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Retratos sin retoques

Retratos sin retoques

Sin duda, Ordesa será la novela del año, ya va por la 6 edición, es la novela que conmociona y atrapa a miles de lectores. Manuel Vilas se ha convertido en todo una escritor de culto, lo era ya como poeta. Con la novela España (2008), ya apuntaba al espacio que ocuparía en la narrativa contemporánea en nuestro país, pero Ordesa es el libro con el que entra en el Olimpo de los escritores de gran fuste.

¿Por qué tiene tanto éxito? Según el propio Manuel Vilas, en la presentación de su libro en la librería Noviembre de Benicàssim: el éxito se debe quizá a que es un tema universal, refleja la condición de todo ser humano, la de ser hijo. Tal vez sea ese el motivo de su éxito, pero también es verdad que en Ordesa hay materia y miga para deglutir por todos los lados. Y no sólo por la condición autobiográfica de su narración en la que muchos pueden sentirse identificados, atrapa por la forma en la que entona su particular mea culpa, la honestidad con la que aborda su intimidad, el certero retrato de la España de los años 60, sus apreciaciones sobre el capitalismo, el matrimonio, la enseñanza y el profesorado, sus expectativas literarias, la monarquía?Es impagable el retrato que hace del protocolo seguido durante el premio Cervantes cuando se lo dieron a Juan Goytisolo, al igual que el poema Lluvia, incluido en el epílogo, en el que narra la boda de los actuales monarcas. Manuel Vilas nos invita a una auténtica sesión de psicoanálisis y sitúa al lector en el mismo lugar que Velázquez sitúa al espectador de Las Meninas. En algunos tramos del relato nos recuerda al periodista y escritor Jesús Pardo en su libro de memorias Autorretrato sin retoques, por la apabullante sinceridad con la que habla de sí mismo.

A lo largo del texto y los recuerdos que va desgranando acerca de sus padres, el abismo en el que cae tras la muerte de su madre, la sensación de pérdida, la desolación que le invade, su personal bajada a los infiernos, Manuel Vilas desgrana certeros aforismos: ?porque todos sabemos que el matrimonio es la más terrible de las instituciones humanas, pues requiere sacrificio, requiere renuncia, requiere negación del instinto, quiere mentira sobre mentira, y a cambio da la paz social y prosperidad económica... Despliega frases de ternura con ingenio sin caer en un manido melodrama, puntualiza con clarividencia sobre el capitalismo tan presente en sus poemas y en muchos de sus textos: ...Creemos que sabemos mucho del capitalismo, pero no sabemos nada. El capitalismo se basa en el abigarramiento de nuestra codicia. La codicia humana es inenarrable ? Nuestros corazones codician. La gente quiere tener pisos grandes en las mejores ciudades, y quiere seguras casas a la orilla del mar, y quiere vidas plenas, y el capitalismo nos besa. Besa a hombres de izquierdas y a hombres de derechas y quedan así hermanados por la codicia, que hace avanzar el mundo y hace avanzar este libro... Por eso la lectura de Ordesa ha interesado a tantos lectores.

Tal y como el mismo autor la define, Ordesa es una novela del corazón, con matices sociológicos que nos hace ver las condiciones sociales de una época. Así la explica y así la siente Manuel Vilas. Al mostrarnos en el relato la disfuncionalidad de su familia, según lo que le comentan muchos lectores ha mostrado en realidad la de muchas familias de la época, aunque esa no fuera su intención. Su objetivo era establecer a través del recuerdo su condición de hijo y su condición de padre. Pero no sólo hay que buscar en Ordesa esa faceta o la del morbo que produce saber que el autor nos está mostrando su propia vida; a Ordesa, para quien no la haya leído, hay que acercarse con la idea de que detrás de esa historia hay algo más que el talante íntimo, hay todo un entramado y una estructura narrativa que sustenta el relato y una forma de contarlo que resulta atractiva, si no fuera así, se caería de las manos ya en las primeras páginas. Ordesa tiene capítulos de una gran belleza, como en el que explica el espacio de la cocina al que tantas veces se veía recluida su madre lavando platos, siempre lavando platos o en el que termina con esta frase acerca de la sensación que le envuelve al recordar a sus padres: Era el paraíso. Fue mi paraíso. Fueron ellos mi paraíso, mi padre y mi madre, cuánto los quise, qué felices fuimos y cómo nos derrumbamos. Qué hermosa fue nuestra vida juntos, y ahora todo se ha perdido. Y parece imposible. Y sin duda alguna, llegar hasta el final nos muestra que Ordesa es novela porque se cierra con un capítulo que es todo un ejercicio de imaginación y nos presenta una mágica noche, aquella en la que el autor intuye que fue concebido: ...Gran noche de 1961, mes de noviembre, tranquilo, benigno, dulce. Sigues viva. Noche que sigues viva. No te marcharás. Bailas conmigo una danza de amor.

El epílogo con versos que aluden y desvelan el pensamiento y sentimientos del autor acerca de lo expuesto a lo largo del relato tampoco tiene desperdicio. Ordesa es como una matrioshka que dentro lleva otras matrioshkas pequeñitas, pero en este caso la matrioshka es gigante y sacarlas todas las que lleva dentro requiere una lectura atenta, tanta como la enjundia con la que ha sido escrita.

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