El Vaticano subrayó ayer que ningún programa informático puede sustituir al sacramento de la confesión y por ello no tiene sentido hablar de "confesarse por medio del i-Phone", el dispositivo electrónico que ofrece una aplicación para prepararse a la confesión.

El portavoz vaticano, el jesuita Federico Lombardi, preguntado por esta aplicación del popular i-Phone, recordó que no existe sacramento de la confesión sin diálogo entre el sacerdote y el penitente, y corresponde al confesor dar la absolución, por lo que ningún programa informático puede sustituir ese momento.

El jesuita Lombardi precisó que lo mismo que muchas personas usan soportes informáticos para leer, rezar, etc, también puede ocurrir que algunos se preparen a la confesión con medios informáticos, al considerarlos útiles, "pero sabiendo que no sustituye al sacramento".

El portavoz subrayó que es importante que la aplicación sirva "de verdad" y tenga una utilidad pastoral "y no se trate de un negocio alimentado de una realidad religiosa y espiritual". Podrían utilizarse como aplicaciones que permiten el examen de conciencia o para recordar "los diez mandamientos", como antes "se utilizaban panfletos o textos con preguntas y respuestas". En este caso, ha recordado que se trataría "de una ayuda pastoral digital que muchos podrían considerar útil".

La empresa Little iApps de South Bend en Indiana ha creado una aplicación para el teléfono iPhone, la tableta iPad e iTouch (música) llamada Confession. El planteamiento era efectivamente que sirviese para ayudar a los católicos. Pero ha llamado a interpretaciones erróneas.

Cuesta 1,59 euros, el mismo precio que descargarse por ejemplo una canción de Lady Gaga, y permite prepararse para la confesión a través de la pantalla del aparato, con preguntas, algunas muy íntimas, sobre actitudes y acciones personales.

En Estados Unidos, un obispo católico, Kevin Rhoades, dio el visto bueno a la aplicación. El periódico Today's Catholic de Indiana confirmó que Rhoades había revisado el material sin encontrar nada que pudiese ofender las enseñanzas de la Iglesia sobre fe y moral y por lo tanto podía publicarse. Una vez instalada en el móvil y abierta, la aplicación comienza el examen de conciencia, hecho a medida del usuario. El pecador (o pecadora) registra su edad, sexo y vocación, es decir, si se trata de una persona soltera, casada o miembro del clero. Según el perfil que se configure, la aplicación sugerirá con una serie de pecados estándar, para que el creyente decida si los ha cometido o no y vaya con los "deberes hechos" al confesionario.

Pero la lista, además, se puede personalizar con otros pecados que el usuario sea consciente de haber cometido y que no estén incluidos en la lista tipo, según explican sus inventores,Patrick y Chip Leinen y Ryan Kreager.