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La edad de plata de la pintura valenciana

La edad de plata de la pintura valenciana

Dentro de las corrientes actuales de la historia del arte, centradas en cuestiones como los estudios de género, las relaciones entre el arte y poder y los reiterados reconocimientos a los artistas consagrados, supone un paradójico soplo de aire fresco la publicación de una monografía dedicada a aquellos actores, hoy en gran medida infravalorados, que poblaron la escena artística valenciana durante las primeras décadas del siglo xx.

El presente volumen se inscribe dentro de la línea de investigación iniciada hace ya una década por Javier Pérez Rojas, quien, con el apoyo de un equipo de investigadores, ha ido sacando a la luz los últimos y relevantes resultados de su trabajo conjunto, en el marco de las conmemoraciones que se han sucedido con motivo del centenario del fallecimiento de Ignacio Pinazo Camarlench (1849-1916). Este último estudio, a su vez catálogo de la exposición celebrada en el MuVIM, centra su foco de atención en un marco temporal concreto que abarca desde 1912, año en que Pinazo recibe la Medalla de Honor en la Exposición Nacional y empieza a ser reconocido como fundador de la escuela valenciana moderna, hasta 1927, cuando tiene lugar el arranque de la modernidad racionalista española propiamente dicha.

Son años convulsos en los que convive un nuevo regionalismo, analizado aquí desde nuevos e inspiradores ángulos, en paralelo a la revolución de los ismos y el Art Decó, mientras se acelera el fin del Modernismo. El primer texto del volumen, firmado por Pérez Rojas y cuyo encabezamiento repite intencionadamente el título general del volumen, ofrece una novedosa panorámica del convulso ambiente artístico que vivió Valencia durante esos quince años. Analiza con rigor y sin prejuicios una realidad artística ocultada en gran medida bajo la alargada sombra de Sorolla, que el autor sabe enmarcar y redimensionar dentro del contexto artístico internacional. Reivindica al mismo tiempo el papel que jugaron manifestaciones artísticas hoy casi olvidadas como el auge del cartelismo, las exposiciones del Círculo de Bellas Artes o de la Juventud Artística, la decoración de los cafés de València, las Ferias de Julio, el Salón de Otoño, la Manifestación de Arte Valenciano en Madrid o el Salón de Humoristas de València. La complejidad de los escenarios en los que se desarrollaron todas estas manifestaciones artísticas se analiza con precisión desde una completa variedad de fuentes de estudio como las críticas a las exposiciones o las conferencias más relevantes impartidas en aquellos años por pensadores artísticos tan influyentes como Elías Tormo. Se recuperan y reivindican asimismo nombres de relevancia como José Capuz, Lacárcel, Cuñat, Vicente Navarro o Arturo Ballester, entre otros muchos creadores cuya producción merece estudios más pormenorizados.

A esta completo panorama le sigue (y sustenta) un complejísimo aparato documental digno de elogio a cargo de Aída Pons, Luis Ramón Mestre, Andrés Jiménez y Alejandro Villar, quienes, junto al ya citado Javier Pérez Rojas, han extractado de la prensa del momento todas las crónicas y críticas artísticas relativas a los protagonistas y las exposiciones de la escena artística valenciana, ofreciendo a futuros investigadores una muy valiosa fuentes de trabajo. El volumen incluye asimismo cinco aportaciones de gran interés que completan la visión coral que propone el libro al ir más allá de la pintura: «La urbanización de València a través de la prensa» (Luis Ramón Mestre), «La acuarela de los grandes maestros y el arte sobre papel en València» (Aída Pons), «Federico Aymamí y el Palacio de Artes e Industrias de València» (Jaume Penalba), «Eduardo López-Chávarri Marco: intelectual completo valenciano» (Andrés Jiménez) y «Escultura monumental en València (1912-1927). En tránsito hacia la modernización» (Helena de las Heras).

Se trata, en definitiva, de un trabajo honesto y valiente que ha sabido adentrarse sin complejos en unos años difíciles de comprender por la complejidad de los influjos a los que se vio sometida la producción artística y la enorme dificultad que supone para muchos historiadores del arte no solo enfrentarse a los relevos generacionales (especialmente cuando el ocaso lo protagonizan nombres de peso como Sorolla, Pinazo, Pla, Muñoz Degrain o los Benlliure) sino conseguir enmarcar en su justa medida la vida artística valenciana, relatada aquí casi día a día dentro de su cotidianeidad, dentro del fluctuante contexto internacional. Además de la ingente documentación que ofrece gracias al sistemático vaciado de prensa realizado, rescata para futuras investigaciones nombres de artistas y cronistas enterrados por la Historia del Arte con mayúsculas y que, sin duda, contribuyen a una visión más completa de la historia (real) del gusto valenciano de la segunda y tercera década del siglo xx. La panorámica que ahora se presenta confirma una frase del propio Pérez Rojas sobre la que todos deberíamos reflexionar, dada la verdad que encierra: «La no vanguardia no supone necesariamente esclerosis académica».

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