Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Suplemento

Vademécum fotográfico

Vademécum fotográfico

Carmelo Vega es profesor de Historia del Arte en la Universidad de La Laguna y acreditado especialista en temas fotográficos. Con Fotografía en España efectúa un recorrido de más de siglo y medio por la creación de este tipo de imágenes en nuestro país. Por tanto, se ocupa, desde las manifestaciones pioneras -daguerrotipos, calotipos€- pasando por las corrientes pictorialistas, la tradición documental o las vanguardias de los años 20 y 30, hasta los fenómenos más recientes como la renovada militancia visual que supone el fotolibro o la abrumadora aparición de imágenes en red, entre otros muchos.

Vega señala que el decisivo cambio de actitud, con respecto al hecho fotográfico, se produce en España sobre todo a partir de los años 80 del pasado siglo. Comienza entonces una conciencia más clara de la importancia estética, antropológica, historiográfica de la fotografía; hecho relacionado con la aparición en el universo académico de estudios reglados sobre imagen, fotografía, cine€ prácticamente ausentes hasta ese momento.

En la década anterior hubo algunos estudios (arquitectónicos, etnográficos€) que, aunque de modo oblicuo, comenzaban a subrayar la enorme importancia de la fotografía. En cualquier caso, sirvió para detener, al menos en parte, la continua pérdida o destrucción de archivos y colecciones.

Con la implantación del Estado de las autonomías en los años 80, la historia de la fotografía operó ante todo como instrumento de la reconstrucción de las diversas memorias locales. Esto explica que la historia general de fotografía española generó escasos trabajos -aunque muy dignos- en notorio contraste con la proliferación de microhistorias locales.

A partir del 2000, las investigaciones de ámbito local-provincial se ampliaron a las de naturaleza autonómico-regional. El problema se planteó -continúa planteado- entre una visión sintética que ensamble bien la complejidad de sus componentes, frente a los microestudios parciales. Los estudiosos de esta segunda modalidad reprochan, en ocasiones, escasez de datos y autores vinculados a sus provincias; los de la primera modalidad, objetan la ausencia de conceptos generales, clarificadores, que evitan perderse en el espeso boscaje del microdato lugareño, y permiten vincularse a fenómenos más generales en los que, de una manera u otra, todos están inscritos.

En relación con lo anterior, el profesor Vega señala que reconociendo la enorme y admirable importancia que para el análisis historiográfico tiene el trabajo previo de documentación, localización de materiales, verificación de fuentes, etc., insiste en que se hace necesario acometer una historia de la fotografía que asuma su función interpretativa de los hechos (qué y cómo) y que sea capaz de erigir un relato histórico que no sólo exponga lo que ocurrió sino que busque sentido y significación (por qué y para qué).

Más que una sucesión de biografías de fotógrafos ilustres, ordenados por décadas, esta historia trata de desvelar, profundizar e interpretar las distintas tendencias estéticas y los corrientes de opinión que se han sucedido a lo largo del tiempo.

Vega ha tratado también de establecer los sucesivos marcos teóricos y estéticos que influyeron en el avance de la fotografía en España. El debate hoy en día no es ya si debemos hablar de una historia de la fotografía en España o de una historia de la fotografía española -cuestión ésta que preocupaba a comienzos de los 80- sino de qué manera podemos encajar dos modelos de historia que han venido funcionando de forma paralela estos años: construcción de una historia general de la fotografía en España y, por otro lado, la elaboración de historias locales de la fotografía en cada una de las diferentes autonomías.

Los antecedentes más inmediatos del trabajo del profesor Vega son la sección dedicada a España de la Historia de la fotografía de Marie Loupe Sougez. Y la Historia de la fotografía en España desde su orígenes hasta 1900 de Lee Fontanella. Los dos fueron publicados en 1981, y por tanto, productos, de algún modo, de estos renovadores años de la Transición.

Cita también otros textos de esta época que tratan de reflexionar sobre este objeto. Uno de ellos es Notas sobre la fotografía española (1983), de Joan Fontcuberta, que apareció en forma de apéndice en la traducción del libro Historia de la fotografía. Desde sus orígenes hasta nuestros días de Beaumont Newhall. Tal apéndice, en opinión de Vega, fue una excelente síntesis de la historia de la fotografía en España, o al menos, de lo que se conocía de ella en ese momento. Pero lo más interesante fue su esfuerzo por contextualizar cada fase de esa historia; y también defendía una interpretación del trabajo fotográfico desde la perspectiva de autor, destacando aquellos fotógrafos que aportaban un universo propio, planteando ideas y conceptos hasta entonces poco utilizados por la historiografía fotográfica española. Su claridad expositiva y su combinación funcional de actitud analítica y visión de conjunto, convirtieron el texto de Fontcuberta en un ensayo muy orientador.

Otra trabajo importante es La forma fotográfica. A propósito de la fotografía española desde 1839 a 1939 (1986) de Isidoro Coloma Martin. Y finalmente Fotografía y sociedad en la España del siglo xix (1989), que es el primer tomo de la trilogía Fuentes de la memoria de Publio López Modéjar, que luego completaría con los tomos dedicados al periodo 1900-1939 y al 1939-75.

El propósito realmente meritorio de acometer una compendio, digamos, aristotélico de la historia de la fotografía en España, se sustancia ante todo en una colección razonada de nombres, datos y teorías, que le conceden la naturaleza de inventario consultable o vademécum histórico. Aunque tal vez falte mayor aporte interpretativo. Se enfrenta, por ejemplo, al vidrioso problema de hablar de Fotografía española, o en España. El perseverante cuajo soberanista se cuela en asuntos tan aparentemente inocentes como los tratados académicos sobre fotografía.

El epílogo del libro concluye con estas palabras: «La sensación de tener que luchar cada día por consolidar el estatuto social y cultural renovado de la fotografía convierte al trabajo del fotógrafo y del crítico de fotografía en un fascinante ejercicio narrativo de todas las aspiraciones, frustraciones y resistencias posibles de un medio de creación de imágenes que nos habla del mundo (€) y un generador de miradas que relatan y perturban el espíritu de nuestro tiempo».

Todo hace pensar que el libro del profesor Vega se va a convertir, por oportunidad y ambición, en texto de referencia. Es cierto que tiene el aire -inevitable- de prosa monotorizada que caracteriza a los trabajos académicos; y que es un volumen que contiene una elevada cantidad de información; se aproxima a las 1.000 páginas. El tamaño no existe, sostenía el admirable poeta de un asnillo andaluz. Es verdad, en cierto modo, no existe. Aunque sólo en cierto modo.

Compartir el artículo

stats