plantas ornamentales colocadas sobre la parte superior del muro que rodea el solar. Con ella queríamos llamar la atención sobre el paisaje urbano y su relación con la naturaleza. En la otra sede de Intramurs, la de la calle Conde Trénor, presentamos una versión de Cárcel de amor, la novela de Diego de San Pedro publicada por primera vez en 1492, que fue también el año en el que los primeros españoles iniciaron la colonización de América. A través de ella, propusimos una performance de doce horas seguidas en las que la artista brasileña Janice Martins y yo mismo compartimos en público nuestras vivencias cotidianas, planteando una reflexión sobre las pasiones humanas, sobre el amor y sobre el dolor, pero también sobre las actuales políticas de extranjería que impiden a los extranjeros vivir más de tres meses en España. Una doble experiencia, altamente interactiva y participada por el público, a través de la cual hemos llegado a la siguiente conclusión, expresada con cruda rotundidad por mi compañera artística y sentimental: «En Europa hace falta más amor, tanto hacia la naturaleza como entre las personas».

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