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Los escenarios de Sean Mackaoui

Los escenarios de Sean Mackaoui

La máxima shakesperiana de que el mundo es un escenario en el cual tan solo somos meros actores representando una función ha sido capaz de inspirar múltiples facetas creativas entre artistas de diversa índole a lo largo del tiempo. Life´s a Stage [La vida es un escenario] es la exposición individual del artista anglo-libanés Sean Mackaoui (Lausana, 1969) que puede visitarse en la galería Set Espai d´Art de València.

Lo que encontramos al recorrer el espacio expositivo es un arte muy personal, una aproximación a la obra de Mackaoui más vinculada a su faceta de escenógrafo, cargado de elementos subjetivos y de una gran fantasía que apreciamos también en sus marionetas. La pieza titulada Los amantes, donde cuelgan del techo dos figuras de madera, una masculina y otra femenina, en danza flotante, podría considerarse un auténtico ejemplo del assemblage dadaísta bebiendo de la Bauhaus.

En los trabajos mostrados se aprecia la crítica mordaz, el guiño a lo grotesco, especialmente con la obra Puro teatro que consta de un pequeño esqueleto de huesos diminutos con un hueso desproporcionado y enorme surgiendo de su entrepierna erguida y museizada en una vitrina. Todas las vitrinas son recuperadas, encontradas, restauradas, vintage. Hallamos varias a lo largo de la exposición, que es más rica y extensa de lo que cabría imaginar dadas las dimensiones limitadas del espacio galerístico al cual se ha sacado mucho provecho. El montaje juega aquí un papel importante y es que la muestra ha sido montada con exquisitez, cada pieza dialoga con la de al lado y su alrededor sin quedar nada abigarrado pero aportando mucha información sobre lo que el artista hace y cómo lo hace. Retoma, pues, las motivaciones sociales que habían generado las vanguardias artísticas al terreno de lo educativo y por momentos une arte y educación, traspasando ciertos límites ya que no se dirige a infantes si no a público adulto al que quiere hacer reflexionar, proyectando su estética sobre objetos didácticos con fines éticos y de cambio social.

Nos reciben collages perfectamente recortados que confunden al espectador y le hacen creer que está ante una impresión digital. Pero no, el artista es minucioso con sus tijeras y afila también en cuanto a composición. Reeduca nuestra mirada contaminada por los mass media y el exceso de estímulo audiovisual, nos resitúa sobre el escenario. Una vez en él se encienden las luces y el artista nos pregunta, cual dramaturgo, «¿y ahora qué?».

Cada espectador vivirá la experiencia de un modo distinto. Unos se atreverán a accionar los botones de la obra Lunar, que es una caja de luz que encierra un pequeño escenario con la escenografía perfecta que plasmar en un cuadro abstracto. Verán, entonces, su fondo rojo palpitante, las sombras chinescas del lateral blanquecino, la luz cálida que prende desde la izquierda, en el orden en el que a ellos se les antoje. Otros tan solo divisarán una caja, un cubo, con serpenteantes formas en su interior y dos misteriosos botones negros con uno rojo en medio, alegoría del atrevimiento.

Una alegoría es un sistema de metáforas relacionadas entre sí donde cada referente real tiene su correspondiente imagen o término imaginario. El teatro es por lo tanto una alegoría del mundo para Mackaoui, quien nos lleva a mirar atrás a nuestra propia trayectoria para revisarla, para mirar hacia la vida, nuestra vida, con ojos nuevos. La obra quizás más conmovedora o con la que más visitantes puedan empatizar y comenzar a fabular lleva por título Godot, es una escultura que, metida en una urna con pie de madera y cristal bombacho, presenta una torre de electricidad de la que cuelga una soga. No hay árbol, pasa a ser un elemento más mecánico y contemporáneo, que refiere el fluir de lo eléctrico que rige nuestras vidas a través de dispositivos a los cuales nos sometemos y necesitamos con avidez a diario (móviles, tabletas, ordenadores). Simboliza el tedio y la aparente carencia de significado de la vida humana, tema recurrente del existencialismo. Una interpretación extendida del misteriosamente ausente Godot de Beckett que el artista retoma agudo y atrevido, quizá radique ahí el espíritu de la muestra cuyo hilo conductor del ser y no ser es intergeneracional.

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