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Coté Escrivá... bestial

A partir de su formación y su trabajo como ilustrador, Coté Escrivá ha dado un paso al frente alimentando una obra autónoma con un claro contenido sincrético que toma imágenes clásicas de la animación y las relee en clave actual, a la sombra del arte callejero y la cultura pop. Su reciente exposición en Pepita Lumier nos ha mostrado a un artista maduro que está desarrollando su propio estilo y lenguaje.

Coté Escrivá... bestial

A diferencia de otros ilustradores en los que el color está muy presente todo el tiempo ocurre que con Coté Escrivá (Valencia, 1982) el blanco y negro cobra relevancia. Sin embargo, en su más reciente exposición que ha tenido lugar en la galería Pepita Lumier, sita en la calle Segorbe 7, encontramos un giro en su trayectoria apreciable en sus últimas creaciones donde los materiales mutan y lo pictórico toma el protagonismo absoluto.

Bajo el título A day in the City pudimos visitar la muestra individual que le han dedicado las directoras del espacio Cristina Chumillas y Lucía Vilar, montada con sumo cuidado seleccionando piezas producidas ex profeso sin excesos. El artista sigue ciertas pautas de movimientos artísticos fundados en la transformación de elementos ajenos para crear sus iconos e imágenes reconocibles. Creaciones híbridas y antropomórficas que nos remiten a los cartoons clásicos norteamericanos, al surf, el grafiti y los tattoos, incorporan un rosa claro, pálido, muy atractivo y tonos verdosos solapados a la escala de grises que tan bien maneja.

Con referentes tales como Matthieu Bessudo (alias McBess), Pieter Janssen (alias Parra) y Banksy, Coté Escrivá vuelve a superarse a sí mismo y nos embelesa con dibujos de su propio puño, trazos a mano sin intervención digital alguna, frescos, divertidos, a veces turbios, un poco canallas y en formatos asequibles. Especialmente destacables las series de piezas pequeñas con gran éxito de ventas entre jóvenes coleccionistas y amantes de la ilustración que adquieren obra de forma esporádica. Desde luego esta ha sido una ocasión magnífica para hacerse con una obra original del célebre ilustrador que con su arte conquista a todos los públicos y que nos sumerge en su propia mitología.

Escrivá da rienda suelta a su imaginación y el público se topa con rostros humanos que recuerdan a las películas del periodo clásico del cine negro en Estados Unidos que abarca los años 40 y 50. Sus ojos vacíos y peinados perfectos inquietan al momento. Expresiones venidas del cómic arrancan en medio de algunos dibujos, Crrrack!, por ejemplo, sugiriendo un desgarro, una ruptura, entre dos cabezas masculinas. Más allá una bella pin-up frunce el ceño. Pocas son las caras humanas que encontramos, no obstante ratones, gatos, conejos, cerdos, lobos, osos perseguidos por abejas, también un ternero o becerro, se combinan y narran historias increíbles.

Este bestiario presenta dibujos que definen y consolidan el estilo del artista, perfilando la tendencia de fundirse con el fondo, utilizando cartulina, cartón, varias capas, profundidad y sensación de inacabado constante. Se produce una paradoja entre lo amable y lo siniestro ya que todos sus personajes, esos que integran el paseo por un día en una ciudad cualquiera según titulaba la muestra, nos trasladaban a una infancia Disney a la vez que cuestionan la inocencia de los dibujos animados y de la iconografía que los rodea. El espíritu de su trabajo no ha variado pero sí su paleta y su talante que afianza una trayectoria aunque joven muy reconocida, ahora más como artista que como ilustrador si es que acaso ha habido diferenciación en el pasado de Escrivá.

Dibujos con aire retro, que son a la vez amigables y siniestros, y que el autor etiqueta como creepy friendly, aunque no se suela identificar con etiquetas por norma general. Personajes con ojos huecos o brazos cortados, sonrisas o muecas de lamento, las orejas de punta, los dientes afilados, coquetean con el arte urbano y dan el salto al lienzo. Jorge Luis Borges, en colaboración con Margarita Guerrero, publicó un conocido bestiario, El libro de los seres imaginarios, que compendia algunos animales imaginados en la literatura universal a través de los siglos. Bestiario es el título del primer libro de cuentos del estimado escritor argentino Julio Cortázar, publicado también en los años 50, donde volcaba sus inquietudes a base de cuentos llenos de fantasías entre tiernas y perturbadoras. Podría interpretarse que la extrañeza de las situaciones que reflejan los personajes inventados por Escrivá es en cierto modo pareja a la que llevó al escritor a redactar tales historias. Elementos surrealistas producto de sueños, deseos y miedos terminan por configurar una mitología tan peculiar como familiar y deseable al mismo tiempo.

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