Pertrechados con delantales, cubiertos, platos y los sueños de convertirse en un verdadero chef, un centenar de personas acudió ayer al recinto de Feria Valencia para acometer la segunda fase del casting de MasterChef, el popular programa de Televisión Española, que ya prepara su tercera edición.

«Pensamos que aquí están los mejores cocineros amateurs de la Comunitat Valenciana», señalaba antes de la prueba Esther González, directora del casting del concurso. «Llevamos 14.000 inscripciones en total, un 40 % más que el año pasado, y unas cuantas miles provienen de aquí. Para hacer la primera selección pedimos que nos manden fotos y vídeos de lo que hacen y hoy „por ayer„ habrá otra selección», apuntaba.

Para ello, los cocineros presentaron un plato que ya habían preparado en casa. Dispusieron de 20 minutos para «emplatar» su creación de una manera seductora, de cara a conquistar al jurado. Después, los expertos degustaron, debatieron y realizaron una criba. El grupo de los elegidos se enfrentó a otro «examen», ya por la tarde, en el que debían cocinar un plato con un ingrediente sorpresa.

Para conocer cuántos de ellos lograrán pasar a la fase final y cocinar ante millones de espectadores habrá que esperar a la emisión del programa.

Sin embargo, ayer quedó claro que no será una decisión fácil. Hay mucho nivel. Así lo atestigua Alejandro Alcántara, uno de los asesores culinarios del programa. «Nos llevamos una grata sorpresa en cada casting al ver que la gente viene muy preparada. Saben que si quieren entrar tienen que cocinar de verdad», indicaba.

Minutos antes de la prueba, los aspirantes bromeaban, nerviosos, a la espera del gran momento. Entre ellos, Paul, de Benidorm, y su suegro Óscar, de Torrent. «Me inscribí con mi yerno y aquí estamos. Mi especialidad es el gazpacho manchego, pero eso no podía traerlo, así que he preparado un bogavante. De todas formas, lo que mejor hago en la cocina es comer», sonreía Óscar.

En los primeros puestos de la fila esperaba Alberto Sempere, de Ontinyent y con sólo 18 años. «Todos tenemos una misión en la vida. La mía es salvarlas, por eso estudio medicina, y si no, endulzarlas, y para eso está la cocina», afirmaba Sempere, que concursó con un postre especial.

Por su parte, Carlos Hernández, vecino de Valencia de 58 años, se sacó de la manga un plato mejicano. «He trabajado toda la vida en un banco y me afectó un ERE. Ahora me estoy reinventando. Siempre me gustó la cocina y ahora me puedo dedicar de lleno a ella. En casa me dijeron: ¿por qué no te presentas?», explicaba.

En cambio, Marivi Puigcerver, de Ondara, domina con soltura la «cocina tradicional». «Cocino desde los 7 años. Hago la paella todos los domingos para la familia y para los amigos. A veces son ellos más estrictos que los del jurado del programa», apuntaba con sus codornices escabechadas y su ensalada de cítricos esperando aprobar el test.

20 minutos de tensión después, el jurado ordenó «manos arriba». La suerte está echada.