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Notas, ideas y ocurrencias inéditas de Josep Pla

Josep Pla vio caer sobre sí desde alabanzas sin tasa («patriarca de las letras catalanas») hasta la visión de cómo le negaban galardones por poco catalanista. Se le tiene por cínico, estoico, epicúreo€ espía de Franco, espía de los aliados€ Ahora se rescatan algunas de sus notas perdidas.

Notas, ideas y ocurrencias inéditas de Josep Pla

No me resulta difícil explicar la razón de mi entusiasmo enorme por la obra del palafrugellense Josep Pla (1897-1981). Pla es un observador agudísimo del mundo que lo rodea, y penetra lo observado para transmitirlo con palabras exactas, con adjetivos admirables y a ritmo de frases redondas hasta encontrar el significado exacto allá donde se esconda. Mira a su alrededor -sea al pequeño Ampurdán que habitó, sean Rusia, Italia, París, Portugal, Alemania, Nueva York, América del Sur, Israel, el golfo Pérsico, Estados Unidos, Europa Central, unos amigos célebres y muchos otros convecinos, los caprichos del viento de garbino o de tramontana, los modos de cocinar, el advenimiento de la 2ª República€- y nos da lo visto en dosis perfectas para nuestro deleite, con finales tan abrochados que nos dejan con la boca lectora abierta. ¿Cómo se describe la fortaleza de una madre? Por la ausencia de frío: «Mi madre fue muy fuerte y hasta los setenta años nunca sintió frío». ¿Cómo la pintura de Corot? Mediante un ejemplo: «Pintaba una playa con una pincelada y todos los granos de arena estaban ahí dentro. No faltaba ni uno». ¿Cómo la barbaridad de un hombre que pasaba por «ponderado, sensato, razonable»? Con la hipérbole inesperada postrera: «Daba unas palizas a su mujer que hacían temblar el suelo».

El filólogo Francesc Montero acaba de publicar su edición de «un número considerable de textos inéditos» que podrían considerarse la segunda parte de las Notas dispersas que Pla preparó como duodécimo tomo -y no «doceavo» como se empeña en escribir con contumacia: él o la traductora, no lo sé- de su Obra completa y de las que siempre prometió una continuación. Escribe Montero en el prólogo-donde cuenta no sin cierto barullo academicista, a mi juicio, su trabajo de comparación de textos- que «no conocemos los motivos por los que fueron descartados» tales escritos que solo ahora ven la luz. Quizá la censura, quizá el haberse quedado como apuntes, como ocurrencias o ideas fijadas con rapidez para evitar el olvido? El volumen se completa con unos «Anexos» que son tres cartas escritas a Pla, antológica la primera por ver cómo un personaje, que trata de aclarar un malentendido, acaba por ahorcarse con sus propias palabras. El título que Montero ha escogido para titular estos inéditos me parece horrible. Está tomado de una de las notas: «Nada me hace ilusión. Cuando me hablan de la felicidad, la cursilería de la palabra hace que me parta en dos de la risa. Lo ideal es hacerse todas las ilusiones posibles y no creer en ninguna». No alcanzo a comprender cómo, sabida la predilección de Pla por títulos breves -tantas veces con forma de sustantivo más adjetivo: El cuaderno gris, La vida lenta, La calle estrecha, La vida amarga, Cartas de lejos, Viaje en autobús€-, se ha decantado por esa cosa tan larga y que más parece anunciar un libro barato de autoayuda. Es más: hurta la segunda parte de la frase («y no creer en ninguna») con lo que traiciona el sentido de lo escrito por Pla. Un Pla que escribe: «Lo que se denomina felicidad no es más que una decepción razonable, razonada. Más allá de eso, solo hay dolor y miseria». En fin, cosas editoriales cuya comprensión se me escapa.

De lo que se trata: en estas páginas encontrará quien las lea un montón de temas varios a cual más excitante, a medio camino entre el ensayo, el periodismo y la literatura de costumbres. Consideraciones sobre Cataluña y el resto de la España franquista («pantano de mierda», la llama): «Iglesia, militarismo, latifundismo y burguesía son exactamente lo mismo. El ejército es la garantía de la diferencia de clases. El conjunto es el siguiente: la burguesía paga al militarismo parasitario y, a cambio, la Iglesia defiende la diferencia de clases». Y añade que «todos los estamentos improductivos han vivido estupendamente bien». Y completa su análisis en las págs. 62-64.

Anotaciones sobre lecturas, con ironía finísima: [sobre Josep M. de Sagarra]: «Le oí decir muchas veces que Shakespeare, Dante, Ariosto, Molière€ eran escritores de gran envergadura. Nunca le oí hablar de cosas opinables». O duro sarcasmo (pleonasmo): «Lo mucho que se esfuerza a veces Josep Carner para no decir nada». Hay encuentros y tertulias con variados personajes: de nuevo Sagarra que llega «al Empordá a ver el mar» y anota Pla que «en este paisaje no acaba de encajar -por más chalecos de fantasía que se ponga, siempre tendrá la apariencia de un pastorcillo de montaña-. Cuando el poeta baja cuesta abajo, parece que suba cuesta arriba». O el doctor Fuster: «que ha seguido con gran apasionamiento los partidos de fútbol de la Copa de Europa, me dice que ha acentuado esta faceta suya para que no lo tomen por un intelectual, cosa que le horroriza. A mí me pasa lo mismo». O con Dalí y el detalle de Gala que llama aparte al autor y le confiesa: «¡Ah, señor Pla! ¡La pintura! ¡Qué cojonada!» (o «qué gilipollez», si lo prefieren). Leemos valoraciones sobre la prensa y la revista Destino, muchos latigazos breves («El alcohol es muy productivo, pero hace un daño terrible, devasta a la gente. Lo sé por experiencia») u otras consideraciones que, máxime ahora, levantarán ampollas: por una parte, «El castellano: idioma magnífico para utilizar, sobre todo, cuando no se tiene razón»; por otra parte, «Hablando con sinceridad, el catalán es un pueblo llorica, nunca está contento». De todo hay en este libro, que no es El quadern gris, pero es de Pla.

Josep Pla vio caer sobre sí desde alabanzas sin tasa («patriarca de las letras catalanas») hasta la visión de cómo le negaban galardones por poco catalanista. Se le tiene por cínico, estoico, epicúreo€ espía de Franco, espía de los aliados€ Ay, las grandes cruces que soportan quienes observan y escriben en busca del significado allá donde se halle. ¿Cómo era? Responde él mismo con una pregunta y su adecuada respuesta: «¿Soy siempre tan madrugador? Quiero ver si encuentro a alguien que no me engañe y lo hago con tiempo».

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