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Dibujos, vídeos, pinturas...

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Olga Adelantado sigue con su personal fórmula expositiva tres en uno que fluye con la naturalidad iterativa del reconocimiento, pero que esta vez varía en la medida en que la parte del león se la lleva el tándem Lamarche-Ovize y quedan las dos plantas superiores a disposición de sendos proyectos de Blanca Gracia y Misha Bies Gola.

Marea es el título de la propuesta expositiva que eleva sus corrientes de flujo y reflujo hasta la tercera planta, inundando con sinuosa suavidad suelos, paredes y rincones. Algunas piezas de cerámica, compuestas de fragmentos como de restos de un naufragio estético, se yerguen como islotes tranquilos en un paisaje agitado de gestos y arabescos elegantemente barrocos, barrocamente elegantes. Huyendo de la peligrosa saturación ecléctica propia de esta fértil etapa de la historia del arte, Alexandre Lamarche (1980) y Florentine Ovize (1978) muestran una exquisita sensibilidad capaz de amalgamar materias y conocimientos tan diversos como profundos. Tradición y modernidad, Arte y artesanías, cultura y naturalezas, homenaje e ironía (variantes diferenciadas de esa cita irónica del topos que Umberto Eco acuñó como representativa de una posmodernidad ahora ya tardía) conviven con pasmosa frescura en un trabajo sólidamente asentado en el dibujo. Dibujo que se ramifica con la velocidad silenciosa con la que crecen algunas especies vegetales. Papel, muro, cerámica, tela€ son materiales que admiten múltiples formaciones y registros que van de la escultura al mural, pasando por la instalación y otras disciplinas bidimensionales. Parafraseando la famosa obra del biólogo y matemático d´Arcy Thompson Sobre crecimiento y forma, podríamos hablar del crecimiento orgánico de las artes y su cultivo expositivo. Es notable el desparpajo con el que estas obras, seductoras e inquietantes, están preñadas de referencias artísticas y realizadas con una soltura rítmica que gusta simultáneamente de la repetición y la espontaneidad, de la superficialidad decorativa del patrón y de la tridimensionalidad objetual de lo único, de la monotonía intensa del tic nervioso y de la originalidad manual que disfruta del instante. Nada como dejarse llevar por ese vaivén sucesivo que invita a detenerse y mirar y remirar, disfrutando de cada detalle que surge preciso y precioso.

Un piso más arriba nos encontramos con Acmé, palabra de origen griego -apogeo- que tiene su equivalente inglés en climax (ésta sí, de interpretación fácilmente extendida). Dicen que nombrar es empezar a existir y empezar con buen pie es algo que no todos los artistas logran a la hora definitiva de titular sus obras. En el caso Blanca Gracia (Madrid, 1989), es todo un acierto este nombre que suena a mujer protagonista. Acmé es un proyecto video/gráfico (léase junto y separado) de ambiciosa complejidad resuelto con la contundencia de la sencillez. Imposible resumir un vídeo que te atrapa de principio a fin y disuelve el tiempo mientras sigues una historia inverosímil de actores aficionados y situaciones sorprendentes que, sin embargo, destilan una coherencia que logra integrarlo todo. Una serie de impecables dibujos de lápiz de color agrupados como escenas del storyboard de la proyección, reciben y despiden a quienes pasen a ver el vídeo.

Finalmente, la Boiler Room (sala de máquinas) aparece verticalmente inundada de carteles que algo tienen que ver con un camarote marino. Misha Bies Gola (Lalín, 1977) perpetra su singular asalto a Jusep Torres Campanals -heterónimo pictórico de Max Aub- y más concretamente a sus lapidarias y certeras frases relacionadas con la pintura, el arte, la estética. Recurrente juego de apropiaciones -una vez más aparece el juego citacional- en el que concluye el peso y el paso de la historia con la vigencia atemporal que adquiere nueva presencia en estos momentos convulsos.

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