En una sociedad enganchada cada vez más al teclado de un ordenador o al de un teléfono, no es extraño que las nuevas tecnologías se estén haciendo un hueco en situaciones hasta ahora insospechadas. ¿Quién puede resistir, por ejemplo, la tentación de compartir con sus amigos las fotos de sus últimas vacaciones con sólo subirlas a una de las muchas redes sociales disponibles ¿Quién sigue mandando infinidad de currículos impresos a direcciones postales sin recibir respuesta cuando existen portales especializados en la gestión de ofertas laborales ¿O quién sigue apuntándose en trozos de papel direcciones de correo o números de teléfono cuando lo más fácil es marcarlas en el teléfono móvil y grabarlas a continuación Pues bien, en esta marabunta tecnológica hasta el romanticismo ha sabido hacerse un hueco. Las citas románticas han dado paso a las charlas en los chat y las nostálgicas notas de amor se han transformado en un cruce de comentarios entre los implicados a través de sus respectivos perfiles en las redes sociales, como la actriz Demi Moore y su marido Asthon Kutcher.

Sin embargo, las redes sociales se están consolidando también como la plataforma más rentable y recomendable para acabar con una relación sentimental, ya sea de forma voluntaria o accidental. La ingente capacidad que tienen estas redes de permitir que dos o más usuarios que, en principio no tienen ninguna relación ni se conocen, puedan entablar una relación es el caldo de cultivo perfecto no sólo para que surja la infidelidad sino también para detectarla. Cualquier comentario en el perfil de un contacto que el cónyuge no conozca puede servir como hilo del que tirar para detectar esta infidelidad.Puede parecer absurdo pero en algunos países europeos, como Inglaterra, este tipo de escarceos figura ya como la causa en uno de cada cinco divorcios tramitados y los especialistas destacan que la apariencia discreta y anónima de la red favorece que los casos de infidelidad se multipliquen. Si durante los últimos años, el móvil y las facturas telefónicas eran en muchos casos los testigos de conductas inapropiadas con sus llamadas y mensajes de texto, ahora la red ha tomado el relevo con más fuerza si cabe hasta el punto de ofrecer la llaga y la medicina.

Cada vez es más común que la intimidad en la red se diluya hasta situaciones dantescas, sobre todo cuando se trata de rupturas sentimentales. Con relaciones a menudo a distancia que tienen en las redes sociales su punto de encuentro no es extraño que la red sea también el canal elegido para romper, sobre todo por su facilidad y falta de empatía. Ni una llamada, ni un mensaje de texto. No. En plena era del 2.0 y del "social network", las rupturas también son sociales, masivas, en directo y, por supuesto, comentadas y socializadas. Aunque no existen lógicamente datos al respecto, lo cierto es que las estadísticas de varios portales de contactos revelan que casi un 34% de los usuarios que vieron cómo sus relaciones se fueron a pique no recibieron de sus ex parejas más explicación que un simple comentario tajante.

Mención aparte merecen las rupturas que llegan cargadas de reproches. Son las que más uso hacen del entramado social de las redes. Con sólo un par de pulsaciones de teclado y clics de ratón, la imagen de la ex pareja puede quedar hecha añicos a voluntad.

La intimidad de la pareja y los motivos de la ruptura quedan expuestos a todos los contactos de la red social sin excepción. Todos pueden comentar. Cabe hacer leña del árbol caído o bien apaciguar el conflicto.