La segunda temporada de «Trau la llengua» regresa todos los domingos por la noche en Canal 9.

­El valenciano Eugeni Alemany, natural de Sueca, lugar de «obligado peregrinaje para todos los valencianos», saltó a la televisión nacional como reportero en el programa CQC, y tras su paso por otros espacios como ¿Por qué no te callas? o Sin uvas no hay paraíso, vuelve a la cadena que le vio nacer para presentar la segunda temporada de Trau la llengua.

¿Cómo entras a formar parte del equipo?

Canal 9 pensó que tanto el programa como yo nos podríamos complementar muy bien. Una de las cosas que más me gusta es que el valenciano sea el protagonista. A menudo la gente ve solo el valenciano como una lengua vehicular para comprar el pan, y ya está. Viendo el programa se dan cuenta de que las leyendas, las rondallas, las canciones de bressol que conocen y las historia que sus abuelos les contaban forman parte de esta lengua.

La participación ciudadana es fundamental, ¿está la gente orgullosa de su idioma?

La gente está orgullosa de su idioma, lo que sucede es que no lo sabe. Pero cuando le das una oportunidad se dan cuenta de que el valenciano tiene una cultura propia y casi tan antigua como la de los chinos.

Es la segunda temporada que grabáis, ¿destaca algún sitio en particular por sus expresiones?

Pues un ejemplo reciente ha sido Xixona, que ha resultado ser un descubrimiento para todos los que fuimos. Tenían muchas palabras propias y algunas, incluso, que puedes escuchar en la Ribera y en la Safor. Por ejemplo, «caure o pegar una baquinà», que yo me creía que era exclusiva de la Ribera, también la dicen en Xixona.

Tendréis muchas anécdotas...

Anécdotas y aventuras pasan todos los días. Solo te digo que la temporada pasada nos hicimos 12.000 kilómetros recorriendo la Comunitat Valenciana en tres meses. De momento, lo más inesperado fue cuando un menescal, un veterinario rural, me invitó a meter el brazo dentro del florit de una vaca. O sea que ahora, muy incorrupto, muy incorrupto no tengo el brazo.

¿Qué expresión es tu favorita?

Tengo muchas y he aprendido nuevas. Pero si he de quedarme con alguna, me quedo con las que heredé de mi padre y de mi madre. Dinero no me dejarán mucho (ríe), pero frases, una cabassà. Porque debéis saber que «qui no es guarda sal per a l’ou, no se’l menja quan vol». Eso me lo enseñó mi padre.

¿Te delataba tu acento suecano en Madrid o lo eliminaste?

Creo que se me acentuó el acento. Y aún te digo más, según Arturo Valls, yo le hablaba a todo el mundo en valenciano, independientemente de si estaba en Valencia o en Madrid. Yo le digo que no me doy cuenta. Pero que si la gente no me dice nada, igual es que me pasa como a Sant Vicent, que allá donde iba evangelizaba en valenciano y todo el mundo le entendía. Chica, igual me deberían de hacer un lugar en la Catedral para guardar mi brazo al lado del suyo el día que yo falte. Aunque después de lo de la vaca, el mío...

El programa se describe de entretenimiento y divulgativo, ¿aprende la gente con él?

Vamos a ver. Para aprender valenciano están las escuelas y los de casa. El programa va más allá, se trata de darse cuenta de que el valenciano está presente en todos los campos, tanto el familiar como el profesional, y que es la lengua de un médico, de un arquitecto o de un labrador. Es también un programa para descubrir palabras que no sabías o que habías olvidado.