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Narcisismos

El mito de Narciso es uno de los más complejos del complejo repertorio de la mitología. Se trata de un mito de amor, pero de amor trágico, porque los amantes que participan en él acaban mal, ya sea por despecho, por olvido o por ensimismamiento hacia ellos mismos. Es un mito de belleza y crueldad: los actores son bellos y persiguen la belleza, pero la belleza no sólo huye de sus perseguidores, sino que termina por condenarlos, incluso a la muerte, una muerte de la que, con un giro teatral de paradójica sorpresa, vuelve a nacer la hermosura, porque en todas las versiones del mito de Narciso, tras la muerte del protagonista, que se ahoga al querer besar su reflejo en el agua, brota la flor del narciso.

Esta fábula de amor y muerte, de saciedad e insatisfacción, de egoísmo y entrega, de renuncia y venganza, ha dado origen a una tradición artística casi inagotable a lo largo de la historia. Son innumerables los pintores, los poetas, los narradores y filósofos que han hecho a Narciso y sus compañeros de viaje los protagonistas de sus creaciones. El doctor Freud, que sabía de nosotros lo que ni nosotros sabíamos que se podía saber, acuñó uno de sus más célebres conceptos a costa del desafortunado amante de su propio reflejo: el narcisismo.

El nuevo libro de Juan Vicente Piqueras (Los Duques de Requena, Valencia, 1960), Narciso y ecos (Vandalia, Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2017) es un magnífico asedio al mito y a sus consecuencias con respecto al individuo moderno, que es también el individuo de cualquier época, porque la literatura se escribe para el hombre, sin adjetivos.

Juanvi Piqueras ha escrito -como hacen siempre los poetas- una autobiografía sentimental, que aspira a convertirse en la autobiografía de cualquier lector, por obra del extraño embrujo solidario de la buena poesía, que identifica y hermana a sus practicantes por encima del espacio y del tiempo.

El narcisimo del poeta, su destino (que es el destino del hombre en general) es un perverso y enigmático conglomerado de estados del espíritu y de consecuencias físicas. El ensimismamiento del individuo lo conduce a la insatisfacción, el aislamiento y la soledad, pero ese ensimismamiento lo empuja también al viaje, a la búsqueda, a la perseverancia errante. La perdición es su puerto de arribada, pero mientras envejece y reparte insatisfacciones traza al mismo tiempo su aventura. El narciso moderno construye una tragedia circular sin escapatoria: el yo -y las derivas del ego- representan la posibilidad de ser y la condena de estar siendo.

He dicho que el poemario de Juanvi Piqueras constituye un asedio al mito de Narciso -en poemas, aforismos, fragmentos, cuentos breves, pequeños ensayos-, un asedio al castillo del yo. La literatura ha tenido desde siempre la aspiración de servir para, entre otras cosas, conocernos a nosotros mismos. Pero -y aquí descubrimos el peligro del arte, del mundo y de la vida- recordemos que el adivino Tiresias le pronosticó a la madre de Narciso, Liríope, que su hijo tendría una larga vida, con tal de que no se conociera a sí mismo.

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