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Con los 5 sentidos

Con los 5 sentidos

La sala Josep Renau de la Facultat de Belles Arts de Sant Carles se vistió de largo para celebrar como en años anteriores la festividad de su santo patrón, y de largo sigue y seguirá hasta el próximo mes de marzo con una exposición de excepción. Juan Uslé (Santander, 1955) y Vicky Civera (Puerto de Sagunto, 1955) han regresado a la que fue su casa de estudios allá por mediados de los 70. Y lo han hecho para exponer y compartir generosamente sus dilatadas, sólidas y reconocidas trayectorias artísticas con las últimas generaciones de estudiantes. Todo un lujo para los sentidos que ellos se han tomado con la seriedad y la pasión propias de los profesionales de raza. Dividida en tres tiempos perfectamente integrados en los tres espacios expositivos, la muestra arranca con el periodo escolar enmarcado con un montaje instalativo de subversiva potencia. La fotografía de una estatua académica «profanada» con pintura negra es el motivo repetido como cartel/estampado que cubre de suelo a techo las paredes de entrada a la sala. La reducción a grises y el tramado de la imagen, atemperan su agresividad hasta el extremo de funcionar como una grisalla que envuelve el nutrido grupo de obras de este periodo de formación. Dibujos, pinturas, decenas de fotografías? obras individuales y otras a cuatro manos dan buena prueba de la importancia de la creatividad, de la curiosidad como necesarias antagonistas del rigor académico. Polos ambos necesarios para que fluya una corriente alterna de alto y fértil voltaje. En una esquina de este apabullante conjunto de dominante gris, nos sorprende la escultura Pelona (2003) de Vicky Civera, todo un estallido de color de inquietante organicidad.

La parte central nos recibe luminosa y despejada con sendas espléndidas series de ambos artistas. Obras maduras de los 90, e incluso muy recientes, tanto de Uslé como de Civera. Del primero, tres magníficas piezas de la que probablemente es su serie más emblemática Soñé que revelabas. Fascinantes juegos de luces a base de sombras de una enorme carga poética. Dotadas de una cadencia musical, casi podemos escuchar los sonidos de una noche estrellada y oler la humedad fría del rocío. Otros cuadros de pequeño formato se distribuyen estratégicamente agrupados o aislados. Los sugerentes títulos resuenan en nuestra mente mientras nuestros ojos bailan divertidos y ensimismados, saltando entre líneas y reposando en manchas profundas que absorben nuestra mirada. Precisamente ese diálogo entre palabra escrita y obra pintada hace estallar la temible etiqueta de decorativo con la que algunos suelen liquidar de un plumazo la pintura abstracta. Considero un acierto los nombre elegidos, pero en este caso, las obras son tanto o más elocuentes que las palabras. José Martí, padre de la revolución cubana y valenciano de origen, acuñó una frase que me ha acompañado desde que la vi por primera vez, pintada como un mural en el vestíbulo art-decó del hospital de referencia de La Habana: La mejor forma de decir es hacer. Y eso es precisamente lo que nos demuestran una y otra vez los artistas de la talla de Uslé y Civera. Esta última, realiza un trabajo que incursiona con sorprendente libertad y tino en el mundo de los objetos, de las asociaciones, de las transformaciones, de la imaginación material, proteica y múltiple. Sencillamente impresionante y deliciosa esa columna infinita que funde historia, vanguardia, sentido del humor y visión contextual. Las columnas de Trajano y Brancusi, decenas de caramelos Chimos (que marcaron una época) gigantes, cojines blandos de rígida verticalidad que alcanza el elevado tragaluz.

Interesante la serie de conjuntos que componen la serie Ondulada, un alarde de capacidad para establecer relaciones profundas, esenciales (la búsqueda de lo esencial es el objetivo fundacional de la abstracción), entre elementos encontrados, intervenidos, manipulados. También con la pintura Civera fluye como pez en el agua mientras deja gestos y rastros ligeros y sutiles como quien respira sin parar ni pensar.

La tercera y última parte de la muestra nos lleva a una sala oscura de proyección donde un sólido banco de madera te invita a sentarte y disfrutar de un vídeo de Vicky Civera dotado de la inocencia registradora de lo familiarmente cotidiano y la sabiduría de quien compone con la imagen una narración elocuentemente muda. Con música, con una sutil superposición de la imagen luz sobre la maqueta el estudio/casa de Saro; una nevada invernal, paseos solares en bicicleta, felicidad íntima y catástrofes globales. Diecinueve minutos de cálidas caricias de nieve y golpes de fuego que te hielan la sangre. Lucha de contrarios que nos iguala tanto en el arte como en la vida.

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